Argentina se encuentra posicionada como el segundo país a nivel mundial con más casos de TCA.
¿Qué vemos cuando nos vemos? Para muchos, ver su reflejo en un espejo es un verdadero desafío. Las figuras hegemónicas predominan en el “mundo paralelo” de las redes sociales, lo que aumenta la inseguridad en muchas personas que hacen hasta lo imposible para asemejarse a los parámetros de ese cuerpo perfecto “extremadamente delgado”.
Cada 30 de noviembre, se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Como lo explica la nutricionista Agostina Astezano (MN 1838/1), “los TCA, son un grupo de trastornos mentales caracterizados por una percepción distorsionada de la propia imagen corporal, una ingesta alimentaria alterada y una excesiva preocupación por el peso corporal”.
Si nos remontamos años atrás, los problemas relacionados a la figura corporal estaban asociados al género femenino de la alta clase social. “Hoy en día se observa la aparición de la enfermedad en personas de edad cada vez más temprana y de cualquier posicionamiento económico”, dijo con respecto a esta problemática la especialista.
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“Hoy en día, está de moda ser saludable lo cual esta buenísimo, en su justa medida", comenta la nutricionista. Pero cuando las conductas comienzan a volverse obsesivas, cuando las imágenes se distorsionan, cuando la balanza se vuelve nuestra mejor amiga, nos adentramos en un laberinto del cual es difícil escapar.
Pero en lo que respecta a la comida, esto no lo es todo. “En contraposición tenemos, el boom de la comida chatarra, cada vez que prendemos la tele, hay más anuncios de comida ultra procesada, riquísima, pero malísima nutricionalmente hablando”, menciona Astezano. Los alimentos, ricos en aditivos, generan una especie de adición y una “sed de procesados” que ni comiendo se va.
El escenario es muy complejo ya que la “relación tóxica” con la comida crece a pasos agigantados día a día. La nutricionista cuenta que “muchas veces, los TCA comienzan con comer más sano o ser vegetariano para empezar a excluir grupos alimentarios más calóricos, o dejar a de ir a reuniones donde se comerán estos alimentos”.
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Cuando de trastorno alimenticio se habla, la salud mental pasa a tomar un papel predominante, ya que la imagen corporal se distorsiona en la mente del individuo. “No solo es la apariencia física, sino también los sentimientos, actitudes y valoraciones corporales de sí mismo”, evalúa la licenciada.
Los TCA más frecuentes, pero no únicos, son la Anorexia Nerviosa (AN), Bulimia Nerviosa (BN) y el Trastorno por Atracón (TA).
La Bulimia Nerviosa, que se caracteriza por la presencia de un atracón de comida seguido de una purga, generalmente se da con comida con alto contenido en grasas y azúcares por la “sensación de felicidad” que ésta genera en el organismo. Sin embargo, este grato sentimiento dura muy poco tiempo y, la culpa y los pensamientos negativos toman predominio, lo que da lugar a una “conducta purgativa”.
Es en este momento, cuando el vómito, el ejercicio físico excesivo, y los laxantes o enemas entran en juego. Solo hay un único objetivo: deshacernos de todo aquello que se comió.
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Es importante prestar especial atención a los signos de alerta. Identificar el problema cuanto antes es fundamental para garantizar la salud.
Entre las señales más comunes, la nutricionista Astezano enumera:
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Por otra parte, “es fundamental la Educación Alimentaria Nutricional (EAN) en las escuelas, una gran lucha que tenemos los nutricionistas con el plan educativo nacional”, continua, ya que en edades tempranas es donde se crea un buen patrón alimentario saludable que nos acompañará de por vida.
Generalmente, durante la adolescencia, período donde el cuerpo comienza a cambiar, surgen los desórdenes alimenticios. Por este motivo, suelen ser los profesores y los compañeros de clases quienes detectan los “signos de alarma” en primera instancia.
Hay que abrazar la gran diversidad de cuerpos existentes y mirarnos en cada espejo con amor aceptando incluso aquellos “defectos” que nos vuelven únicos. “Debemos educar, en primer lugar, a no opinar sobre los cuerpos de los demás, bajo ningún concepto”, concluyó la Agostina Astezano.
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