STP en Argentina: El Temple de los Pilotos de Piedra

Los Stone Temple Pilots pasaron por Buenos Aires con el aplomo y la contundencia de siempre. Ante un Luna Park que ofrecía varios claros, entendible por la reciente avalancha de visitas del género, dejaron en claro que en el grunge son una referencia indispensable, tanto como esos hits, ya clásicos, vivados con devoción.

Por Canal26

Viernes 18 de Noviembre de 2011 - 00:00

Está bueno Buenos Aires. Muy bueno. Y claró está que en esto el Jefe de Gobierno porteño no tiene nada que ver. Y menos que oír. No me lo imagino ni lo quisiera imaginar ladrando a Scott Weiland como a Freddy Mercury. Al menos algo bien hace.

Los que sí corearon todos los temas con devoción fueron los que no llegaron a colmar el pasado miércoles las instalaciones del Luna Park.

Se entiende: por Buenos Aires, que sólo por esto está bueno, desde el 5 de noviembre a la fecha, en tan sólo 11 días, Sonic Youth, Black Rebel Motrocycle Club, Faith No More y Pearl Jam (fue en provincia pero para el fan porteño que se traslada la referencia vale) sólo por nombrar bandas muy afines, los claros respondieron en gran parte a la avalancha de bandas que se sucedieron en poco tiempo por la Ciudad, tan acostumbrada últimamente a otras ingratas y hasta trágicas avalanchas.


Esta ultima, musical y a cargo de los STP hizo crack con Crakerman, y siguió durante una intensa y hasta arrogante desde la postura, durante una hora y media sin respiro. Wicked garden , Vasoline Heaven & hotrods , Between the lines del último disco, Hickory, Still remains, Big empty, Silvergun superman, Plush, Interstate, muchos de ellos hitazos de la banda en la època en que Weiland lidiaba con su fama, sus adicciones y los ingresos y egresos de prisión fueron sonando con contundencia antes de Big Bang Baby, que no había formado parte del set list del 4 de diciembre del 2011.

Hay que agradecérlos: saltar, reír, gozar de ese temazo y ese estribillo, “Nothing's for free Nothing's for free, T ake it away boys” o “No hay nada para ser libre, no hay nada para ser libre, lleva lejos a los chicos” ya pagó la entrada que en este caso no tenía los valores astronómicos de otras bandas del género.

Weiland parece liberado de la prisión tanto adictiva como comunicacional, loockeado más cerca de un modelo con pelito corto pero carita de reventado, mantuvo la voz durante la hora y media, y transpiró las camisetas, la larga rayada balnquinegra y la azul con escote en v muy cheta, para un rocker salvaje de su porte.

El cierre con “Dead & Bloated” y una sorpendida fan incluida gritando la intro en el megáfono seguido de “Trippin´on a Hole in a Paper Heart” selló el nuevo encuentro con el público argentino del que sólo tomó una bandera, la extendió y se la sacó de encima. Lo bien que hacen en no hacer bandera con las banderas.

Con enarbolar bien alto las del grunge con una voz glamorosa y agraciada, punteos hendrixnescos, un bajo demodelor y una batería en sintonía alcanza y sobra.

Por Sergio Corpacci (imagen Rock And Pop)