Aquella oferta del Presidente Menem al pedido del Presidente Bush selló un acuerdo entre caballeros, que definiría una década de cooperación estratégica entre Washington y Buenos Aires.
Por Canal26
Lunes 21 de Abril de 2025 - 19:43
Carlos Menem y George H. W. Bush.
German Luis Kammerath, ex Intendente de la Ciudad de Córdoba, Diputado Provincial, Diputado Nacional y Vicegobernador de dicha provincia, brindó su opinión en ReporteAsia sobre la relación entre los expresidentes de Argentina y Estados Unidos, Carlos Menem y George H. W. Bush y su impacto en el mundo.
En esta nota, reproducimos lo expresado en dicho artículo por el ex Secretario de Comunicaciones de la Nación:
En la noche del 26 de septiembre de 1989, en una sala majestuosa de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, se celebraba la tradicional cena de gala de apertura de la Asamblea General. A la mesa principal, presidida por el Secretario General de la ONU y el Presidente de los Estados Unidos, George H. W. Bush, asistían líderes de casi todos los rincones del planeta. Faltaba una silla para ocupar junto al Presidente Bush, el anfitrión. En un gesto audaz y espontáneo, el recién asumido presidente argentino Carlos Menem -aún desconocido para muchos líderes internacionales y apenas unas semanas en el cargo tras la salida anticipada de Raúl Alfonsín- caminó resuelto hacia el asiento vacío junto al mandatario estadounidense y se sentó.
“Bienvenido”, le dijo Bush con una sonrisa que mezclaba sorpresa y simpatía. Y fue entonces, en ese momento que parecía social, casi ceremonial, que se iniciaba uno de los virajes más sorprendentes de la diplomacia latinoamericana de fines del siglo XX.
Según relató Menem, luego de cortesías de rigor, miró directamente a los ojos a Bush y a través de su traductora, Ana Braun, le preguntó: “Presidente, ¿en qué puede ayudarle Argentina?” Bush le pidió a su propia traductora que repitiera la frase. Quería verificar si había entendido bien (era de suponer que Bush estaba informado de las dificultades de Argentina). Finalmente respondió: “Gracias Presidente. Por supuesto que Argentina puede ayudar, y mucho. Necesitamos a los soldados argentinos en las misiones de paz de la ONU”. Y Menem, sin vacilar, replicó: “Presidente, cuente con ello”. (Conversación del autor con el Presidente Menem).
A partir de ese momento, Argentina inició una masiva participación en los Cascos Azules, en diversas misiones de mantenimiento de la paz en zonas de conflicto en el mundo, donde los miembros de todas las fuerzas armadas y de seguridad tuvieron actuaciones destacadas, generando luego que se inaugure en Argentina el CAECOPAZ, el centro de entrenamiento conjunto para operaciones de paz, encargado de preparar a los militares de las tres fuerzas armadas de Argentina. Las tropas argentinas, incluyendo a la Gendarmería, desde 1989 a 1999 participaron en 23 misiones de mantenimiento de la paz en Angola, Centroamérica, Sahara Occidental, Camboya, El Salvador, Mozambique, Chipre, Haití, Ruanda, Croacia, Macedonia, Bosnia, Guatemala y Timor Oriental. Las misiones de Cascos Azules argentinos incluyen a personal femenino desde 1994.
Aquella oferta del Presidente Menem al pedido del Presidente Bush selló un acuerdo entre caballeros, que definiría una década de cooperación estratégica entre Washington y Buenos Aires.
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Al día siguiente, ya en Washington DC, Menem cruzó las puertas de la Casa Blanca. Lo recibió el propio Bush con su gabinete económico y diplomático: Nicholas Brady (Secretario del Tesoro), Brent Scowcroft (Consejero de Seguridad Nacional) y el embajador Terence Todman. Del lado argentino, la delegación estaba encabezada por el canciller Domingo Cavallo, el secretario de relaciones internacionales Lucio García del Solar, y otros funcionarios clave.
La agenda de la cumbre Bush-Menem fue extensa, con temas sensibles como la situación de Medio Oriente, el álgido tema del misil Cóndor, el estatus de la relación con el Reino Unido, las cuestiones macroeconómicas de Argentina. Además, Menem incluyó el tema del avión Pampa, fabricado en Argentina, transmitiendo su deseo de que participara en las adquisiciones de Estados Unidos. También se discutió sobre la problemática política de Panamá y otros temas regionales que planteó Bush.
Dentro de los temas de Oriente Medio, Bush pidió a Menem ayuda con un caso humanitario: soldados israelíes capturados en territorio sirio cuyas familias no podían visitarlos. Menem, que había designado a su hermano Munir como embajador en Damasco, se comprometió de inmediato. Días después, las gestiones diplomáticas argentinas lograron el objetivo: las visitas familiares fueron permitidas.
Estos diálogos de los Presidentes y sus equipos, recientemente desclasificados por los archivos de la Casa Blanca, fueron clave para consolidar la confianza personal entre ambos gobiernos.
