Lenin, Stalin y Putin.
Una patrulla sorprende a Winston caminando por una zona prohibida en un horario en el que debería haber estado en su casa. Debido a esta infracción deberá presentarse al día siguiente en la comisaría de la policía del pensamiento. Lo llaman por su número, el 6.748 y lo empiezan a interrogar sobre qué cosa estaba haciendo en esa zona y dónde trabajaba. Winston contestó que salió a caminar para calmar su dolor de cabeza y que su trabajo era el de reescribir la historia.
Apenas dijo eso, un segundo policía lo corrige inmediatamente señalándole que su manera de decirlo era inadecuada, que su trabajo era rectificar discursos y noticias falsas. Y agregó que eso demostraba lo necesario que era establecer la neolengua y que cuando saliera el nuevo diccionario habría menos errores semánticos.
Winston Smith trabajaba en el Departamento de Registro del Ministerio de la Verdad cambiando los titulares de los viejos diarios. El Ministerio de la Verdad controlaba las noticias, la educación, el arte... hoy podría ser rebautizado como el Ministerio de lo Políticamente Correcto.
Estos diálogos los tomé de la película 1984 de la Columbia Pictures Corporation que hizo una adaptación libre de la novela de George Orwell, el filme es del año 1956 realizado en blanco y negro y protagonizado por Edmond O'Brien. Algunos dicen que fue financiada por la CIA. De esto último no tengo pruebas.
Winston Smith (Edmond O'Brien) vive en un país llamado Oceanía que es una dictadura, con un sistema de control muy similar al de Hitler o el de Stalin. Hoy ese sistema de control (facial y con cámaras) lo tiene China.
Pero esto que escribió Orwell está muy lejos de ser solo una novela. Orwell vivió en un siglo de dictaduras y de guerras y algunas de ellas continuaron después de la II GM.
Con todo lo dicho en el comienzo, quiero centrar el tema en la historia, en el pasado que como tal no puede ser cambiado. Y cómo se pretende con interpretaciones, prohibiciones y revisionismo interesado moldear el futuro.
La historia como arma arrojadiza, la estupidez de interpretar el pasado con mentalidad actual o interés político. ¡Una locura! Una locura que no se puede ni se debe tolerar.
No, estupidez no, ideología. Cambiar hábitos, culturas y costumbres que, al igual que en la novela 1984, permita lograr la dominación.
Gramsci decía que la conquista del poder cultural es previa a la del poder político y que se logra mediante la acción concertada de los intelectuales (afines) llamados orgánicos infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios. Para este sardo, uno de los fundadores del Partido Comunista italiano, el marxismo tenía que ir hacia la guerra cultural y no solo una lucha de clases ya que desde el punto de vista económico el comunismo ha sido un rotundo fracaso.
El objetivo es la destrucción cultural de Occidente (y de otras cultural también). Pero el obstáculo es la fe cristiana o para hacerlo más amplio, la tradición judeo-greco-cristiana, apuntando a su base: la familia.
Orwell también señalaba algo como la neolengua. Se debe tener mucho cuidado con la destrucción del idioma. Mucho cuidado con el lenguaje corrosivo.
La verdadera patria no es la tierra donde se nace, la verdadera patria es el idioma que uno habla. Es lo primero que un recién nacido escucha de los labios de su madre.
El español, el inglés, el francés para solo mencionar algunos se escuchan más allá de sus países de origen. Todos ellos son la misma patria... cultural.
Samuel Huntington señaló en su libro El choque de las civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, que "la historia humana es la historia de las civilizaciones. Es imposible pensar la evolución de la humanidad de otra forma. Tanto civilización como cultura hacen referencia a la forma global de vida de un pueblo, y una civilización es una cultura con mayúsculas. Ambas contienen valores, normas, instituciones y formas de pensamiento a las que sucesivas generaciones dentro de una sociedad dada han atribuido una importancia fundamental. Sangre, lengua, religión, forma de vida, era lo que los griegos tenían en común y lo que los distinguía de los persas y otros pueblos no griegos".
