Vargas Llosa y el amor

Por Canal26

Lunes 14 de Abril de 2025 - 00:53

Alicia García de Francisco.

Madrid, 13 abr(EFE).- Con su educación superlativa, su inmensa cultura y su estilo de dandy, Mario Vargas Llosa cosechó un gran éxito entre las mujeres y su vida amorosa estuvo llena de escándalos, desde casarse con su tía política Julia Urquidi, siendo aún menor, a su mediatizado romance con Isabel Preysler.

Aunque su relación más duradera fue la que mantuvo con su segunda esposa -y prima- Patricia Llosa, con la que se casó en 1965, con la que tuvo a sus tres hijos -Álvaro, Gonzalo y Morgana- y a la que abandonó por Preysler, para regresar junto a ella a comienzos de 2023 pese a que ya se había oficializado el divorcio.

Pero antes de la prima Patricia, su primer gran amor fue el que contó en "La tía Julia y el escribidor" (1977), una crónica sobre aquella época en la que el adolescente Marito se enamora de su tía política, divorciada y 14 años mayor que él.

Una novela que Urquidi respondería años después, en 1983, en "Lo que Varguitas no contó", un retrato de un matrimonio destruido, aseguraba ella, por las infidelidades de él.

Vargas Llosa tenía 19 años -la mayoría de edad en el Perú de aquella época se alcanzaba a los 21- y Julia Urquidi, 30. Él aspiraba a ser escritor, y ella, boliviana, se acababa de divorciar. Era hermana de Olga, casada con Luis 'Lucho' Losa, hermano de Dora, la madre de Mario.

A esa relación, el escritor le dedicó todo un capítulo en sus memorias, "El pez en el agua", publicadas en 1993. Ahí cuenta con detalle el comienzo de su relación, desde el primer día en que la conoció, a finales de mayo de 1955 -aunque se habían visto una vez cuando Vargas Llosa era un niño-.

Vargas Llosa recuerda sus citas clandestinas, sus paseos por los malecones de Miraflores y sus precipitados planes de boda para evitar que les separaran cuando la familia supo de su relación. Fue un enlace en secreto, celebrado en Grocio Prado en agosto de 1955, en la costa peruana, al sur de Lima.

Tras la boda, la pareja se separó unos meses hasta que la familia de Vargas Llosa aceptó la relación -se dice que el padre llegó a perseguir al hijo revolver en mano-. Vivieron tres años en Lima y su relación fue "fértil y recíprocamente estimulante" pese a los celos de él, como reconoce el escritor en sus memorias.

Hasta que se apagó la pasión de los primeros días, reemplazada por "una rutina doméstica y una obligación que, a ratos, yo empezaba a sentir como esclavitud", recuerda Vargas Llosa, que también habla de su "flirt con Geneviève" en París, ciudad en la que se instaló el matrimonio. "Con esa muchacha jovencita yo me sentía joven, también, y de alguna manera reviví, en esas semanas, mi infancia miraflorina".

Los celos de Julia y los flirteos del escritor contribuyeron a socavar el matrimonio, que se acabó definitivamente cuando el escritor se enamoró de su prima Patricia, hija de sus tíos Lucho y Olga- que era hermana de Julia- a la que habían acogido en su casa de París.

Ese primer matrimonio acabó no sin problemas, aunque Vargas decidió compensar a Julia con los derechos de su primera novela, "La ciudad y los perros". Pero cuando ella dio su versión de la relación en "Lo que Varguitas no dijo", se los retiró.

Vargas Llosa se quejó en varias entrevistas del "tremendo rencor" y de los "insultos" de su primera esposa contra él y contra Patricia en ese libro. Fue la venganza en frío de Julia, que vio cómo su marido se enamoraba de su prima adolescente, a la que acogieron en su casa de París cuando tenía 15 años.

Mario y Patricia se casaron en 1965, cuando él tenía 29 años y Patricia 19.

Una unión sólida, de la que nacieron tres hijos, y en la que Patricia se convirtió no solo en la esposa, sino también en secretaria y hasta en portavoz del escritor, que le rindió un sentido homenaje en su discurso de aceptación del Premio Nobel en Estocolmo en 2010.

Se refirió a Patricia, "la prima de naricita respingada y carácter indomable" con la que, dijo, tuvo "la fortuna" de casarse hacía 45 años y que "tan generosa" era que hasta cuando le riñe le hace el mejor de los elogios: "Mario, para lo único que tú sirves es para escribir".

Con ella, pese a los repetidos rumores de infidelidades por parte de él, llegó a celebrar las bodas de oro, en mayo de 2015, en Nueva York, rodeados de sus hijos y nietos.

Pero por lo que se supo después, en aquellas fechas ya había comenzado un romance con Isabel Preysler, una de las mujeres más conocidas de la prensa rosa en España y que había enviudado solo unos meses antes.

Tras días de rumores, aparecieron las primeras fotografías de la pareja en junio de 2015, lo que provocó una airada reacción de su esposa Patricia. Pero la relación de Vargas Llosa y Preysler, amigos desde hacía 20 años, ya era un hecho y no había marcha atrás.

El nobel pidió el divorcio en noviembre. "Este ha sido el año más feliz de mi vida. ¿No se me ve acaso feliz a mí?", afirmó rotundo en una entrevista con la revista Hola, con la que quiso zanjar todas las especulaciones sobre su relación con Preysler.

Pero en los más de siete años que duró la relación hubo muchos momentos en los que la pareja pasó por momentos complicados. Para Vargas Llosa fue difícil acostumbrarse a la popularidad de su pareja y sus posados constantes en todo tipo de eventos sociales.

Al presentar uno de sus libros, aseguró que prefiere salir solo en revistas literarias y no en las del corazón. "Pero no se cómo no salir en ellas, qué puedo hacer; si alguien lo sabe que me lo diga", espetó.

Aunque poco después afirmaba rotundo: "Por fin he sabido que la palabra felicidad tiene nombre y apellido: Isabel Preysler". Pero los hijos del escritor se oponían a una relación en la que nunca llegaba la boda que al principio parecía inminente.

Y en diciembre de 2022 llegó el comunicado de Preysler: "Mario y yo hemos decidido poner fin a nuestra relación definitivamente". Parecía una separación amistosa pero no lo fue.

Desde el entorno de Preysler se hablaba de celos por parte del escritor. Y un cuento publicado en 2021 que había pasado hasta entonces desapercibido fue la gota que colmó el vaso.

"Todas las noches, parece mentira, desde que cometí la locura de abandonarla pienso en ella y me asaltan los remordimientos. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita (el primer nombre de Patricia Llosa es Carmen) por una mujer que no valía la pena (...) Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón", decía el relato.

Se acabó la relación y poco después el nobel comenzó a hacer más planes con sus hijos a los que poco a poco se fue uniendo de nuevo su exmujer, con la que recuperó una cercanía que ha mantenido hasta su muerte.

Esa cercanía recobrada quedó fijada en las fotos de su último cumpleaños, el pasado 28 de marzo, en que se rodeó de sus hijos, familiares y amigos más íntimos. Y allí estuvo Patricia. EFE

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Código 8324182, 7995635 y otros)

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