Desgrabación de la conversación telefónica entre Bush y Menem analizando la operación “Tormenta del Desierto” (archivo de la Casa Blanca y Biblioteca Bush)
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Con la llegada de la Administración Menem, la política exterior argentina encaró un histórico cambio. El acercamiento a Estados Unidos, la búsqueda de relaciones estrechas con Europa, la apertura a la Federación Rusa, China y Japón y una diplomacia activa en América Latina, demostraron el esfuerzo argentino por posicionarse en el nuevo orden mundial post-guerra fría.
Menem, que asumió el poder en medio de hiperinflación, levantamientos militares y fragilidad institucional, comprendió que la inserción internacional podía ser un eje de estabilización interna y proyección global.
En ese marco, también Argentina consolidaba su relación con Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia, los países vecinos y amigos, con los cuales llevó adelante diversas acciones políticas y comerciales. Luego, con la constitución del Mercosur, solidificó los vínculos comerciales y diplomáticos.
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El 2 de agosto de 1990, el dictador iraquí Sadam Hussein invadió Kuwait. La conmoción fue inmediata. En una acción diplomática sin precedentes, Estados Unidos y la URSS coincidieron en repudiar el ataque. El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 661, que autorizó una coalición internacional para restaurar la soberanía kuwaití.
Bush logró convocar a 34 países. Para sumar naciones árabes, se disuadió a Israel de participar para que no sea obstáculo de la participación de países integrantes de la Liga Arabe . La coalición incluyó a Egipto, Siria, Arabia Saudita y otros países , además de la participación de Francia, Italia, España, Bélgica, Australia, Países Bajos, Corea del Sur. La entonces URSS apoyó diplomáticamente las sanciones contra Irak desde su rol de integrante permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. La clave era mostrar que no se trataba de una guerra de Occidente contra el Islam, sino de una defensa multilateral de la legalidad internacional.
Argentina fue el único país latinoamericano en sumarse con tropas. Más adelante se agregó Honduras.
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La decisión fue tomada por el Presidente Menem, como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. El Congreso aprobó la ley 23.904 y el Ejecutivo firmó el Decreto 1871/90.
El 18 de septiembre de 1990, el Canciller argentino Domingo Cavallo dirigió un mensaje a la Nación: “Con la misión de asegurar la paz en el Golfo, y en cumplimiento de resoluciones de Naciones Unidas, el señor Presidente, en su condición de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y en el ejercicio pleno de sus facultades constitucionales, ha ordenado la movilización de oficiales y suboficiales del Ejército, de la Fuerza Aérea y de la Armada Argentina”.
Se daba inicio formal al envío de las tropas argentinas, que tuvieron una destacada actuación en el teatro de operaciones de la Guerra del Golfo. Siendo Argentina el único país de Latinoamérica,a ese momento, contribuyó a que la misión encabezada por Estados Unidos y muchos otros países lograra una amplitud geopolítica. Eso hizo ganar también la gratitud de Arabia Saudita, Egipto, Siria e Israel además de Estados Unidos, por las implicancias geopolíticas que hubiera generado el hecho de que Hussein se apoderara de Kuwait. De hecho, con el retiro del Movimiento de los Países No Alineados y la construcción de una relación empática con Estados Unidos, los más relevantes países árabes y los principales países europeos, Argentina avanzaba a ser un actor relevante de la política internacional de los 90.
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Argentina organizó su contingente bajo la denominación “Misión Alfil”. La Armada desplegó la “Operación Bishop” con los buques ARA Almirante Brown, ARA Spiro, ARA Rosales y el transporte ARA Bahía San Blas. La Fuerza Aérea colaboró con aviones Hércules C-130, Boeing 707 y helicópteros Alouette II.
Participaron 478 efectivos. Se realizaron 570 interceptaciones, 17 escoltas, y cuatro acciones de fuego directo. Fue la operación militar más significativa de Argentina en el exterior desde la Guerra de las Malvinas. Los militares argentinos que participaron demostraron un enorme profesionalismo y una actitud valiente en medio de una cruenta guerra en la que estaba en juego la paz de una región clave para el mundo, como siempre es Medio Oriente.
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Durante la guerra, Menem mantuvo contacto telefónico directo con el Presidente George Bush para recibir informes sobre el desarrollo del conflicto. Bush se encontraba en Camp David, (la “otra Casa Blanca”) e intercambiaron información sobre el desarrollo del conflicto. La llamada, realizada desde Camp David a la residencia de Olivos, tuvo lugar el 8 de febrero de 1991. Fue transcrita por la Casa Blanca y archivada como «secreta», hace unos años liberada para el análisis público. Algunos extractos de esa conversación (fuente: archivos desclasificados de la Casa Blanca):
“Memorando de Conversación Telefónica con el Presidente Carlos Menem de Argentina
El Presidente informa al Presidente Carlos Menem sobre la situación actual en el Golfo
Presidente Bush: “Quería ofrecerle un informe de progreso sobre la situación en el Golfo. La campaña aérea va bien. Tenemos supremacía aérea total, y ahora mismo la estamos usando para golpear a la Guardia Republicana y reducir su maquinaria militar” … “Un punto sobre el que quería tranquilizarte: que no estamos apuntando intencionalmente a civiles ni a lugares sagrados. El bombardeo ha sido muy preciso, la mayoría de las personas a quienes hemos pedido que controlen esto entienden que ha sido así”.
