El recluso es Anders Behring Breivik, quien argumenta sentirse deprimido y tener tendencias "suicidas" por perder el contacto con la gente.
Por Canal26
Lunes 8 de Enero de 2024 - 12:03
Anders Behring Breivik, el neonazi noruego recluso por matar a 77 personas en 2011, demandó al Estado de Noruega por aislarlo en la prisión. El agresor se encuentra en una unidad de alta seguridad, pero con muchos servicios disponibles, y considera que su separación de las demás personas desde hace once años y medio viola el artículo 3 de la Convención Europea de los Derechos Humanos, que prohíbe las "penas o tratos inhumanos o degradantes".
Con la cabeza rapada y traje y corbata negros, Breivik, comenzó el juicio que durará cinco días, en el que el Estado noruego decidió no difundir su testimonio por temor a que de mensajes hitlerianos y ofenda a los amigos y familiares de sus víctimas y a los sobrevivientes.
Sin embargo, a diferencia de otras apariciones públicas, el neonazi se abstuvo de realizar provocaciones cuando llegó al gimnasio de la cárcel de Ringerike. Debido al aislamiento, Breivik tiene tendencias "suicidas" y toma antidepresivos para poder soportar la cárcel, indicó su abogado, Oystein Storrvik.
El 22 de julio de 2011, el extremista -que tiene ahora 44 años- explotó una bomba cerca de la sede del Gobierno en Oslo, dejando ocho víctimas fatales, y después masacró a otras 69 personas, en su mayoría adolescentes que se encontraban en un campamento de verano de jóvenes laboristas en la isla de Utoya.
Por estos motivos, lo condenaron en 2012 a la pena máxima de entonces, 21 años, con posibilidad de prórroga. Desde ese momento "ha estado en aislamiento y cuanto más tiempo pasa, más constituye una violación de la Convención", dijo su abogado en octubre de 2023.
Storrvik declaró que "el largo período de aislamiento y la ausencia de interacción real provocan daños (psicológicos) a Breivik, incluido el hecho de tener tendencias suicidas". En este sentido, señaló que los únicos contactos de su cliente son otros dos reclusos a los que ve durante una hora cada dos semanas bajo estrecha vigilancia, además del personal penitenciario.
El extremista de derecha indicó que en otro artículo de la Convención de Derechos Humanos se garantiza el derecho a la correspondencia. En este sentido, exigió que haya menos filtración de sus correos al mundo exterior.
En 2016 reclamó al Estado noruego por esos mismos dos argumentos y tuvo un sorpresivo éxito parcial en primera instancia. Pero después fue rechazado en apelación y en 2018 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo, Francia, dijo que su demanda era "inadmisible".
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Por motivos de seguridad, el nuevo juicio de cinco días se lleva adelante en el gimnasio de la prisión de Ringerike. En esta cárcel ubicada a orillas del lago donde está Utoya, Breivik tiene, en dos pisos de varias habitaciones que sirven de cocina, sala de televisión con consola de videos y una sala deportiva equipada.
Además, las autoridades penitenciarias también colocaron tres aves en el edificio porque el hombre quería tener una mascota. Por su parte, el Estado justifica el aislamiento de Breivik por su peligrosidad, tanto para los otros presos y como para los guardias.
El sistema carcelario noruego tradicionalmente da gran importancia a la rehabilitación de los delincuentes. El famoso preso se beneficia "de una gama muy completa de actividades", como cocina, juegos, paseos, baloncesto, y "no hay ninguna indicación de que Breivik sufra problemas físicos o mentales debido a su condición de detención", dijo el abogado del Estado, Andreas Hjetland.
"Breivik hasta ahora se ha mostrado poco receptivo al trabajo de rehabilitación", afirmó. "Por ello es difícil de imaginar que las mejoras significativas en sus condiciones de detención sean posibles y justificables a corto plazo", añadió.
Las apariciones públicas de Breivik frecuentemente generan provocaciones (saludos hitlerianos, pancartas militantes, diatribas ideológicas, etc) que padecen dolorosamente las familias de las víctimas y los sobrevivientes. Por esa razón en especial la jueza decidió prohibir la retransmisión de su testimonio.
"Existiría un peligro real de que el testimonio de Breivik se desvíe de lo que está en cuestión en este paso para centrarse en su mensaje ideológico", alertó la jueza Birgitte Kolrud.
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