Infaltables en cada fecha patria, estos manjares se han vuelto un clásico de la comida argentina. Pero, ¿realmente ya estaban presentes en 1810? Un repaso de su historia.
Comidas típicas patrias.
En cada acto escolar, 25 de Mayo o 9 de Julio, es infaltable una caracterización de las damas de la época con una canasta repleta de pastelitos al grito de: "pastelitos calientes que queman los dientes", ya que siempre se nos ha dicho que esta comida estuvo presente en cada momento histórico de nuestro país. Pero, ¿realmente fue así?
Los pastelitos son un tipo de pastel dulce frito hecho con masa crocante y hojaldrada que pueden ir relleno de membrillo, batata y hasta incluso dulce de leche. Este dulce ha estado por años asociado a la celebración del 25 de Mayo puesto que la historia oficial cuenta que las damas de la época se acercaban a los hombres, que esperaban noticias de lo que sucedía en el Cabildo Abierto, y les ofrecían uno.
Pastelitos, ¿de qué te gustan?
Pero lo cierto es que la veracidad de ese relato nunca pudo ser confirmada, aunque sí se sabe que su origen se remonta a los primeros años de la conformación del Virreinato. Una de las primeras historias que involucran a este manjar y su posible fama en todo el país data de 1907, es decir de casi 100 años después del famoso 25.
Faltaban 3 años para el Centenario de la Revolución de Mayo y en Gouín - partido de Carmen de Areco - se organizó un remate importante para el pueblo por lo que el martillero de la zona decidió organizar un asado, pero nunca imaginaría que fuera tanta gente y se quedaran sin comida. Ante esto no le quedó otra alternativa que improvisar.
Buenos Aires colonial.
Un pastelero de la zona se apareció con una canasta de pastelitos que fue más que bien recibida por los comensales que aún estaban hambrientos. A raíz de esto Ramón Bereterbide, habitante de la zona de origen vasco, logró convencer al entonces alcalde del lugar para instaurar la "Fiesta Provincial del Pastel" que se celebra cada diciembre en Gouín.
Otra comida típica de estas fechas es el locro, un guiso hecho con maíz blanco, porotos, tripa gorda, chorizo criollo, cebolla blanca, calabaza, papa, cuerito de cerdo, chorizo colorado, pechito de cerdo, panceta, apio, puerro, ajo, falda y morrón.
Óleo realizado por Emeric Essex Vidal.
Su origen se remonta al norte del país entre los indios Quechuas que lo llamaban "luqru" o "rucru". En sus orígenes se usaban pocos ingredientes y en la actualidad su preparación depende de la zona en donde se esté, lo único invariable es su base vegetal y el procedimiento de cocción.
Locro.
Antes de 1820 el locro era habitual en provincias como Salta, Tucumán, Córdoba y el norte de Santa Fe pero no existen registros que se consumiera en Buenos Aires. La razón por la cual se introdujo en la capital del país es por la ola inmigratoria que llegó a finales del siglo XIX, esta hizo que el Gobierno de la época debiera construir una identidad nacional que incluyera tradiciones y un relato histórico que envolvió estas comidas, entre otras cosas.
Con el correr de los años se convirtieron en una costumbre que no puede faltar en ninguna mesa y que forman parte de la identidad argentina, aquella que comenzó a tejerse en ese 25 de mayo de 1810 y que 211 años después sigue intacta.
Por Yasmin Ali
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