El líder de Jane's Adicction había prometido un “show inolvidable” y vaya si cumplió. En noventa minutos revisitó su vasta, precursora e insoslayable obra y dignificó a la música y el arte por encima de la parafernalia tan típica de hoy. Por Sergio Corpacci
Por Canal26
Viernes 1 de Abril de 2011 - 00:00
Volver a los 90'.
21 años después volver a la infame pero también hermosamente desenfrenada y adictiva década de los 90'.
No hizo falta demasiado: tras la irrupción de esa silueta, tan fina, elegantemente vestida de negro de ese brillante artista que fue, es y será el mítico Perry Farrel, unos seis mil porteños pudimos dar crédito de esos tipos que nos volaron la cabeza, que nos sacudieron el cuerpo, el alma y aceleraron las pulsaciones bajo cualquier influjo - no importa ni cuánto ni cómo ni cuales - pudimos dar crédito (porque también lo teníamos vía celular) de que esa maravilla venida, dos décadas después de Los Angeles, California estaba entre nosotros, con nosotros.
Con nosotros “Juanas Adiccióóóóóóóóóóónnnn”.
Entonces desde las 21.05 quienes colmamos el Anfiteatro de Puerto Madero fuimos subyugados por este y aquel “Ritual de lo Habitual”. Diez años después de que ese artista increíble, mezcla de chamán con rasgos andróginos, aterrizara en Baires solo y en plan DJ en la discoteca Pachá (visita que el mismo Farrel se encargaría de recordarnos) y a solo días de la caída de las hilachas malditas de ese modelo ídem que nacería en los infames 90' y moriría a sangre y fuego en ese turbio y lamentable diciembre delarruista.
Ahí estaba, ahí lo teníamos, secundado por el guitarrista, Adonis y multi fácetico Dave Navarro y sostenido desde el bajo por Chris Chaney y Stephen Perkins en batería.
Y como sin sexo Jane's no es Addiction, una muñeca real rubia onda porno star (a la sazón, novia de Farrel) y una morocha pinta pseudo asiática para el contraste ideal, suman desde el escenario con poses y gestos más que calientes mientras dos chicas sostenidas por arneses desde la propia piel de sus espaldas impresionan, mientras el telón de fondo acorde a la estética del grupo completa el marco ideal para la velada.
Que arranca con la potente "Whores" mientras avalanchas de cuerpos pujan por estar más cerca del creador del festival Lollapalooza que en estos días bajará, por primera vez, a una ciudad latinoamericana, Santiago de Chile, excluyéndonos cual Obama de la visita. Pero qué importa el reincidente bélico Premio Nobel de la Paz a los bombazos y qué importa el ponderado festival si los tenemos enfrente, a nuestro alcance, gratis! por tener fuckin' celular. Como siempre lo soñamos y hasta creímos que jamás se nos iba a dar.
Entonces comienzan a descargar los trece temas que la lista ofrece, que parece corta, pero qué va, si lo que se corta y recorta es la respiración, se aceleran las pulsaciones, imbuidos por esas féminas que se frotan y nos frotan el pecho, nos tiran un rewind al cerebro y nos hacen retrotraer a departamentos en los que ya no volcamos, casas en las que ya vivimos y malvivimos, vicios que muchos hemos abandonado.
“Three Days” entonces es un remanso, un cuelgue, el confort y música para volar, mientras Perry, chamánico, terráqueo, sexy jamás barrigón, nos obliga a no quitarle los ojos de encima mientras tema a tema nos pega una patada en el plexo, una caricia al recuerdo que replica, un cachetazo al pasado para desempolvarlo de ese arcón vicioso de los recuerdos.
Y reaparecen, resurgen, gemas oscurísimas como "Mountain Song" o "Ocean Size" y "Ted, Just Admit It..." del disco debut Nothing´s Shocking.
A esta altura la promesa de Perry Farrel, el “show inolvidable” que iban a darnos ya era una realidad, Perry Farrel cumple y cómo y Janes Addiction dignifica al rock alternativo, esa inédita, hasta su irrupción, etiqueta que les estamparon y que tan bien los resumen y hasta contienen. Una máxima peronista en la noche feliz de un día ídem porque ya sabemos y sino apréndanlo de una vez que los mejores días fueron son y serán peronistas.
Y si lo incontenible era ya la emoción de tenerlos "Been Caught Stealing", la de t´s mine, mine all mine! Lest Go!!!) previa al cierre ideal, único e irrepetible con la incandescente “Stop!” preludiaría el fin con "Jane Says" coronados por una lluvia plateada de papelitos sobre nosotros.
“Esto es muy noventas, muy noventas, que una marca de celular haga esta movida es muy noventas, muy noventas” graficaba y reflexionaba entre tanto éxtasis uno que optaba por contextualizar la velada, la velada que se iba.
Muy noventa, sin la infamia de esa década idem, en un exceso de talento y devoción. En noventa minutos inolvidables de esos cuatro tipos venidos de “Los Angeles, California” que advertían a nuestros padres el tener “más influencia en sus hijos que ustedes, pero los queremos”.
Nosotros también a ustedes, Jane's Addiction. Y no se dan una idea cuánto.
Por Sergio Corpacci
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