Conocido como el primer gobierno patrio, esta fecha fue un antes y un después en la historia argentina. Algunos de los relatos que llegaron a nuestros días sobre aquel día se basaron en un mito, mientras que otros fueron olvidados. ¿Cómo fueron aquellos convulsionados días?
El 25 de mayo de 1810 fue viernes y los sucesos de aquel día cambiarían el curso del futuro político y social del Río de la Plata. Se trató de una de las fechas patrias más emblemáticas de la historia argentina con la conformación de la Primera Junta de Gobierno, en reemplazo del virrey de España.
Un primer paso para la independencia que culminaría el 9 de julio de 1816 en Tucumán. Con el correr del tiempo, lo que había llegado a nosotros sobre los eventos de este día, y semana, cambiaron por completo para ponerle punto final a leyendas que sirvieron para enaltecer la épica de aquellos años.
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Desde muy chicos se nos enseñó en el primario que Domingo French y Antonio Luis Beruti repartieron escarapelas a los curiosos que se amontonaron frente al Cabildo, todo en un clima jovial para "celebrar" aquel suceso. Pero con el tiempo, se conoció la verdadera intención de este par.
Beruti y French sí existieron, eran jefes del grupo "chisperos" (apodo despectivo que les pusieron aquellos que querían seguir siendo parte de España) y sí repartieron cintillos para identificar a quienes eran adherentes a la revolución. En resumen, no eran las escarapelas que hoy conocemos.
Si bien los historiadores nunca se pusieron de acuerdo en los colores de las cintas, se creen que pudieron ser rojas, blancas con la figura del rey depuesto o celestes y blancas. Pero tampoco se descarta que eran roja, blanco y azul claro, inspirados en los colores de la Revolución francesa. De todas formas, la versión más firme asegura que French y Beruti repartieron el 22 de mayo en la plaza de la Victoria (hoy Plaza de Mayo) cintas blancas con una estampa de Fernando VII, y el 25 de mayo le añadieron una cinta roja.
Cornelio Saavedra publicó en la Gazeta Mercantil sus 'Memorias Póstumas' en 1830 y mencionó que esto sucedió el 20 de mayo: "La Plaza de la Victoria estaba toda llena de gente, y se adornaban ya con la divisa en el sombrero de una cinta azul y otra blanca, con el primor que en todo aquel conjunto de Pueblo no se vio el más ligero desorden".
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Baltasar Cisneros pasó a la historia nacional por haber sido el último virrey del Virreinato del Río de La Plata y tras la conformación de la Primera Junta, debió mudarse del fuerte de Buenos Aires a una casa en la actual Bolívar 553 junto a su esposa Inés Gaztambide y Ponce. Pero 22 de junio, un mes después de los hechos de la Semana de Mayo, dos soldados interrumpieron en su casa y le pidieron que vaya al fuerte por pedido de la Junta.
Juan José Castelli le informó que estaba detenido en condición de reo por intriga y que serían extraditados a las islas Canarias. Juan Ramón Balcarce fue el encargo de apresarlo, llevándolo hasta el muelle para embarcarlo. Su esposa, Inés, se terminó enterando por un criado.
El matrimonio se reencontró en Cádiz donde Baltasar fue nombrado comandante general del departamento y luego capitán general. Murió el 9 de junio de 1829 en su Cartagena natal.
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La construcción del histórico edificio se realizó entre los años 1725 y 1773, pero sufrió incontables modificaciones. Para empezar, en 1845 se le sumaron dos campanas, 15 años después reemplazaron el reloj por otro comprado en Europa y en 1872 le ampliaron las ventanas de la torre con cinco arcos de cada lado. Pero fue para 1879 cuando se dispuso de su primer gran cambio: Pedro Benoit optó por transformarlo con un estilo franco-italiano al colocarle azulejos a la cúpula y añadirle un detalle que simulara ser un faro, además de reformar balcones y columnas.
Las modificaciones de Benoit duraron menos de diez años, su torre fue demolida con la idea de construir la Avenida de Mayo y en 1889 se tuvieron que demoler tres de los arcos derechos para abrir el paseo trasladando el reloj y las campanas a la torre del templo de San Ignacio.
En 1931 se inauguró otra avenida, la Diagonal Sur, que obligó a que tres de los arcos izquierdos fueran reemplazados por la esquina en ochava. Dos años después el Congreso lo declaró Monumento histórico Nacional por la ley 11.688. Para 1936 el Cabildo lucía sin torre y con solo dos arcos a cado lado y en 1939 una comisión se encargó de realizar estudios para su restauración a cargo del arquitecto Mario Buschiazzo.
Para 1940 Buschiazzo restauró el Cabildo en base a documentos antiguos, basándose principalmente en una acuarela que realizó Carlos Enrique Pellegrini en 1829. Dichas reformas son las que aún hoy podemos ver cuando paseamos por Plaza de Mayo.
Por Yasmin Ali
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