El sangriento bombardeo a Plaza de Mayo: el día que Buenos Aires fue un infierno y el frustrado intento de asesinar a Perón

Un grupo de militares y civiles de la oposición bombardearon el 16 de junio de 1955 la plaza y alrededores con el objetivo de derrocar y hasta incluso acabar con la vida del entonces Primer Mandatario. El uso de aviones de la Marina y de la Fuerza Aérea contra civiles fue un hecho sin precedentes en nuestra historia y en la de Occidente.

Por Yasmin Ali

Miércoles 16 de Junio de 2021 - 08:02

Bombardeo a Plaza de Mayo, 16 de junio de 1955El bombardeo se llevó a cabo en la mañana del 16 de junio de 1955.

66 años atrás, un 16 de junio de 1955, Argentina vivía uno de sus días más trágicos con un bombardeo que dejó más de 350 muertos y más de 600 heridos. El objetivo de las Fuerzas Armadas era derrocar al entonces presidente Juan Domingo Perón e incluso asesinarlo. Detrás de este feroz ataque se encontraba una interna entre el Gobierno con la Iglesia y las Fuerzas que había alcanzado su punto máximo. Cómo fue la gesta de uno de los episodios más sangrientos de nuestra historia.

 

Como antecedente del brutal ataque hay que remontarse cinco días antes, el 11 de junio del 55, cuando más de 200 mil personas marcharon rumbo al centro de Buenos Aires. La explicación oficial fue que la cantidad de gente se debía a la celebración por Corpus Christi, pero la realidad era otra: esa manifestación tenía como objetivo expresar el descontento con el Gobierno que terminó con una bandera argentina quemada.

La Casa de Gobierno, después del bombardeo,  Archivo General de la NaciónLa Casa de Gobierno, después del bombardeo, Archivo General de la Nación. 

El estallido social no era el único frente con el que debía lidiar Perón en su segunda presidencia: la disputa con la Iglesia estaba en su peor momento cuando el día 13 de ese mismo mes echó a los obispos, Tato y Novoa, del país y sumado a que oficiales de importante nombre llevaban meses ideando un plan para derrocarlo. Entre los nombres fuertes detrás del levantamiento se encontraba el contraalmirante Samuel Toranzo Calderón que tras enterarse de que los servicios de inteligencia ya sabían de sus planes, decidió en conjunto adelantar los hechos al 16 de junio.

 

 

El objetivo y deseo era asesinar a Perón y fue por ello que se decidió bombardear la casa de Gobierno y el Ministerio de Guerra puesto que era la fuerza que seguía siéndole leal. El horario elegido fue la mañana, a las 10:30, sabiendo que el presidente se reuniría con su gabinete. Con Toranzo Calderón y el vicealmirante Benjamín Gargiulo al mando el plan tenía varias etapas: iniciado el bombardeo un escuadrón de la infantería (a cargo del capitán Juan Carlos Argerich) de Marina atacaría por tierra la Casa Rosada y prácticamente al mismo momento una flota de mar debía zarpar desde Puerto Belgrano. Además, civiles liderados por Luis María de Pablo Pardo, Mario Amadeo y Miguel Ángel Zabala Ortiz brindarían apoyo en los alrededores de la Plaza. Todos llevando un brazalete blanco para distinguirse.

Manifestantes leales al gobierno llevan un estandarte con la imagen de Evita, Archivo General de la NaciónManifestantes leales al gobierno llevan un estandarte con la imagen de Evita, Archivo General de la Nación. 

Los preparativos comenzaron bien temprano ese 16 de junio. A las 6 de la mañana tomaron la base de Punta Indio de donde partirían algunos de los aviones, pero por cuestiones climáticas debieron trasladarse al Ministerio de la Marina e incluso se debatió si la operación debía seguir su curso o abortarla, Toranzo Calderón se mantuvo firme y se decidió continuar. Mientras tanto Perón ya estaba enterado de lo que sucedería, esa mañana recibió al embajador norteamericano -Albert Nufer- quien muy probablemente le brindó la información que el servicio secreto argentino no.

 

El horror comenzó a las 12:40 con cientos de ciudadanos esperando el desfile aéreo que para ese entonces significaba todo un espectáculo público. Pero no hubo desfile si no un bombardeo incesante al aparecer los primeros aviones, Beechcraft y North American, que arrojaron el cargamento no solo a la Casa de Gobierno, sino que también a cientos de ciudadanos indefensos. El fuego duró varias horas transformándose en un verdadero infierno.

Calle lateral de la Plaza de Mayo, luego del ataque aéreo, Archivo General de la NaciónCalle lateral de la Plaza de Mayo, luego del ataque aéreo, Archivo General de la Nación. 

Las primeras bombas cayeron a pocos metros de la Pirámide. En total sobre Casa Rosada cayeron 29 bombas, de entre cincuenta y cien kilos cada una. Una de esas destrozó un trolebús repleto de pasajeros.

