Aerosmith, asombroso: un show único y al límite

La noche era fría en La Plata, la lluvia amenazaba desde hace unas horas y la espera llegaba a su fin. Apenas pasadas las 22, Aerosmith salió a escena ante la multitud que tanto ansiaba su visita.

Hacía falta rockanroll muchachos, y entonces Steven Tyler salió con todos sus secuaces a escena. El viejito estaba más piola que nunca: musculosa verde con rostro femenino, pantalón blanco con rayas negras, pañuelo multicolor al cuello, sombrero negro con una enorme pluma y ojo morado cubierto por anteojos negros.

La caída que le dejó el ojo en compota y un diente menos al líder no era suficiente como para cancelar el tour latinoamericano de “Back On the Road” y no caben dudas de que están de regreso en la ruta y de la mejor manera.

La banda realizó un recorrido por toda su carrera. La noche se inició con una melodía de 1977, Draw the line y siguió con otro del '74, Same old song and dance y uno del '72, Mama kin. Rápidamente y para que la gente hiciera su pogo más elevado fue turno para Janie's got a gun ('89) y Livin' on the edge ('92).

Lo que vino después, fue una extraordinaria clase de batería de "Joey" Kramer que tocó con sus palillos, las manos y hasta la cabeza, tuvo una breve participación de Steven que hizo delirar a la gente y se robó las ovaciones de la noche.

Después, a rockear se ha dicho, esa increíble canción digna para el strip o pole dance a la hora de la seducción: Rag doll. En medio del estadio, ellas deliran por los movimientos sexies de Tyler y ellos le guiñan el ojo al seductor rockero, dejando que conquista a sus damas. El show no para y llega el momento asombroso con Amazing que hizo cantar a la gente. Fue uno de los puntos más altos vividos en el Estadio Único de La Plata que reunió a 45 mil almas para disfrutar de la música de Aerosmith.

Como no podía ser de otra manera, en tierras futboleras donde no faltan esos coros al unísono de los estribillos de grandes clásicos de la música, tampoco estuvo ausente la Bandera Argentina en la pantalla gigante de fondo y en la espalda del carismático líder que comenzó a cantar a capella con sus tradicionales agudos esa hermosa melodía del '89, What it takes. Y rápidamente saltaron otra vez a la década del setenta para tocar Last child.

Gritos alocados, transpiración de cuerpos agitados y pura adrenalina, era tiempo de escuchar a la otra gran estrella que tiene la agrupación. Fue entonces que Joe Perry -vestido de negro y rojo para la ocasión- calzó su guitarra y anunció que era tiempo de buen blues de Boston e inició los acordes del clásico Stop messin' around de Fleetwood Mac (para felicidad absoluta de quien escribe esta nota), mientras Steven Tyler lo acompañaba con su armónica a un costado del escenario dándole el lugar a su compañero de ruta que hacía de las suyas junto a Kramer, al guitarrista Brad Whitford y al bajista Tom Hamilton.

Si algo le faltaba a la noche rockera era terminar cantando bajo la lluvia y sucedió. Tyler anunció: "God is crying" (Dios está llorando) y arremetió con I Don't wanna miss a thing, el clásico del film Armagedon donde la protagonista es su bellísima hija Liv Tyler.

Más lluvia, más hits: Crying, Sweet emotion, Sing it! Un Tyler de 63 años en su mejor momento, corriendo de un lado al otro en medio de la lluvia -esperando que no volviera a caerse para seguridad de su rostro-, contoneando su delgado cuerpo, deleitando con sus ocurrencias y metiéndose a su gente en el bolsillo.

La primer despedida al grito de “olé, olé, olé” para los bises a todo power con Dream on, Love in an elevator y Walk this way. A esta altura no quedaba más que agradecerle Steven y sus compañeros de ruta por tanto talento desplegado y a Dios por sus lágrimas y esa mágica noche platense donde fue un placer vivir al límite.


Por Claudia Seta
Twitter: @setaclaudia