De entre 18 y 22 años, las futuras reinas europeas atraviesan las dificultades de cualquier joven, pero con el peso extra de la monarquía en sus espaldas. Los análisis de un experto en realeza y una psicóloga, en diálogo con canal26.com.
En Europa, donde la historia y la modernidad se entrelazan, un grupo de jóvenes princesas está escribiendo un nuevo capítulo en la historia de la realeza. Leonor de España, Amalia de Países Bajos, Elisabeth de Bélgica y otras herederas transitan por la compleja etapa de la adolescencia, enfrentándose a desafíos únicos que combinan el peso de sus futuros roles con los anhelos y dudas típicas de su edad.
Siempre parecen estar espléndidas, correctas y cautelosas para el ojo público, pero estas futuras reinas deben estar preparadas no solo para ser las líderes de su generación, sino también para las crueles críticas. Más allá de su formación desde temprana edad, cuestiones tan simples como compartir una salida con amigos o aparecer en una foto de Instagram de una amiga pueden convertirse en noticia en cuestión de segundos.
Con años de experiencia cubriendo las casas reales de Europa y una profunda comprensión de sus dinámicas internas, el periodista y autor de “Máxima, la construcción de una reina”, Rodolfo Vera Calderón, analizó en exclusivo para canal26.com el rol de estas jóvenes herederas y cómo están redefiniendo la monarquía en los tiempos que corren.
A su vez, Vanina Castellano, psicóloga especializada en niñez y adolescencia, dialogó con este medio sobre los desafíos psicológicos y emocionales que enfrentan las jóvenes princesas al crecer bajo el ojo público y con las expectativas de una toda nación puestas sobre sus hombros.
Si de opinión pública se trata, sería acertado afirmar que todo aquello que esté relacionado con la realeza genera un impacto inmediato y no pasa desapercibido. Lo despampanante de las monarquías y la curiosidad de saber qué sucede detrás de los históricos castillos en los que habitan no hace más que acrecentar el deseo de conocer lo que existe más allá.
"Hay un misterio, una mística, toda una curiosidad en torno a cómo viven, de qué hablan, de que charlan, cómo se divierten, si dicen malas palabras, si no lo hacen, toda una manera de armar el imaginario que tienen las personas sobre ellas”, explicó Vera Calderón.
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En el majestuoso Palacio de la Zarzuela, en Madrid, la princesa Leonor de Borbón, con tan sólo 18 años, camina con una elegancia que ya empieza a ser legendaria. La primogénita del rey Felipe VI y la reina Letizia sabe que cada paso que da está bajo la mirada de toda España. Un plan cotidiano para cualquier adolescente, como asistir a un recital, puede ser motivo suficiente para ser tendencia durante varios días.
A diferencia de otros adolescentes, la vida de Leonor está marcada por una rutina casi militar. En su realidad no hay lugar para los “caprichos juveniles” o la falta de interés en sus responsabilidades reales, y su madre Letizia se asegura de ello. "Para su madre, la imagen representa mucho, incluso el no verbal. Nunca deja nada librado al azar: todo es cuidado, todo es perfecto, nunca un paso más, nunca un paso menos. Ella era periodista y sabe sobre ello", dijo el experto.
Esta decisión es, para Vera Calderón, uno de los motivos de que Leonor sea la princesa más formada de Europa. “Sin dudas, la más preparada hoy en día para ser reina es Leonor. Su primer discurso oficial lo dio a sus 13 años en la entrega de los premios “Princesa de Asturias”, y lo hizo de forma excelente”.
“Leonor está muy presente en la vida pública a pesar de su corta edad, y su madre la ha preparado para ello”, añadió.
Su rutina está minuciosamente planificada: sin acceso libre a celulares ni a internet por decisión de la Casa Real de España, sus días se dividen entre la formación militar -es dama alférez cadete-, actividades deportivas y lecciones de protocolo. Sin embargo, detrás de la fachada disciplinada, hay una joven que sueña, siente y espera cumplir con las expectativas que el destino y la historia han puesto sobre sus hombros.
"La formación militar no es solamente usar un fusil o subirte un tanque. Allí se levantan a las seis de la mañana, marchan con sus compañeros y tienen su primer roce con el pueblo, con la sociedad, con las instituciones. En definitiva, el primer acercamiento con sus roles, con lo que van a representar en un futuro", detalló Vera Calderón.
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Mientras, en Países Bajos, la princesa Amalia de Orange, de 20 años, vive una adolescencia que, aunque es abundante de responsabilidades, refleja una aparente normalidad. Antes de cumplir 18, la hija mayor del rey Guillermo Alejandro y la reina Máxima sorprendió con su naturalidad y cercanía, sobre todo al tomar un trabajo de verano en un parador de la playa Scheveningen en 2020.
Previo a adentrarse en una carrera universitaria -estudios de Política, Psicología, Derecho y Economía en la Universidad de Ámsterdam- Amalia decidió renunciar a la asignación anual de 1,6 millones de euros que, según la ley, le corresponden al ser mayor de edad. Sin embargo, tres años después comenzó a percibirla.
Poco después de iniciar sus estudios en la capital neerlandesa, tuvo que abandonar sus planes de mudarse a una residencia universitaria debido a las amenazas que recibía. Como resultado, se vio obligada a regresar al Palacio Real en La Haya, donde se reforzaron sus medidas de seguridad.
Las raíces argentinas de su madre, la reina Máxima, se reflejan en Amalia, quien no solo domina varios idiomas, sino que también muestra un interés profundo por diferentes culturas. Habla español con su familia materna y estudia latín y chino mandarín, preparándose para un futuro que promete ser tan diverso como exigente.