 

Mientras los civiles corrían en medio del fuego y las cenizas, las tropas de Argerich se enfrentaban a los Granaderos que tenían la misión de proteger a Perón. El secretario general de la CGT, Hugo Di Pietro, convocó por radio a los trabajadores para defender al Gobierno; pero los rebeles se le adelantaron y emitieron una proclama por Radio Mitre que rápidamente fue desmentido: "Argentinos, argentinos, escuchad este anuncio del cielo volcado por fin sobre la tierra argentina. El tirano ha muerto. Nuestra patria, desde hoy, es libre. Dios sea loado".

Algunos de los granaderos que intervinieron en la defensa de la Casa de Gobierno, Archivo General de la NaciónAlgunos de los granaderos que intervinieron en la defensa de la Casa de Gobierno, Archivo General de la Nación. 

Horas después los bombardeos comenzaron nuevamente, pero el objetivo dejó de ser la Casa Rosada ya que comenzaron a llegar los trabajadores que horas antes convocó Di Pietro: Plaza de Mayo, bocas de subte y las avenidas más cercanas fueron los blancos elegidos. Cayeron nueve toneladas y media de explosivos sobre la multitud, pero los rebeldes no se dieron por satisfechos y decidieron atacar a los tiros a quienes se presentaron en el corazón cívico de Buenos Aires para defender a su líder.

Fragmento de "Perón, Sinfonía del Sentimiento" de Leonardo Favio. 

El centro porteño se había convertido en una verdadera pesadilla: humo, fuego, sangre, destrozos de edificios públicos, gente desesperada corriendo y cuerpos yaciendo en los alrededores. Se estima que en esa jornada murieron 355 civiles y hubo más de 600 heridos. Quedaban los restos del peor ataque terrorista en la historia nacional en manos de quienes se suponían debían velar por la seguridad del Presidente y sobre todo de los argentinos.

En el interior de la Casa de Gobierno, el presidente Perón observa los destrozos ocasionados por las bombas, Archivo General de la NaciónEn el interior de la Casa de Gobierno, el presidente Perón observa los destrozos ocasionados por las bombas, Archivo General de la Nación.

Para las casi 15:30 los rebeldes reconocieron su derrota a la vez que los civiles festejaban, pero todo se trató de un error porque tal orden de rendición nunca existió. De hecho, Olivieri declaró que "por supuesto que no ordené parar el fuego. Mi sentimiento fue darles con todo. Yo no iba a dejar que tomaran el Ministerio". Tiempo después se les exigió el cese del fuego, el general Juan José Valle entró al Ministerio de Marina y logró el cometido.

Así quedó la terraza de la Casa de Gobierno, Archivo General de la NaciónAsí quedó la terraza de la Casa de Gobierno, Archivo General de la Nación. 

Los autores de tal masacre escaparon a Uruguay donde fueron recibidos por funcionarios. Mientras tanto quienes quedaban en pie tapaban los cadáveres esperando que ninguno sea un familiar o amigo, muchos cuerpos quedaron irreconocibles y mutilados. El terror tomó forma humana en aquella tarde.

Movilización hacia Plaza de Mayo, luego del bombardeo, en defensa del gobierno constitucional, Archivo General de la NaciónMovilización hacia Plaza de Mayo, luego del bombardeo, en defensa del gobierno constitucional, Archivo General de la Nación. 

Perón se refugió en el subsuelo del Ministerio de Guerra y salió ileso. Esa misma noche habló por cadena nacional donde dijo: “Lo más indignante es que hayan tirado a mansalva contra el pueblo. Nosotros, como pueblo civilizado, no podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión, sino por la reflexión. Para no ser criminales como ellos, les pido que estén tranquilos; que cada uno vaya a su casa".

Auto incendiado en la esquina de Paseo Colón y Alsina, Archivo General de la NaciónAuto incendiado en la esquina de Paseo Colón y Alsina, Archivo General de la Nación. 

Gargiullo terminaría quitándose la vida de un disparo, los demás fueron juzgados y condenados a varios años de prisión. Pero dos meses después liberados y aquellos que se fugaron a Montevideo regresaron ya que en septiembre de ese año se llevó a cabo la Revolución Libertadora que derrocó a Perón y lo obligó a un largo exilio.

Víctima caída junto a vehículos mirando hacia el este en las inmediaciones de la entrada del Ministerio de Haciendo en Avenida Paseo Colón Víctima caída junto a vehículos mirando hacia el este en las inmediaciones de la entrada del Ministerio de Haciendo en Avenida Paseo Colón.

Alrededores de Plaza de Mayo, Archivo General de la NaciónAlrededores de Plaza de Mayo, Archivo General de la Nación.

El bombardeo a la Plaza, aquel símbolo que representa el corazón de nuestro país, fue el suceso que dio inicio a más de 30 años de un período de sangre, muerte y dolor que marcaría por siempre la historia argentina. Aún con muchas preguntas sin contestar, es uno de los tantos hechos oscuros de una etapa de un todo contra todos que dejó una herida que aún sigue abierta y lo seguirá hasta que como sociedad no nos respondamos de una vez esas preguntas. 

 

Por Yasmin Ali

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