Tomaré un par de datos más de un gran libro sobre geopolítica que lleva por título Así se domina el mundo del coronel español Pedro Baños que fue además jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Ejército Europeo, en la parte que menciona las estrategias de manipulación, que fueron creadas por el francés Sylvain Timsit. Son diez. Una de ellas establece que hay que "usar la emoción más que la reflexión. La emoción provoca un cortocircuito en el análisis racional, afectando al sentido crítico de los individuos. Al quedar indefensos, se les puede implantar ideas, deseos, miedos o inducir comportamientos".
La historia siempre es revisionista, pero con documentos. Sin ellos es solo una simple interpretación.
En política (y en geopolítica) nada sucede por casualidad y aquello que parecía casual, no lo fue.
De todas las dictaduras del siglo 20 hay dos que se recuerdan de manera constante, la de la Alemania Nazi y la de la Rusia Soviética. Pero después de la victoria aliada de 1945 solo quedó una: la de Stalin.
La Gran Guerra Patria y su desfile anual es una celebración cara a los sentimientos de los rusos. En su momento el pueblo, en ese entonces soviético, soportó el gran peso de la maquinaria militar alemana.
Tanto la ceremonia como el desfile son siempre impresionantes aunque con algunos cambios con respecto a era socialista. Rusia no es la Unión Soviética, no es comunista. Se recuperó tanto la bandera como el escudo imperiales. La bandera comunista se transformó en el Estandarte de la Victoria. Se recuperaron símbolos zaristas y comunistas. Es que ambos pertenecen a la historia rusa. El pasado no se puede cambiar. Pero nunca dejó de llamarme la atención que se hubiera recuperado la Bandera Imperial.
En el mes de enero de este año el presidente Putin aprobó una ley que no permite que se iguale a la Alemania Nazi con el papel liberador de la URSS. No tienen la misma opinión los países que fueron liberados por los soviéticos, sobre todo los polacos cuando su territorio fue dividido entre alemanes y rusos. En algún momento a Polonia se la llamó "Pastel de Reyes", de hecho el francés Alfred Jarry, escritor de una cultura muy amplia, en su drama de cinco actos llamada Ubu Rey señaló (en un discurso en el Teatro de L'0euvre en 1896) que "lo que iba a comenzar, se desarrolla en Polonia, es decir, en Ninguna Parte". El recuerdo de las particiones de su país no ha sido olvidada por los polacos, de ahí que pongan al nazismo y al comunismo en el mismo nivel. Similar postura tienen las Repúblicas Bálticas.
Según algunas opiniones, Putin quiere dejar de lado aquellos sucesos que no le gustan, sobre todo los ocurridos entre los años 1939 y 1941, lo que es definitiva es un uso político de la Historia.
El tratado Ribbentrop-Molotov de no agresión permitió que tanto Alemania como la URSS se repartieran territorios, entrando los comunistas en Polonia y las Repúblicas Bálticas con represión, la deportación de miles de personas y la destrucción de las élites, es decir, de los dirigentes que podrían traerles algún tipo de problema... y las matanzas. Tanto Alemania como la URSS eran estados totalitarios donde se destruía a los opositores, en el primero por cuestiones de raza, en el segundo por cuestiones de clase. Le atribuyen a Stalin la siguiente frase: "un muerto es una tragedia, un millón una estadística".
En Asia ocurrió algo similar con Japón.
Los criminales de guerra tanto alemanes como japoneses fueron juzgados, condenados y ejecutados pero la ideologia marxista y sus símbolos con más de 100 millones de muertos, declarada ilegal en unos veinte países, sobre todo en aquellos estados que la sufrieron, aún no ha tenido su Nuremberg.
En realidad no todos los colaboracionistas han sido castigados. Hay algunos que han escapado, recuerdo ahora a uno de ellos que nació en Hungría y trabajó para los nazis. Se cambió su apellido. En la actualidad es multimillonario y controla muchas ONGs. En una entrevista, que se puede encontrar en la red, reconoció haber hecho ese trabajo sucio.
