Se trata de una dolencia crónica e irreversible de su aparato digestivo que provoca diarrea, anemia, cansancio, sangrado rectal, cólicos, dolor abdominal, incontinencia e incluso fiebre. Cómo tratarla.
Por Canal26
Domingo 19 de Mayo de 2019 - 11:05
El domingo 19 de mayo se conmemora el Día Mundial de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), que afecta a unas 6 millones de personas en el mundo.
La doctora Alicia Sambuelli, médica gastroenteróloga y coordinadora del Grupo de Trabajo de Enfermedades Inflamatorias Intestinales del Hospital de Gastroenterología "Dr. Carlos Bonorino Udaondo" explicó que la colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn son los dos extremos del espectro de enfermedades inflamatorias intestinales.
La colitis ulcerosa afecta el intestino grueso (colon) desde su porción más inferior (recto), extendiéndose hacia arriba en forma continua y en longitud variable mientras que la enfermedad de Crohn puede afectar una o más porciones del intestino delgado, el colon (intestino grueso, con recto comprometido sólo en la mitad de los casos) y raramente otras partes del tubo digestivo, pudiendo intercalarse zonas sanas y lesionadas.
En cambio, las denominadas enfermedades inflamatorias inclasificables y la colitis indeterminada (diagnosticada sólo por pieza quirúrgica) no se pueden ubicar dentro de ninguna de las dos mencionadas. Un grupo de las mismas evoluciona a un diagnóstico definitivo, pero otras no.
"Estas enfermedades son orgánicas, no son funcionales, no tienen nada que ver con el síndrome de intestino irritable. Al ser orgánicas hay lesiones detectables en el intestino evidenciables con endoscopías o con biopsias, o en estudios por imágenes; además tienen síntomas que pueden llegar a ser importantes, convirtiéndolas en potencialmente severas, con potencial aparición de complicaciones o requerimiento de internaciones y cirugías", señaló Sambuelli.
Sólo en el mencionado Hospital de Gastroenterología se realizan alrededor de 4.000 consultas ambulatorias de EII por año y se internan unos 140 pacientes afectados por estas enfermedades, atendidos por un equipo especializado de profesionales que incluye una enfermera para soporte, comunicación con los pacientes y tratamientos especializados.
"Se estima que a nivel mundial habría 6 millones de personas con enfermedad inflamatoria intestinal. En Argentina, dada la diversidad y multiplicidad de los sistemas de salud, es muy difícil calcular la prevalencia, pero se supone que cada 100 mil habitantes, podría haber entre 75 y 100 personas afectadas, lo que daría un total cercano a entre 30 mil y 40 mil pacientes, pero esto debe ser corroborado", sostuvo Sambuelli.Si bien no se conocen las causas de estas patologías autoinmunes, habría sustancias relacionadas con la industrialización que están actuando como gatillos del sistema inmunológico.
El intestino posee una capa de células (epitelio) que forman una barrera, que debería proteger al organismo del acceso descontrolado de diversos agresores presentes en la luz intestino.
Si la permeabilidad está aumentada, se produce una estimulación inadecuada (exagerada) del sistema inmunológico (mediado por estímulos que, entre otros, pueden ser generados por microorganismos como bacterias que colonizan el intestino, o bien, componentes de los alimentos que ingerimos, productos químicos industriales, la contaminación ambiental o el tabaquismo (dependiendo del tipo de enfermedad).
Desde la comunidad médica, se hace hincapié en la necesidad de brindar el soporte para los pacientes quienes ven impactada su calidad de vida debido a síntomas como diarrea, pérdida de peso, cansancio, fiebre o febrícula, sangrado rectal, dolor abdominal y obstrucción intestinal, entre otros.
Además puede cursar con manifestaciones autoinmunes fuera del tracto gastrointestinal, como en las articulaciones (artritis o dolor), distintas lesiones de la piel, oculares (uveítis, iritis), hepáticas y tromboembólicas.
Desde una Asociación sin fines de Lucro, Grupo Argentino de Enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa (GADECCU), que la doctora preside, se persigue el objetivo de mejorar la calidad de vida de estos pacientes.
En tanto, si bien hay un subgrupo que debuta con la enfermedad luego de los 60 o 65 años, son enfermedades que se dan principalmente en la gente joven, entre la segunda, tercera y cuarta década de la vida, en plena etapa de capacitación, desarrollo laboral y familiar.
Al hablar acerca de las opciones terapéuticas que se utilizan para tratar las EII, Sambuelli afirmó: "Hay diversas alternativas disponibles que varían según el tipo de enfermedad, la severidad, los factores pronósticos y las comorbilidades, y hay otras drogas en etapa de investigación; el panorama para estos pacientes es cada vez mejor porque a ritmo vertiginoso se están elaborando opciones cada vez más novedosas".
"Es importante que los pacientes puedan acceder rápidamente a las medicaciones que requieren para que no se agrave su condición incrementando los costos de todo tipo, necesitando en ocasiones que se simplifiquen y agilicen los trámites. Es fundamental que, al igual que en los países de alto nivel de desarrollo, los estados nacionales y provinciales tengan conciencia de que estas enfermedades existen, que son importantes y que pueden alterar profundamente la calidad de vida de quien las sufre", expresó.
Para la detección de la colitis ulcerosa y de la enfermedad de Crohn, se utilizan estudios como la ileocolonoscopía con biopsias, enterotomografía, enteroresonancia y videocápsula del intestino delgado, entre otros.
Más recientemente se empezó a utilizar el estudio denominado "calprotectina fecal", que permite cuantificar el grado de inflamación; esto en determinados momentos sirve para diferenciar entre una enfermedad nada más que funcional, como el intestino irritable -en donde no hay lesión- y una enfermedad orgánica que puede o no ser una EII.
Además, según señaló Sambuelli, "una vez que se hace el diagnóstico, la calprotectina fecal es útil para controlar la actividad de la lesión, aunque el paciente esté sin síntomas entre la colonoscopias, es decir, funciona como alarma para detectar si un paciente se está activando y para controlar si el tratamiento está haciendo efecto. Por otra parte, debido a la agresividad de sus síntomas, el nivel de subdiagnóstico en la EII es bajo e infrecuente".
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