Juan Domingo Perón.
Por Antonio Arcuri (*)
El peronismo celebra todos los 17 de noviembre el Día del Militante Peronista, en recuerdo del día en el que el general Juan Domingo Perón regresaba al país tras un exilio forzoso de 18 años. Aquel 17 de noviembre de 1972 fue el corolario de las luchas populares libradas por la reinstalación de la democracia en el país. La “Resistencia” -iniciada luego del golpe del ‘55- y el “Luche y vuelve” de la década de los ´70, fueron protagonizados por millares de militantes anónimos, muchos de los cuales pagaron con su vida la defensa de una causa justa.
Pero no seríamos justos con Perón, que tanto bregó por la unidad de los argentinos, si limitáramos la celebración de esta jornada a las estrechas fronteras partidarias. De él aprendimos, entre tantas cosas, a no ser sectarios ni excluyentes, vocablos que aún tienen vigencia en algunos de nuestros rivales que se valen de la calumnia y otras canalladas para criticar su obra de gobierno.
En tiempos en lo que todo cambia rápidamente y pareciera que no existen verdades absolutas ni espejos donde reflejarse, no está de más preguntarse qué es, hoy por hoy, un militante.
Continúa siendo, en mi opinión, un guerrero de las ideas pero también de la acción; una combinación -como dicen muchos analistas- de clérigo y soldado que sueña y construye realidades con su esfuerzo diario. El militante -político, gremial o social- es un portavoz de las esperanzas populares, un puente que relaciona a la gente entre sí y a la comunidad con sus dirigentes.
La labor del militante esta empedrada de sinsabores. Los premios, por lo general, no llegan a compensar los empeños. En eso radica, precisamente, su mayor mérito, exaltado aún más porque se trata de una misión elegida, voluntaria y consciente.
La militancia abreva en ideales que marcan las necesidades e intereses sociales de cada época, pero el compromiso es semejante a lo largo del tiempo, a pesar de que vivimos en un mundo que tiende a promover el aislamiento, el individualismo, y el consumo vacuo. Así, todos los días vemos ejemplos de militancia, como la que protagonizan los jóvenes que reclaman por el deterioro acelerado del medioambiente.
De la misma manera, las expectativas de la sociedad respecto de quienes militan causas sociales o ideas no han cambiado. Espera encontrar valores e ideales encarnados en mujeres y hombres solidarios, dispuestos a tender una mano, ofrecer su tiempo y conocimiento, para empeñarse en causas que los trascienden y los completan como personas.
En el caso de la militancia política, opción que abracé desde muy joven, se trata de poner el hombro para armonizar la democracia con el desarrollo y la justicia social, de abrir nuevos cauces a la participación popular para resolver problemas comunes y de conciliar la política con la ética y la verdad.
Quien se proponga militar tiene que saber que el esfuerzo será enorme, pero el desafío es tan grande porque nada reemplaza el abrazo de otros compañeros, la sonrisa de un niño o el agradecimiento sincero de aquel que necesita y podemos ayudar.
Conmemoramos el Día del Militante Peronista con el corazón abierto y saludamos a todos los militantes que dan batalla en otros frentes. Todos -cada uno en su ámbito- tienen una causa común: luchan para que la gente viva mejor.
(*)Ex Secretario de Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación,Ex Ministro de Justicia de la Prov. de Bs. As., Ex integrante del Consejo de la Magistratura de la Prov. de Bs. As. y Presidente de la Asociación Amigos del Museo Histórico 17 de Octubre de San Vicente -sitio donde descansan los restos del General Perón-.
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