En el Día Nacional del Mate, un repaso de la relación que esta infusión tan consumida en el país mantenía con los hombres más importantes de la historia.
Este sábado 30 de noviembre se celebra el Día Nacional del Mate. El motivo de elección de esta fecha se debe al nacimiento de Andrés Guacurari y Artigas quien fue un caudillo guaraní y el único gobernador indígena de la historia nacional y encargado de fomentar la producción y distribución de la yerba mate.
Esta fecha termina siendo una excusa ideal para adentrarnos en cómo los próceres argentinos veía a esta infusión y como suele pasar, algunos la amaban y otros la odiaban.
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Si bien no hay escritos de Manuel Belgrano sobre qué le parecía esta infusión, el Museo Histórico Nacional tiene entre su colección uno de sus mates. De cocobolo y tallado con sus iniciales.
Juan Manuel de Rosas era fanático. En su residencia de Palermo casi que obligaba a sus invitados a tomar mate. De hecho hay una anécdota que el profesor de piano de su hija Manuelita salió un día descompuesto de tantos que se había tomado.
Días después, a la casa del profesor llegaron dos sobres. En uno, Juan Manuel le comunicaba lo contento que estaba con los progresos de Manuelita y en otro había 25.000 pesos. "Van mil pesos por cada mate", le escribió el Restaurador.
En su exilio se convirtió en un gran compañero. Desde allá escribió: "Mi economía en los doce años corridos ha continuado siempre tan severa como parece imposible al que no ha estado cerca de mí. No fumo, no tomo rapé, ni vino ni licor alguno, no asisto a comidas, no hago visitas ni las recibo, no paseo ni asisto al teatro ni a diversiones de clase alguna. Mi ropa es la de un hombre común. Mis manos y mi cara están bien quemadas y bien acreditan cuál y cómo es mi trabajo diario incesante, para en algo ayudarme. Mi comida es un pedazo de carne asada y mi mate. Nada más."
José de San Martín, por su parte, no tenía tanta onda con el mate. Pero siempre valoró el peso simbólico que tenía y ante sus soldados tomaba sus bebidas dentro de un mate y con bombilla.
Benjamín Vicuña Mackenna escribió en 1863 una de las primeras biografías sobre el Libertador: "¡Cosa extraña! Siendo argentino, casi paraguayo, el general no hacía uso nunca del mate en Europa; más por una ingeniosa transacción con sus viejos hábitos se servía el té o café en aquel utensilio y lo bebía con una bombilla de caña".
El mate fue fiel acompañante de los revolucionarios que pelearon por la independencia. En cada posta, parada del camino, había esta infusión esperando para el viajero, para el representante de una provincia que se dirigía a alguna reunión o para un mensajero que iba a llevar algún recado.
Pero según relatos de testigos de la época, al llamado padre de la patria no le gustaban los mates. Lo que él bebía era el “mate de café” , pero no era sólo costumbre de Don José. El militar, escritor, exgobernador de Chaco y expresidente de la Cámara de Diputados, Lucio V. Mansilla, también era habitué.
Por Yasmin Ali
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