Un avance tecnológico que esconde una polémica no tan conocida, personas subcontratadas para "entrenar" a los sistemas en países subdesarrollados.
Por Canal26
Lunes 6 de Marzo de 2023 - 19:53
Foto: Reuters.
Cada avance tecnológico genera controversia. Sobre todo por las consecuencias que puede representar esa innovación para los humanos. ¿Nos reemplazarán los robots? ¿qué usos puede tener la inteligencia artificial? ¿dónde están los límites?...
Ese debate salió a la luz una vez más luego de la llegada de los sistemas de IA como ChatGPT, capaz de responder casi a cualquier pregunta de un usuario y de producir textos que se asemejan a los escritos por un humano.
ChatGPT usa un tipo de algoritmo (Generative Pre-trained Transformer) que trabaja sobre la base de millones de palabras y 570 GB (Gigabytes) de registros de datos.
Esto le permite generar respuestas en un chat, devolver búsquedas de información de viva voz y un sinfín de aplicaciones de altísimo impacto, explicó a la agencia Efe tiempo atrás Alberto Palomo, el jefe de la oficina de datos para España.
"La materia prima de estos algoritmos o robots chats está en los datos y es una aplicación clara de cómo sacar valor a los mismos", añadió.
Millones y millones de usuarios ya se han dado de alta en ChatGPT, que irrumpió a finales de noviembre pasado y utiliza un lenguaje natural altamente avanzado.
Pero de dónde provienen esos datos que la IA utiliza.... si bien este tipo de sistemas utilizan información que obtienen principalmente de internet, hay también una "fuerza laboral oculta", (como la llamó la asociación sin fines de lucro Partnership on AI (PAI)), que son personas subcontratadas por las grandes empresas tecnológicas, en general en países pobres en el hemisferio Sur, para "educar" a los sistemas de IA.
Se trata de hombres y mujeres que realizan la minuciosa tarea de etiquetar millones de datos e imágenes para enseñarle a la IA cómo actuar.
Estos "etiquetadores de datos" identifican información, como textos, imágenes y videos, y le indican al programa qué es qué, para que la máquina pueda entender qué es cada cosa y aprender en qué contexto usarla.
No obstante y pese a la importancia de esa labor, estos profesionales representan el último eslabón en la cadena de producción de las grandes empresas tecnológicas y trabajan por poco dinero llevando a cabo un desarrollo que muchas veces afecta hasta la propia salud mental.
Se trata del lado B de los sistemas de IA y que muchos no quieren que salga a la luz. En ese marco, una investigación de la revista TIME reveló semanas atrás que muchos de los etiquetadores de datos que fueron subcontratados por OpenAI para entrenar a su ChatGPT recibieron sueldos de entre US$1,32 y US$2 la hora.
Generalmente se trata de empleados que habitan en países subdesarrollados y en condiciones laborales precarias, lo que abrió un nuevo debate y sacó a la luz la polémica no tan conocida detrás de los sistemas de IA.
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