El empresario y uno de sus hombres fuertes aparecen en los escritos de Centeno. Conocé sus historias en la nota.
Por Canal26
Domingo 12 de Agosto de 2018 - 17:15
El empresario Enrique Pescarmona, uno de los complicados por los cuadernos de Centeno, fue noticia hace treinta y tres años cuando había sido dado por muerto y apareció con vida en el Gran Buenos Aires luego de un supuesto pago de rescate.
Hoy, a los 76 años, Enrique Pescarmona ve cómo uno de los hombres fuertes de su empresa, Valenti permanece detenido en medio del aquelarre de declaraciones, prisiones y arrepentimientos que se desató luego de que se conocieron los escritos del chofer Centeno.
Más allá de la amenaza judicial que pende sobre su cabeza, Pescarmona debió ver en el último tiempo, luego de más de 110 años y cuatro generaciones, como él y su familia perdieron la parte mayoritaria de la empresa. Tuvieron que ceder el 65% a bancos y grupos de inversión y, después de 53 años, Pescarmona dejó de ser el CEO.
Las relaciones de Pescarmona y su empresa con los diferentes gobiernos fue fluida. Este Zelig millonario fue procesista, menemista, kirchnerista, chavista -los negocios lo hicieron incursionar en fervores internacionales también- y macrista (no se sabe si lo sigue siendo: hasta hace una semana lo era). Varios de sus amigos no podían entender su súbito y enfervorizado chavismo allá por el 2008. Él en una entrevista desnudó su clave ideológica: "Hay que ser abiertos y liberales, pero eminentemente muy pragmáticos".
Si hubiera que resumir su ideología en una palabra, esa sería "oficialista". No se debe olvidar que sus primeros acercamientos políticos los tuvo con los diferentes gobiernos provinciales. Durante décadas su empresa tuvo el monopolio de las grandes obras de energía de Mendoza.
Su acercamiento al kirchnerismo pareció una gran movida empresarial. A pesar de no tener grandes obras en el país, consiguió contratos de gran importancia en Venezuela. "A nosotros nos va bien porque el kirchnerismo nos ayudó mucho en Venezuela", declaró Pescarmona en varias ocasiones. También le facilitaron negocios en Brasil y Paraguay. Luego ganó por licitación la construcción de las represas del sur del país, la Jorge Cepernic y la Néstor Kirchner. Sin embargo esas obras le fueron quitadas y otorgadas a otro de los caídos en desgracia en estos días, Electroingeniería.
Su proximidad con el kirchnerismo tuvo consecuencias nefastas para Enrique Pescarmona y su empresa. Venezuela incumplió sus compromisos, las adjudicaciones de las represas argentinas fueron revocadas, Impsa entró en default con las consecuencias ya conocidas. La familia Pescarmona perdió la mayoría accionaria y el control de la empresa. Apenas Cristina dejó el poder, Pescarmona se quejó amargamente de los K y apoyó a Macri, en otra de sus piruetas ideológicas. Algunos analistas sostienen que el ahogamiento de Impsa pudo haber sido propiciado, instigado o al menos observado pasivamente por los K, que vorazmente pretendieron quedarse con la empresa, aprovechando sus dificultades. Otros sostienen que en 2015 el gobierno de CFK intentó ayudarlos una vez más.
