El Castillo de Windsor, testigo de más de 900 años de historia, guarda no solo la grandeza arquitectónica del Reino Unido, sino también los momentos más emblemáticos de la monarquía británica; desde bodas reales hasta un famoso incendio que conmocionó a la corona.
Imponente, con sus más de 5 hectáreas y ubicado en las orillas del río Támesis, el castillo de Windsor continúa siendo uno de los edificios más emblemáticos de Reino Unido. No solo lo es por ser una de las edificaciones históricas del país inglés, sino también por los múltiples y famosos eventos que allí tuvieron lugar.
En sus más de 900 años, el castillo sirvió como escenario de diversos acontecimientos que van desde importantes casamientos -como el del príncipe Harry y Meghan Markle- hasta los entierros del duque de Edimburgo, incluso el de la propia Isabel II, cuyos restos descansan junto a todo su linaje real en la capilla de San Jorge, un templo gótico que data del siglo XV que se encuentra dentro de los límites de este castillo.
Pero las bodas y los entierros son solo una parte de la historia de esta enorme edificación. El castillo de Windsor también fue el escenario de uno de los incendios más recordados en Reino Unido: más de 150 bomberos trabajaron por más de 15 horas para apagar enormes llamas que amenazaban con acabar con parte de la historia guardada entre las paredes del edificio.
"Tratamos de poner a salvo cuadros, relojes, muebles, todo tipo de objetos irremplazables, pero el fuego se propagó con una rapidez terrible. Inevitablemente, algo se habrá perdido. Aún no sabemos cuánto. Puedo asegurarles que lo que hemos visto ahí dentro era un desastre”, fueron las palabras del príncipe Andrés, horas más tarde de lo que pudo haber sido “la peor catástrofe artística” del siglo XX, aquel 20 de noviembre de 1992.
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Aquel día, la reina Isabel II emprendió con prisa un viaje hacia Castillo de Windsor donde, según los historiadores, la monarca pasaba sus fines de semana. Sin embargo, esa vez iba por un motivo totalmente distinto; le habían informado de un incendio que parecía no detenerse.
Eran cerca de las 11:40 cuando las alarmas advirtieron a todos los presentes en el palacio de la presencia de las llamas que atentaban contra todo aquello que se encontraba a su paso. Allí se encontraba el príncipe Andrés, quien abandonó sus aposentos para emprender, junto a los empleados del castillo, la tarea de salvar la mayor cantidad de objetos valiosos. Entre ellos, obras de Rubens, Rembrandt, Canaletto y Van Dyck.
Pero ellos no eran los únicos presentes en el lugar. El castillo era -además de una de las viviendas de la familia real- una atracción turística y como tal, convocaba a decenas de comerciantes y visitantes. Ese día no fue la excepción. Durante esa mañana, también varios turistas que se encontraban recorriendo las estancias públicas del emblemático castillo debieron ser evacuados mientras se esperaba la llegada de los bomberos al lugar.
Aquello fue solo el principio de un caos que duraría cerca de unas 15 horas. El fuego que había comenzado en la Capilla Privada de la Reina alrededor de las 11:15, rápidamente se extendió para los apartamentos estatales y la torre Brunswick, que cedió ante la fuerza de las llamas varias horas después, al igual que el techo del salón de banquetes, St. George’s.
Devorando todo lo que se encontraba a su paso y convocando a casi 200 bomberos, 30 camiones y cuatro grúas, las llamas finalmente cedieron frente a más de 7 millones de litros de agua, cerca de a las 2:30 del día siguiente. Sin embargo, dejaron destruidas más de 110 habitaciones de las 1.000 que tenía el castillo. Al igual que el resto de las propiedades de la familia real, el castillo no estaba asegurado, por lo que la Casa Real debió asumir los gastos para lograr que vuelva a ser aquel imponente edificio que se colocó entre los más importantes de Reino Unido.
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La residencia real inglesa que se encuentra en la ciudad de Berkshire fue construida cerca del año 1070 como iniciativa de Guillermo I. La estructura original consistía en un edificio con dos grandes patios que estaban cerrados y “protegidos” por empalizadas de madera, pero como la mayoría de los edificios, a lo largo de los años pasó por numerosas modificaciones para llegar a ser el castillo que es en la actualidad.
Este recinto tuvo fama de ser uno de los palacios más visitados de Europa, en parte, por haberse convertido en el escenario de grandes acontecimientos relacionados con la corona, como las bodas y funerales, así como también de muchas historias que atraen y encandilan a todo aquel que vaya a recorrerlo.
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