Arturo Illia, expresidente de la Nación entre 1963 y 1966.
*Por Oscar Lamberto
Siendo presidente de la República el doctor Arturo Humberto Illia, entre 1963 y 1966, visitó una escuela rural en una provincia del centro del país. La escuela tenía una serie de necesidades, la más urgente era solucionar la falta de agua. El presidente acordó con la directora enviarle un subsidio para instalar un molino de viento para el suministro de agua para el establecimiento escolar.
El presidente cumplió la palabra empeñada, hizo incorporar la partida presupuestaria correspondiente, la escuela rural recibió el subsidio, y se instaló el molino. Ese debiera ser el final de la historia, pero la sorpresa fue que en 1989, cuando por un decreto de otro presidente se suprimieron todos los subsidios, cerca de mil, seguía estando el subsidio para el molino de la escuela rural. Durante 24 años se siguió enviando subsidios para comprar un molino.
Valga este relato para mostrar cómo se hacen los presupuestos del Estado. En general se trabaja sobre la base del ejercicio anterior, existe una importante estructura de gastos fijos, sueldos, jubilaciones, servicios básicos (telefonía, internet, luz, gas etc) intereses, transferencias establecidas por ley, reposiciones de bienes de uso, computadoras, automotores.
Este número se ajusta por algún índice que contemple el crecimiento esperado, la tasa de inflación y los gastos e inversiones que constituyen el programa de gobierno, y si bien cada repartición eleva su presupuesto, también se mantiene el criterio de la base del año anterior.
En términos simples: un gasto incorporado al presupuesto, una planta de personal más un incremento vegetativo, quedará incorporada por todos los tiempos como el molino del presidente Illia.
Por lo general los economistas están acostumbrados a trabajar con grandes números y a relacionar porcentajes, los detalles pasan desapercibidos y las variaciones están vinculadas al poder de lobby de los sectores que interactúan en el presupuesto.
Quien logra una posición ventajosa nunca se queja, los que pierden son los que demandan las compensaciones, el gasto se consolida y crece. El pensamiento predominante dice “el gasto es muy rígido a la baja” y lo que es aún peor aumentar el gasto es sinónimo de progresismo.
Por lo menos cuando se inicia un nuevo período presidencial se debería formular el presupuesto partiendo de cero, seguramente encontraríamos muchos gastos innecesarios, repetidos, mal distribuidos.
La contracara de estas políticas son escuelas que no se arreglan, conectividad ineficiente, faltantes de insumos hospitalarios, recursos para comprar vacunas o bien impuestos que pudieran disminuir, menor necesidad de deuda o de emisión de moneda.
Los presupuestos se presentan en lenguaje técnico (idioma de los brujos), el ciudadano lo ve como algo lejano, pero ese enorme volumen de normas y datos expresan políticas que impactan directamente en la vida cotidiana.
Es necesaria la participación ciudadana en la formulación comprensión y debate del presupuesto público, rompiendo el prejuicio que se trata de algo solo para entendidos.
Hace muchos años Raúl Scalabrini Ortiz enseñaba “Estos asuntos de economía y finanzas son tan simples que están al alcance de cualquier niño, solo requieren saber sumar y restar. Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende, es que están tratando de robarle”.
*Político argentino.
Ex Auditor General de la Nación.
Se desempeñó como diputado nacional y senador nacional por la provincia de Santa Fe.