En el 2008 su romance con el kirchnerismo estaba en su punto más alto. A principios de ese año, la presidente Fernández de Kirchner leyó en un acto oficial una carta que le enviara Enrique Pescarmona. El texto se escuchó por cadena nacional: "Señora Presidenta de la República Argentina, doctora Cristina Fernández de Kirchner: Tengo el agrado de informarle que el sábado 19 del corriente, en horas de la mañana -o sea mañana, hoy es 18- se firmará en Puerto Ordaz, Venezuela, con la presencia del presidente comandante don Hugo Chávez Frías, el contrato de la provisión de las turbinas y generadores Kaplan más grandes del mundo por parte de nuestra empresa. Es un orgullo para la tecnología nacional, el diseño, fabricación, transporte y montaje de estas grandes maquinarias hidráulicas, que serán diseñadas enteramente en nuestro país. Tocoma es el contrato más grande de la exportación de alta tecnología que haya hecho la República Argentina en su historia, por un valor de 520 millones de dólares. (…) Le agradezco a usted el apoyo que nos proporcionó la Embajada Argentina en Venezuela, así como todos los que intervinieron en este suceso. Con todo respeto, Ingeniero Enrique Pescarmona". La euforia del empresario no era para menos. Gracias a las gestiones del gobierno argentino su empresa había derrotado en ese proceso licitatorio a Siemens, General Electric y a la francesa Alstom.
Es precisamente, y no casualmente, en ese 2008 que la empresa Pescarmona aparece en los cuadernos de Centeno. Francisco Valenti, mano derecha de Pescarmona, vicepresidente de Impsa en ese tiempo, se reunió, según los registros de Centeno en sus cuadernos, veinte veces con Baratta entre 2008 y 2015. La mayoría de los encuentros se realizaban en el Hotel Feir´s Park de la calle Esmeralda del barrio de Recoleta. En siete de esos encuentros, siempre según el chofer y su meticuloso diario, Valenti entregó a Baratta 2.885.000 dólares. Hay otros ocho encuentros registrados en los que Valenti entrega bolsos por sumas que no están precisadas. Y en cinco reuniones, Centeno no percibió entrega de dinero alguno. Además de Valenti y Lazarte de algunos de esos encuentros participaron Daniel Muñoz, el fallecido y multimillonario secretario de Néstor Kirchner, y Nelson Lazarte, el empleado todo terreno de Baratta.
Se puede sostener una rápida presunción que casi no admite prueba en contrario. Los encuentros con Valenti eran, de estas citas laborales, las que más disfrutaba Baratta. No sólo por el orden, la prolijidad y la puntualidad del atildado y formal ingeniero ladero de Pescarmona. Sino porque en esas reuniones no sólo había traspaso de bolsos. A cada cita, Valenti llevaba una caja de vinos o espumantes de la bodega Lagarde, propiedad de la familia Pescarmona. Aunque Baratta no siempre pudo disfrutar de las bebidas alcohólicas obsequiadas: en la única reunión a la que asistió Daniel Muñoz, este fue el que se llevó la caja a su domicilio. Aún en lo ilegal las jerarquías se respetan.
A principios de este semana, y ante las acusaciones que pesan sobre él, fue separado de su cargo. El involucramiento de Francisco Valenti, número 2 de la empresa, hace deducir que Pescarmona estaba al tanto de todo. Cabot antes de publicar su investigación se comunicó con el empresario mendocino que desdeñó las acusaciones y apostó a su poder para permanecer impune. Impunidad que tambalea con los sucesos de los últimos días. Nadie está tranquilo. Tal vez, pensando en esa impunidad y confiando en los vicios acendrados de la justicia federal argentina, ni Valenti ni Pescarmona se preocuparon demasiado cuando explotó el escándalo. Esa madrugada allanaron las propiedades de Valenti en Mendoza y le decomisaron un automóvil. Él se encontraba fuera del país.
Sin embargo no retrasó su regreso y un par de días después fue apresado en Ezeiza cuando su avión aterrizó proveniente de Dubai. Valenti no fue uno de los arrepentidos y quedó detenido. Tal vez en estos días revea su posición. Los hechos tomaron muchísima más velocidad de la que los empresarios, acostumbrados a una justicia morosa y complaciente, están acostumbrados. Acaso, piensen, sea el tiempo de cambiar de actitud.
Tanto Valenti como Pescarmona en cada aparición pública se vanagloriaban de la ética empresarial y del aval que sus empresas recibían de organismos como Transparencia Internacional. Tal vez, en sus próximas apariciones modifiquen su discurso.
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