Cristina Kirchner en acto en Las Flores por el Día de la Memoria, AGENCIA NA
“Unidad” es la palabra de moda que se escucha con cada vez más frecuencia en los actores de la política argentina. La repitió esta semana varias veces Alberto Fernández cuando asumió formalmente la presidencia del Partido Justicialista y también se la escucha asiduamente a dirigentes opositores. Cabe preguntarse qué entienden por esa palabra. ¿Ir juntos en una lista? ¿Unidos siempre y cuando no se cuestione a quién gobierna? ¿Unidad en la diversidad? La lista de interrogantes podría ser eterna. La clave es siempre, para qué se buscan lograr entendimientos. Si es sólo para ganar una elección o bien para partir de la base de la unidad de concepción para la unidad de acción. En el año electoral que asoma, el mayor desafío lo tiene hoy todo el arco opositor. Siendo oficialismo, y con los recursos a disposición, es más fácil alinear los sectores.
Cristina Fernández de Kirchner, de quien siempre se tejen historias sobre qué piensa o hace, es mucho más lineal de lo que parece. Cuando habla, tarde o temprano, se ven los resultados. Y, con una máxima que habrá aprendido de su difunto esposo, el factor sorpresa en política es clave. Lo demostró en 2019 cuando los argentinos amanecimos un sábado con la novedad de cómo iba a ser la fórmula presidencial que decidió al ungir a Alberto Fernández candidato a presidente junto con ella de vice. Fue el primer paso concreto de un tejido que culminó con una unidad tan amplia que permitió ganar las elecciones.
A través de un video en las redes sociales Cristina Kirchner ordenó a la mayoría de la oposición de aquel entonces. Luego vino el paso clave en sumar a Sergio Massa y su Frente Renovador para subir el escalón y empujar la salida del gobierno de Mauricio Macri. “Con ella no alcanza, pero sin ella no se puede”. Así fue. Unidad para ganar elecciones. ¿Alcanza para gobernar bien? Parece que no. Por ahora. La pandemia oficia de amortiguador, aunque esté cada vez más desgastado. Con el poder una vez más de su lado, se sabe qué se propone y lo lleva adelante. Nadie podrá quejarse de desconocer lo que venía. Aunque las broncas se mascullan en privado. No es suficiente. Desde la reforma de la constitución en 1994 quien manda en la provincia, y sobre todo en el conurbano, manda en el país. Los Kirchner lo entendieron a la perfección. De Néstor a Máximo, mudaron su vida política a Buenos Aires. El primer paso fue en 2005. Y no pararon nunca más. En mayo se oficializará el desembarco en el PJ bonaerense.
Desde allí es que surgieron con fuerza las especulaciones que hablan de un acuerdo para que Sergio Massa sea el candidato a presidente en 2023 en fórmula con Axel Kicillof, mientras que Máximo Kirchner vaya por la provincia y Cristina Kirchner renueve su escaño en el senado. ¿Dejará pasar Cristina el 2021?. En la Argentina hablar de estas cosas parecen ciencia ficción, pero ya se plantean. El proyecto nacional es, principalmente, el resultante de un proyecto bonaerense.
En el arco opositor crecen como hongos sectores que buscan marcar su impronta. Desde Peronismo Republicano al renovado aire del radicalismo tras las internas del último domingo. Desde dirigentes liberales a las vertientes del PRO que buscan ponerse en valor para pelear lugares a la hora del armado de las listas. Y, además la mirada de aquellos que piensan en una tercera vía electoral. Ahora, el desafío es ordenar a todos esos sectores para que una atomización no termine siendo funcional al gobierno. Como suele suceder en cada elección.
Una gran PASO opositora: ¿Por qué no?
En la provincia de Buenos Aires hay quienes analizan si no es necesario tomar el ejemplo de Cristina Kirchner. Sí. Se trata de trazar una estrategia que desemboque en una gran paso opositora. Y desde allí ungir una lista que pueda amenazar el predominio oficialista en dicho territorio. A priori y con los antecedentes recientes parece una labor ardua. No imposible. Para ello es necesario, como hizo la ex presidente, dejar de lado viejas antinomias, aunque sea por un tiempo, y avanzar en dicho objetivo.
Por estas horas se cruzan reuniones de todo tipo. En el peronismo oficialista se preparan para hacer catarsis interna por lo sucedido con el PJ Bonaerense y la decisión de ungirlo a Máximo Kirchner. Por ahora no asoma ningún atisbo de las contraprestaciones que se habrían prometido para allanar el camino. La tarea ya excede el análisis político y quizá requiera ayuda psicológica para explicar qué anima a dirigentes con peso propio territorial a allanarse mansamente a los designios del Instituto Patria. Parece insuficiente explicar todo a través de las encuestas de quién tiene los votos. Alguien los posee hasta que se los pongan en discusión. Ni más ni menos.
Entre las deliberaciones reinantes, una de ellas se intenta consolidar esta semana. Y es la que busca sentar en una misma mesa a distintos sectores del peronismo opositor. Quizá no haya foto, pero es probable un encuentro entre Graciela Camaño, Emilio Monzó, Joaquín De La Torre y Florencio Randazzo. El celestino en esta tarea sería el ex gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey, dispuesto a jugar la elección bonaerense pero sin ser candidato. En realidad, pasa mucho tiempo en el conurbano, puntualmente en San Isidro. Aunque aún no mudó su domicilio legal.
Patricia Bullrich está pronta a lanzar su candidatura. La aparición de Mauricio Macri con un nuevo capítulo de la “era de la política bibliográfica” se entiende, entre otros aspectos, para marcar límites a la interna de su espacio político. Es interesante lo que sucede con la ex ministra de Seguridad. Si bien se la asocia con la Capital Federal, obtiene buena adhesión en el Gran Buenos Aires, mucho más cuando la inseguridad y la liberación de presos vuelven a la agenda. El problema para seguir creciendo en dicho territorio estaría en ciertos interlocutores que dicen trabajar para ella. Habladurías.
Los aires renovados del radicalismo le ponen pimienta a la interna de Juntos por el Cambio. El ganador de la compulsa bonaerense fue el diputado Maximiliano Abad al que lo definen como “clásico radical del interior”. En cada pueblo no falta un médico o abogado radical. El actual titular del bloque bonaerense de Juntos por el Cambio supo moverse con prestancia primero cerca de Ernesto Sanz y más tarde con Daniel Salvador. Tiene, además, el apoyo de María Eugenia Vidal. Con su logro, volvió a sonar con fuerza el nombre de Facundo Manes para ocupar una candidatura. No parece ser lo primordial para el neurocientífico quien está convencido que la Argentina necesita un desarrollo inclusivo acorde a estos tiempos que modifique la tendencia decadente crónica del país. La misma que nos lleva a tener, 45 años después, el mismo PBI per cápita. Para los responsables del retroceso nacional también memoria, verdad y justicia.
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