Sin embargo, para el experto, la timidez de la princesa podría ser un punto débil y traerle dificultades durante su reinado. Algo de eso se vio durante el Festival Bon Bini, en la isla caribeña de Aruba, que tenía como objetivo que el pueblo holandés de las Antillas conociera a Amalia como futura reina. Durante el evento, ella permaneció con un perfil muy bajo, notablemente incómoda, y siempre pegada a Máxima.
“Se esconde detrás de su mamá, se esconde detrás del papá. Últimamente está tomando más seguridad, pero no fue hasta que cumplió los 18 años que comenzó a expresarse más por ella misma. Para mí, no hay prototipo más holandés que Amalia. Uno la ve y dice" esta chica es holandesa", observó Vera Calderón.
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En Bélgica, la princesa Elisabeth duquesa de Brabante, de 22 años, es una de las jóvenes royal que encabeza la lista de heredera al trono de Europa. Hija del rey Felipe y la reina Matilde, Elisabeth será la primera mujer en ascender al trono belga después de que, en 1991, cayera la ley que lo prohibía. Su formación fue, sin dudas, exhaustiva: domina el francés, alemán, neerlandés e inglés, reflejando la riqueza lingüística de su nación.
A pesar de haber alcanzado la mayoría de edad, Elisabeth no comenzó a recibir la asignación estatal a la que tiene derecho. Sus padres decidieron que primero debe completar su educación, asegurándose de que esté plenamente preparada para asumir sus deberes reales.
Se formó militarmente en la Real Academia Militar de Bruselas y, después del secundario, estudió Historia y Política en la Universidad de Oxford, en Reino Unido. Luego decidió mudarse a Estados Unidos para cursar un Máster en Políticas Públicas en la prestigiosa Universidad de Harvard.
A pesar de su linaje, lleva una vida discreta y común para una estudiante: reside en una residencia universitaria, disfruta de cafés con sus amigos después de clase, dedica largas horas a estudiar en la biblioteca y opta por un estilo de vestir casual.
Las jóvenes princesas se enfrentan a un desafío tan universal como lo es la propia adolescencia: la búsqueda de su propia identidad en un mundo que las compara constantemente con sus antecesoras y que cada vez está más influenciado por las redes sociales.
La adolescencia, aquella etapa de transición marcada por cambios físicos y emocionales, se convierte en un viaje particularmente complicado para las jóvenes princesas. "Cada adolescente experimenta tensiones entre esta nueva forma de ser y las expectativas sociales impuestas", explicó la psicóloga Vanina Castellano a canal26.com.
En la era digital, donde la belleza se redefine constantemente a través de filtros y ediciones, las jóvenes de la realeza no escapan a la mirada ajena. "Las duras críticas y comentarios maliciosos desde temprana edad pueden influir en gran medida en la percepción que tienen de sí mismas", añadió Castellano.
A su vez, la presión por cumplir con estándares estéticos irreales, como lo son una piel perfecta, cuerpos delgados y nulas imperfecciones, se intensifica con cada imagen compartida en plataformas sociales o con cada cobertura mediática.
Sin embargo, más allá de la esfera digital, el papel de los padres y figuras de referencia es sumamente importante, más aún teniendo en cuenta que, en estos casos particulares, son comparadas con ellos y su forma de llevar a cabo las funciones reales.
Por ello, “el apoyo familiar y la orientación adecuada de los padres son fundamentales en la formación de una autoimagen saludable, aún más teniendo en cuenta lo expuestas que están", detalló la experta.
La princesa Amalia es un claro ejemplo de lo que es ser objeto de la opinión pública desde niña: las cámaras siguen cada uno de sus movimientos y su apariencia motiva titulares en los medios de comunicación.
El hecho de que la futura reina de los Países Bajos sea criticada por su físico y su timidez no es nada nuevo. A pesar de ser una joven brillante, con intereses académicos y una personalidad encantadora para los propios holandeses, la presión de encajar en un “molde específico de princesa” aún la persigue.
Por otro lado, la Princesa Leonor, a pesar de su corta edad, ya siente el peso de las expectativas puestas sobre ella. Con una madre como la reina Letizia, conocida por su elegancia y sofisticación, la joven enfrenta comparaciones constantes, que van desde su postura, su forma de hablar, su estilo personal, e incluso el trato con su hermana Sofía. En este contexto sumamente exigente, cualquier signo de “rebeldía” o individualidad es rápidamente juzgado en las redes sociales.
Tan amadas como odiadas, estas plataformas no solo permiten una conexión más directa con el público, sino que también abren puertas a un mundo de comentarios, tanto buenos como malos. Si bien la realeza asegura que las jóvenes no cuentan con un acceso completo a internet, las cuentas extraoficiales o “fan accounts” pueden verse inundadas de comentarios en todos los idiomas.
"Las adolescentes se enfrentan a una disonancia constante entre la imagen pública y su realidad personal. La lucha por mantener una imagen impecable mientras se desarrollan como mujeres con responsabilidades es una batalla que, la mayoría de las veces, luchan en secreto”, indicó la profesional.
Leonor, Amalia y Elisabeth, junto con otras princesas de Europa, simbolizan una nueva era para la realeza. En una sociedad que exige transparencia y responsabilidad, estas adolescentes están forjando su camino entre las expectativas y los desafíos de sus roles futuros.
Ya no se trata solo de llevar una corona; se trata de ser líderes auténticas y cercanas, capaces de conectar con sus pueblos y representar los valores de una Europa moderna y diversa.
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