Sublimar hechos históricos en Rusia es natural, lo sería en cualquier país. Pero no se puede exonerar a Stalin por sus crímenes. Que se lo recuerden a los polacos por la Matanza de Katyn donde la policía soviética eliminó no solo a la crema y nata del ejército polaco sino también a policias y civiles. Fueron más de 21.000 los asesinados. De ellos 4.143 todos oficiales polacos ejecutados con un tiro en la nuca, incluyendo sacerdotes. Un ejemplo brutal del salvajismo de Stalin.
Paradojas del destino, los que descubrieron las fosas fueron los nazis.
Pero esta idea de establecer el pasado de manera oficial e indiscutible no solo pasa en Rusia, también se ve en otros países, España por ejemplo con la Ley de Memoria Histórica removiendo estatuas y sepulturas. En definitiva abriendo viejas heridas de manera gratuita. O en países americanos tirando estatuas o pintándolas como ocurrió meses atrás en los Estados Unidos llevado a cabo por grupos teóricamente antisistema, lo único que logran es el efecto contrario. Aquí se podría aplicar tranquilamente la ley de Newton: "a toda acción se le opone una reacción de igual intensidad pero de sentido contrario".
Y esa reacción ya ha empezado.
La destrucción de la hispanidad en América, cambiando la historia, es otro de los objetivos del globalismo capitalista y del marxismo. Se ve patente en discursos de López Obrador (cuyos antepasados vienen de Cantabria una de las regiones que con Galicia y Asturias son las zonas celtas de España) o más recientemente en la toma de posesión del presidente peruano Pedro Castillo, del cual espero que a estas alturas haya aprendido cuando existe un monopolio y cuando no lo hay. Esa entrevista se puede ver en youtube donde un periodista literalmente lo destroza y donde Castillo demostró una ignorancia que asusta.
María Elvira Roca Barea en Imperiofobia y Leyenda Negra, señala que"solo razones muy profundas de autojustificación pueden justificar esta anomalía. Casi dos siglos después de la independencia, el hábito de achacar a la "colonización" española el fracaso económico de las naciones de Sudamérica sigue intacto. Habría que emprender un proceso de autocrítica muy sereno que pocos están dispuestos a hacer, para bucear en las causas de los problemas de Hispanoamérica. Es mucho más sencillo y más cómodo culpar al Imperio Español, que después de haber encarnado al Anticristo, tenía ya una larga experiencia asumiendo culpas propias y ajenas. El Quinto Centenario fue la ocasión propicia para el recrudecimiento de los viejos y queridos temas de las masacres y la destrucción de las culturas indígenas, hecho que al parecer solo sucedió en la América del Sur y no en la del Norte, a pesar de la evidencia, que salta a la vista, de que América del Sur está llena de indígenas, mientras que en la del Norte hay que buscar mucho para encontrar uno..."
En la cuestión americana hay cosas que personalmente me molestan. Primero, que se llame a los yanquis, americanos como si el resto no lo fuéramos. Estados Unidos es el único país de América que No tiene nombre. Hasta Brasil en algún momento de su historia se llamó Estados Unidos do Brasil. Segundo, que se llame a la América Española, Latinoamérica. Latino no solo es incorrecto, es un insulto. Aquí todos somos hispanos porque hablamos español. Y al que no le guste... lo siento mucho.
Las cosas no se cambian por las malas, llevan su tiempo, pero desde el ahora hacia adelante y no hacia atrás. Los planteamientos de grupos minoritarios que, como sea, quieren imponer sus ideas a las mayorías, algunas de ellas verdaderamente delirantes no puede ser aceptado. El querer obligar a pensar y hablar de una manera determinada es totalmente contrario a la curiosidad innata del ser humano en la búsqueda del conocimiento. Sin curiosidad ni intercambio de ideas no se hubiera producido el avance de la Humanidad con todos sus aciertos y errores. Todo se puede discutir pero con argumentos. De lo contrario se confirmará la predicción de Gilbert Chesterton: "llegará el día en que será preciso desenvainar una espada por afirmar que el pasto es verde".
*Por Manuel Casto
Periodista de Canal 26