Una investigación realizada en una planta de gestión de residuos de Nueva York, EE.UU. observó a una colonia de ratas en un entorno en el que también habitaban gatos durante 79 días. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados.
Por Canal26
Martes 27 de Agosto de 2024 - 11:00
Durante años, la creencia popular sostuvo que los gatos son depredadores naturales y efectivos en el control de las poblaciones de ratas. Sin embargo, recientes estudios pusieron en duda esta percepción, revelando que los felinos, a pesar de su reputación, son sorprendentemente ineficaces en la caza de ratas.
Este hallazgo contradice una creencia profundamente arraigada en la sociedad occidental, que asocia la presencia de gatos con una reducción significativa de los roedores en las calles y hogares.
Los gatos, a pesar de su reputación, son sorprendentemente ineficaces en la caza de ratas.
Uno de los estudios más reveladores fue publicado en Smithsonian Magazine, donde se citó una investigación realizada en una planta de gestión de residuos en Brooklyn, Nueva York. Durante un período de 79 días, se observó una colonia de ratas en un entorno en el que también habitaban gatos.
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Los resultados, lejos de ser lo esperados por los investigadores, fueron sorprendentes: a pesar de las expectativas, los gatos solo lograron cazar dos ratas en todo ese tiempo. Estos datos evidencian que los gatos no son tan efectivos en la caza de ratas como se pensaba.
El profesor Michael Parsons, investigador de la Fordham University, explicó que la baja efectividad de los gatos se debe, en parte, al tamaño y la agresividad de las ratas urbanas. "Una rata de Nueva York puede pesar alrededor de 330 gramos, lo que es aproximadamente diez veces el peso de un ratón promedio", señaló Parsons.
Este tamaño hace que los gatos prefieran cazar presas más pequeñas y menos desafiantes. Gregory Glass, ecólogo de enfermedades en la Universidad de Florida, añadió que los gatos y las ratas son más propensos a evitarse mutuamente que a enfrentarse en un conflicto abierto.
A pesar de esta evidencia, la percepción pública sigue favoreciendo a los gatos como controladores de plagas, lo que llevó a algunas ciudades, como Washington, D.C. y Chicago, a liberar gatos callejeros en un intento por combatir las infestaciones urbanas de roedores. Sin embargo, los estudios indican que esta estrategia puede tener más efectos adversos que beneficios.
los gatos no representan una amenaza para estos roedores.
The Conversation publicó un artículo que respalda estos hallazgos, destacando que solo un 21% de las presas cazadas por gatos son mamíferos, entre los cuales se incluyen las ratas. Además, en lugares como Nueva York, las ratas ni siquiera aparecen en los estudios sobre la dieta de los gatos callejeros. Esto sugiere que, en un entorno urbano plagado de ratas, los gatos no representan una amenaza para estos roedores.
La introducción de gatos callejeros en áreas urbanas también trae consigo consecuencias ambientales no deseadas. Según The Atlantic, las heces de gatos pueden propagar toxoplasmosis, una enfermedad que puede causar graves daños cerebrales o incluso la muerte cuando se transmite de una madre embarazada a su feto.
Además, el impacto ambiental de los gatos, especialmente en lugares donde son introducidos, puede ser devastador. En la isla Fernandina de Noronha en Brasil, por ejemplo, la acción combinada de gatos y ratas amenazó gravemente la biodiversidad local.
La introducción de gatos callejeros en áreas urbanas trae consigo consecuencias ambientales no deseadas.
A pesar de su fama como cazadores, los estudios demuestran que los gatos no son la solución ideal para el control de ratas en entornos urbanos. De hecho, su impacto negativo en otras formas de vida silvestre es mucho mayor que su capacidad limitada para controlar las poblaciones de roedores. Como concluyó Parsons, "La clave para gestionar las poblaciones urbanas de roedores es la gestión de residuos, no los gatos ferales".
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