Presidente Menem: “Espero que esta guerra sea lo más breve posible. Sería maravilloso si después de la guerra pudiéramos trabajar para iniciar conversaciones para abordar los otros problemas de Oriente Medio que involucran a Israel, Siria y Jordania. Sabes que Argentina y yo estamos dispuestos a ayudarte de la forma que creas conveniente”.
También Menem se comunicó con el primer ministro israelí Isaac Shamir, solidarizándose ante los ataques de misiles iraquíes, provocación del dictador Hussein para obligar a Israel a responder militarmente y desestabilizar la coalición que había organizado Bush , lo cual fue recordado con gratitud por el líder israelí en sus Memorias “Summing Up” (HarperCollins, 1994). Menem luego realizaría una histórica visita a Israel, siendo el primer presidente argentino en visitar ese país.
Por otra parte, el presidente sirio Hafez al-Assad envió a uno de sus principales consejeros políticos a reunirse con Menem en Buenos Aires. Confirmó la condena de Siria a la invasión a Kuwait y anunció el envío de tropas sirias a Arabia Saudita para proteger su frontera con Kuwait. Menem también luego visitaría Siria, la tierra de sus ancestros, y se reuniría con el presidente Hafez al-Asad en una visita de estado.
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La guerra concluyó el 11 de abril de 1991. El 10 de junio, Nueva York, sede de la ONU, organizó un desfile de los países vencedores. Argentina encabezó la formación militar. El desfile partió desde Battery Park y finalizó cuatro horas más tarde en Worth Street.
La población estadounidense vitoreó la presencia argentina. El New York Times destacó en su edición del 11 de junio de 1991: “La presencia de una nación latinoamericana con tropas propias marcó un gesto inédito de compromiso hemisférico con la paz”.
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El Emirato de Kuwait consideró a Argentina como una nación aliada y libertadora. En 2001, a 10 años de su liberación, las autoridades de Kuwait invitaron al Presidente Menem a participar de las celebraciones por ese aniversario. El país del Golfo envió el avión especial del Emir, jefe de estado de Kuwait, para trasladar a Menem, acompañado por el ex canciller Guido Di Tella. Allí, junto al Presidente George Bush y a líderes de los países aliados de Kuwait, fueron agasajados en su condición de “Libertadores” de esa pequeña pero poderosa nación.
Ese mismo año, en testimonio de gratitud a la decisión de Menem de participar en la guerra de liberación, Argentina fue incluida como beneficiaria del Fondo Kuwaití para el Desarrollo Árabe. Desde 2000, este fondo ha financiado diversas obras de infraestructura de Argentina como el megaproyecto Gran Tulum en San Juan y el acueducto Santa Fe-Córdoba, que llevará agua potable a importantes zonas de la Provincia de Córdoba. Kuwait destinó aproximadamente 50 millones de dólares anuales desde ese año 2000 en adelante con condiciones inigualables por los años de gracia, la tasa de interés y el periodo de devolución. Algunas provincias lo aprovecharon y otras claramente “no la vieron”.
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La participación argentina en la Guerra del Golfo, sumada a su liderazgo en misiones de paz, consolidó un nuevo estatus internacional. En 1998, el presidente Bill Clinton otorgó a Argentina el título de “Major Non-NATO Ally”. Fue el primer país latinoamericano en recibir ese reconocimiento.
Fue un reconocimiento diplomático enorme, ganado a fuerza de credibilidad de la inserción internacional y de acciones afirmativas de cooperación con la paz del mundo, la confianza generada en las naciones más poderosas de la tierra y los logros de acciones y misiones con los Cascos Blancos, los Cascos azules argentinos y eventos como la Misión “Alfil” para liberar Kuwait .
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Lo que comenzó con una silla vacía en la ONU terminó con la participación de Argentina en una coalición internacional sin precedentes. Fue la diplomacia de la iniciativa, la empatía y la audacia. Una apuesta que convirtió a un país no central en un actor visible en el nuevo orden global.
Menem comprendió -como lo señaló Thomas Friedman- que “el mundo ya no premia a los neutrales, sino a los que se comprometen con reglas claras”. La estrecha relación de Bush con Menem, que se transmitió a Bill Clinton, su sucesor demócrata, fue la base de una sólida y estrecha relación de cooperación win-win. Argentina en las grandes ligas, como se merece.
Fuentes y documentos citados:
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