A pesar de la tregua de 60 días entre Hezbollah e Israel, las tensiones siguen creciendo y preocupa que el conflicto escale hacia una confrontación directa con Irán. Las decisiones geopolíticas de todo el mundo se reconfiguran a la espera de la llegada de Trump al poder.
Una tregua claramente no es un alto el fuego. No es una novedad, pero después de tantos meses de guerra, lo que se ha logrado en el conflicto entre Hezbollah e Israel no parece generar, con la foto de hoy, muchas esperanzas. Si nos atenemos incluso a las declaraciones de uno de los protagonistas más importantes del conflicto, el premier israelí Netanyahu, en su discurso a la nación -en el que buscó justificar el porqué del alto el fuego-, anunció lo que podría ser un enfrentamiento mucho más directo y letal contra su mayor enemigo, Irán.
Esta pausa en la guerra, de justo 60 días, un plazo que le daría a la presidencia de Trump el tiempo para acomodar algunas cosas en el salón oval de la Casa Blanca, ¿es el tiempo para el ingreso a otra escala del conflicto?
Tiempo atrás, Trump le dijo a Israel que fuera más a fondo en su guerra contra Irán. ¿Será entonces algo más que un respiro para las fuerzas armadas israelíes?
Los movimientos geopolíticos por la llegada de Trump al poder ya comenzaron a generar decisiones a nivel global, y la guerra en Medio Oriente no es una excepción. ¿Qué hay detrás del acuerdo? Puede ser una pregunta que no tenga respuesta ahora. De hecho, los propios partidarios de Nenatnyahu están muy disgustados con la tregua y entre la población la sensación es que podrían haber ido mucho más a fondo contra la estructura de Hezbollah y no frenar en este momento los operativos militares.
Mientras decenas de miles de libaneses regresan a sus poblados y ciudades en el sur del país, las imágenes de destrucción que dejaron tantos días de bombardeos israelíes no concuerdan con los sentimientos de victoria de muchos de sus pobladores. En el norte de Israel, una región de la que tuvieron que huir hace meses miles de civiles, el ánimo, al menos expresado en varios medios de comunicación, es de preocupación y temor a que la situación vuelva a repetirse en el corto plazo.
Miles de soldados libaneses se trasladaron rápidamente a las posiciones en el sur del país a medida que Israel se iba retirando. Parte de lo acordado es que el ejército tome las posiciones que dejó Hezbollah, pero instantáneamente surgen muchos interrogantes sobre los puntos de la tregua.
Hezbollah es mucho más que un grupo terrorista. En el Líbano es un partido político, un ejército paralelo más poderoso que el propio ejército libanés. Una estructura de poder que ayuda a miles de libaneses y genera veneración en parte de la población. Ante esta realidad, si en el pasado el ejército no pudo frenar el avance de Hezbollah hacia la frontera norte de Israel, ¿por qué podría hacerlo ahora?
Irán expresó una vez alcanzada la tregua que, si Hezbollah estaba de acuerdo con lo pactado gracias a la ayuda de Estados Unidos y Francia, ellos los acompañarían. Pero esto no es tan sencillo como lo expresó el canciller iraní.
Irán fue y es el promotor de esta poderosa organización que en más de una oportunidad llevó al Líbano a la guerra contra Israel, un estado dentro de otro. Irán, ya en guerra directa contra Israel -algo que nunca había sucedido en todos estos años- también está esperando los movimientos que decidan en el gabinete de guerra de Netanyahu, apoyados por la nueva administración Trump.
Algunos expertos militares afirmaron que la guerra desgastó militarmente a Israel y que, en medio de una ola de rearme mundial, Israel necesita mucho apoyo militar de su principal proveedor mundial, desde aviones, helicópteros y todo tipo de armas.
Bajo la sombra de Irán pudo gestarse el alto el fuego en el Líbano, ya que es la potencia que por ahora mueve los hilos en la frontera norte de Israel de una agrupación armada como Hezbollah que, a pesar de los intensos bombardeos y la invasión del sur del Líbano, atacó con misiles contra todo el territorio israelí. A pesar de quedar descabezada y haber sido mutilada su estructura, parecería no haber lanzado aún sus misiles más poderosos, ¿por qué?
Al mismo tiempo de la guerra en el Líbano e Israel, la crisis en torno al desarrollo atómico iraní, por el enriquecimiento de uranio -fundamental para la fabricación de una bomba- se volvió aún más compleja en estos días.
Todos están esperando la llegada de Trump. Especulando y evitando movimientos más audaces y peligrosos que detonen una guerra total entre Irán e Israel, crucial para Tel Aviv para desterrar la amenaza de una bomba nuclear iraní. El temor de Teherán a que sus centrales nucleares sean blanco de ataques demuestra que este “alto el fuego”, más que una esperanza para la paz, podría deparar un futuro desalentador para los civiles que viven cerca de la frontera y más allá.
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