Como tantas otras personalidades de nuestra Historia sus últimos años los pasó en el exilio, aunque su corazón siempre estuvo en esta patria amada, por la que luchó como ninguno para alcanzar su libertad.
Este 17 de agosto se cumplen 174 años del fallecimiento del prócer más trascendente de la Argentina y uno de los más importantes de América, el General José de San Martín.
Como tantas otras personalidades de nuestra Historia sus últimos años los pasó en el exilio, aunque su corazón siempre estuvo en esta patria amada, por la que luchó como ninguno para alcanzar su libertad.
Enumerar en un puñado de líneas lo realizado por San Martín en tan solo 12 años de vida activa en las nacientes Provincias Unidas del Río de la Plata como militar y político es imposible. De crear de la nada el Regimiento de Granaderos a Caballo a liberar Chile y Perú para contribuir a la independencia de Sudamérica de la Corona Española, el Libertador protagonizó una de las campañas militares más fantásticas y exitosas que se recuerdan y que se estudia como una verdadera hazaña en las principales academias del mundo: el Cruce de los Andes, que incluyó la creación de un ejército para llevar adelante la gesta.
Tras renunciar a la campaña libertadora, San Martín regresó de Perú en 1823 a Mendoza y un año después partió hacia Francia, golpeado por la muerte de su esposa y bajo acusaciones de conspirar contra el gobierno de Buenos Aires a cargo de Rivadavia.
El exilio en Inglaterra y luego en Francia del Libertador marcó los últimos 25 años de su vida y constituye una clara consecuencia de las guerras civiles y experimentos fallidos desde la Revolución de Mayo y a lo largo de más de medio siglo.
Decidido a no tomar partido por los bandos que se enfrentaban en luchas intestinas, solo levantó su voz para dar apoyo a Juan Manuel de Rosas en su decisión de impedir que Francia e Inglaterra estableciera relaciones comerciales directas con las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, sin pasar por Buenos Aires ni reconocer a la Confederación Argentina.
Tal fue su reconocimiento que, en su testamento, San Martín dispuso que el sable corvo que lo acompañó durante toda su campaña libertadora fuese "entregado al General de la República Argentina, Don Juan Manuel de Rosas, por la firmeza con que ha sostenido el honor de la república contra las injustas pretensiones de los extranjeros que pretendían humillarla".
Recordar la figura y el legado de Don José de San Martín no solo es homenajear a una de las personalidades más fascinantes que forjaron el nacimiento de la Patria, sino que significa traer del pasado el ejemplo de una figura señera que jamás empuñó sus armas contra argentinos y que hizo de su vida un ejemplo de conducta y patriotismo.
El Libertador es mucho más que el magnífico militar que logró la independencia de Argentina, Chile y Perú, es un faro de principios de vida y de amor a su tierra, tan necesarios de reivindicar en momentos donde el país enfrenta tormentas de magnitud.
Por Antonio Arcuri
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