La nadadora vuelve a la gran cita del deporte tras la ausencia en Río 2016. Con su hijo Joaquín, que la alentará desde casa, y sus hermanos, que compartirán la experiencia con ella en la capital de Japón, la cordobesa sale a dar pelea y a disfrutar de una nueva oportunidad olímpica.
Cecilia Biagioli - Aguas Abiertas - Juegos Olímpicos Tokio 2020
La delegación argentina que viaja a Tokio 2020 tendrá varios representantes muy relacionados a los Juegos Olímpicos y, sin duda, una de ellas es Cecilia Biagioli, quien llega a su quinta experiencia en la gran cita del deporte tras la ausencia en Río 2016.
En una charla con Diario 26 antes de continuar su preparación en el norte de nuestro país, la cordobesa comentó lo que fue su anterior experiencia en aguas abiertas, en Londres 2012, y qué podrá sumar en esta nueva oportunidad: “El contexto es diferente porque, en este caso, el agua y el ambiente son más cálidos y me resulta mucho más cómodo para poder nada mejor. En Inglaterra, con el agua fría, si bien completé la carrera, realmente no fue el resultado que esperaba porque estaba para mucho más. En ese aspecto, las condiciones de Japón me benefician, más allá de la experiencia y la madurez que una va teniendo a través de los años y con más carreras en aguas abiertas, que eso a la hora de competir se va sentir mucho más”.
La “Negra”, acostumbrada a estar en los podios en torneos continentales, tuvo otra gran alegría semanas antes del inicio de los Juegos Olímpicos al quedarse con el Sudamericano de Aguas Abiertas que se disputó en Mar del Plata. Sin embargo, la múltiple medallista sigue con los pies en la tierra: “Creo que una medalla para Argentina y para la Selección siempre es una motivación extra para seguir avanzando y enfocada en los objetivos. Pero también vale aclarar que el nivel no fue el mejor, porque faltaron muchas nadadoras con las que me voy a topar en Tokio”.
Y si de olimpismo se habla, el apellido Biagioli estará bien representado en Tokio 2020. Porque su hermano Claudio, su entrenador, la acompañará en su nueva oportunidad olímpica. “Hace 13 años que trabajamos juntos. Realmente ahora nos conocemos mucho más y tenemos una gran convivencia en los entrenamientos. Me comprende mucho y, después de que fui mamá, me entiende mucho más, pese a que su exigencia sigue latente, pero teniendo consideración en muchos casos porque no soy la misma Ceci de Londres. Hoy, más allá de que trato de mantener la disciplina y la constancia para conseguir los objetivos, tengo otra vida a la par y trato de cumplir con los dos. Tenemos una relación que fluye y va dando sus frutos a medida que va pasando el tiempo y se cumplen los objetivos”, comentó.
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Pero también su hermana Romina estará en la capital de Japón portando la celeste y blanca en triatlón, en una de las tantas historias de familias que compartirán el sueño de vivir la gran cita de los deportes: “Me da mucho orgullo que lo haya logrado y que haya podido sortear muchos obstáculos porque estuvo, en las tres semanas previas y en un momento clave de la clasificación, con una costilla fracturada. Se sobrepuso a no estar al 100% en lo físico y en lo emocional, dio pelea y tuvo el premio de estar en Tokio”.
Una atleta con ADN olímpico no pudo coronar el ciclo olímpico anterior pero demostró que la competencia es lo suyo al volver a estar entre las mejores del mundo en las aguas asiáticas. Así lo analiza la medallista de plata en los Juegos Panamericanos de Lima 2019: “Después de Río fue un bajón anímico muy fuerte porque habíamos hecho una preparación muy buena pero el factor frío no lo pude manejar y me sacaron por hipotermia. Fue una frustración porque di todo, estuve lejos de mi hijo y fueron varias sensaciones que me pasaron por la cabeza en ese momento. Traté de no reprocharme nada porque son elecciones y yo elegí ser mamá y seguir en el alto rendimiento, y sabía que esas cosas me podían pasar. Creo que, teniendo el apoyo de mi entrenador y de mi familia, pude dar vuelta la página y me propuse estar en Tokio porque sentía que sí podía estar en otro Juego Olímpico. Traté de enfocarme y mantener la motivación a través de los pequeños objetivos que se iban cumpliendo como fueron el Sudamericano o el Panamericano y eso me fue llevando a tener confianza en mí misma. Hoy por hoy, estar clasificada a Tokio después de haber pasado un año de pandemia que también fue un golpe duro, es algo increíble y me siento orgullosa de mí misma de haber sorteado esos obstáculos”.
Al hablar de los objetivos, la también medallista de oro en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 es clara: “Las expectativas son las mejores. En la preparación en Jujuy, vamos a trabajar de la mejor manara como siempre lo hacemos para tratar de estar en la mejor forma y lograr, sí Dios quiere, estar en el pelotón de punta y mejorar la posición que pude conseguir en Londres, que fue mi primer Juego en la disciplina (terminó 17ma). Sueño con estar un poco mejor y eso para mí sería un objetivo logrado”.
Para cerrar, la madre de Joaquín contó lo que significa llevar la celeste y blanca en su gorra en un evento internacional: “Es un orgullo y un placer. Una disfruta representar a la bandera y siempre trata de llevarla con el mayor de los respetos y lo más arriba que se pueda. Soy afortunada de seguir haciéndolo en el alto rendimiento siendo mamá y estoy orgullosa de estar en la Selección olímpica nuevamente. Voy a tratar de disfrutar mi experiencia en Tokio pero siempre con respeto, con disciplina y con el máximo esfuerzo en la competencia”.
*Por Matías Greisert
Tw: @MatiasGreisert
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