La ambiciosa jugada del presidente estadounidense sirvió como contención y desgaste de la Unión Soviética, logró desgastar la economía y forzar a la URSS a destinar recursos cada vez más escasos a una competencia imposible de sostener.
Por Damian Carca - Geopolítica en acción
Sábado 22 de Marzo de 2025 - 08:00
Ronald Reagan cuando anunció la Iniciativa de Defensa Estratégica
El 23 de marzo de 1983, el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan anunció la Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), conocida popularmente como 'Star Wars' (en castellano, 'La Guerra de las Galaxias'). Este programa, concebido como un escudo contra misiles balísticos intercontinentales soviéticos, no solo marcó un cambio en la doctrina militar estadounidense, sino que también redefinió la correlación de fuerzas en la Guerra Fría.
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Desde una perspectiva geopolítica, la IDE debe entenderse como parte de una estrategia más amplia de contención y desgaste de la Unión Soviética. A diferencia de los enfoques tradicionales de disuasión basados en la destrucción mutua asegurada (MAD, por sus siglas en inglés), que se fundamentaba en la idea de que cualquier ataque nuclear llevaría a una represalia devastadora, garantizando así la inutilidad de un primer golpe, la propuesta de Reagan intentaba alterar la ecuación estratégica a través de la superioridad tecnológica. El mensaje implícito era claro: Estados Unidos no solo desafiaba el equilibrio nuclear existente, sino que también obligaba a la URSS a competir en un terreno donde su estructura económica y tecnológica tenía serias limitaciones.
La estrategia de Reagan con la IDE era clara: la defensa debía superar al ataque, desmantelando así la lógica de la paridad nuclear vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Desde 1945, el ataque con armas atómicas había sido superior a cualquier mecanismo de defensa, pero la IDE pretendía invertir esta ecuación: "el escudo más fuerte que la lanza".
El presidente de EEUU Ronald Reagan y el secretario general soviético Gorbachov en la Primera Cumbre en Ginebra, Suiza. Foto: Colección fotográfica de la Casa Blanca
Por un lado, enviaba una señal inequívoca a Moscú de que Washington no estaba dispuesto a aceptar la paridad nuclear de manera indefinida. Por otro, obligaba a la URSS a redirigir recursos hacia la carrera armamentista, lo que, en última instancia, erosionaría su capacidad económica y aceleraría el declive soviético.
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Sin embargo, la propuesta de Reagan no contó con el respaldo unánime de los aliados de Estados Unidos. Tanto la primera ministra británica Margaret Thatcher como el gobierno de Alemania Occidental manifestaron su escepticismo respecto a la viabilidad del programa. En conversaciones privadas, Reagan explicó a Thatcher que su objetivo principal con la IDE no era simplemente construir un sistema defensivo, sino también debilitar la economía soviética al forzarla a gastar recursos en una competencia tecnológica inalcanzable. En Europa, el excanciller alemán Helmut Schmidt sostuvo que la IDE sería un fracaso y advirtió que, lejos de debilitar a la Unión Soviética, podría incentivarla a superar tecnológicamente a Estados Unidos.
No obstante, la realidad demostró lo contrario. La IDE, más allá de su efectividad técnica, logró desgastar la economía soviética y forzar a la URSS a destinar recursos cada vez más escasos a una competencia imposible de sostener. Lejos de alcanzar la superioridad tecnológica que Schmidt alegaba, la Unión Soviética se vio atrapada en una crisis estructural que contribuyó a su colapso. La predicción de Schmidt sobre el fracaso de la IDE no solo no se materializó, sino que el programa terminó jugando un papel clave en la asfixia económica del bloque comunista.
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En el corto plazo, la IDE aumentó las tensiones bilaterales. La Unión Soviética interpretó el anuncio como una ruptura con los principios de estabilidad estratégica, lo que avivó el temor a una posible escalada militar. Sin embargo, en el mediano plazo, la presión financiera y tecnológica resultó insostenible para el Kremlin. La combinación entre la IDE y las reformas fallidas de Gorbachov —Glasnost (apertura política) y Perestroika (restructuración económica)— aceleró la implosión soviética.
Desde el punto de vista técnico, el proyecto nunca se materializó. Los sistemas de intercepción espacial, como láseres o satélites con misiles, estaban lejos de ser viables con la tecnología de los años 80. No obstante, su impacto estratégico fue innegable: evidenció la brecha entre ambas superpotencias y reconfiguró el equilibrio global. Reagan, con una visión de largo plazo, utilizó la IDE no solo como un plan militar, sino como una maniobra geopolítica que influyó en el desenlace de la Guerra Fría.
Con el tiempo, la Iniciativa de Defensa Estratégica se consolidó como un punto de inflexión que expuso la desigualdad entre Estados Unidos y la URSS. En definitiva, el 23 de marzo de 1983 no solo marcó la presentación de un escudo antimisiles, sino también el inicio del declive irreversible de la Unión Soviética, que pocos años después culminaría en su disolución
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