La redención de un hombre que vivió al borde, fue famoso desde los 16, sufre de depresión y pérdida del deseo sexual, pero sigue conquistando a las multitudes con sus enérgicos shows. Better man está nominada al Oscar.
Better Man, la película de Robbie Williams. Foto: Diamond Films
Es uno de los artistas musicales más originales que dio el Reino Unido. Quizás por los altibajos de su vida, que lo pusieron al borde de la muerte, Robbie Williams se animó a los 50 años a repasar los sucesos más destacados de su existencia en un musical excelente que llega a los cines esta semana, dirigido por Michael Gracey (el mismo de El Gran Showman). Allí recorre con honestidad su vida desde niño, con la particularidad de que su cara es la de un mono: "Estoy menos evolucionado que otras personas", fue la explicación a la idea del director, que quiso mostrarlo como se ve a sí mismo.
Better Man, la película de Robbie Williams. Foto: Diamond Films
Responsable de éxitos como She's the one, Rock DJ, Let me entertain you y Angels, la historia de Williams fue dura: el hombre que deslumbra a multitudes desde el escenario pasó por el excesivo consumo de drogas y alcohol hasta llegar a una impresionante depresión. “Si no estoy en el escenario estoy en la cama”, reconoció mismo en una serie documental que se puede ver en Netflix.
Si bien en esa pieza ya se había animado a mostrar su costado más vulnerable, es con el musical Better Man que presentó su vida desde niño: con un padre que soñaba con ser artista de variedades y abandonó a la familia para cumplir con ese deseo, una madre que se esforzaba por alimentarlo y educarlo. Y la abuela, un personaje fundamental para ese Robert chiquito que admiraba a los ídolos del padre, como Frank Sinatra, y recibía la enseñanza repetida de que si no sos conocido, "no sos nadie". La abuela era quien lo cuidaba mientras la madre trabajaba, le levantaba el ánimo y lo ayudaba en todo.
Better Man, la película de Robbie Williams. Foto: Diamond Films
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Era por la insistencia del padre que el chico quería ser una celebridad. Así se metió en un casting en la adolescencia para una boy band. Se presentó, arrogante, ante Nigel Martin-Smith, quien se terminó decidiendo por él como quinto integrante de Take That. Tenía 16 años, dejó el colegio y se embarcó en esta aventura que lo hizo híper famoso. “El comienzo fue divertido. Era algo grande y luego se convirtió en inmenso”, recordó alguna vez.
El éxito no tardó en llegar. Pero no les fue fácil: comenzaron cantando en clubes para gays hasta que pudieron presentarse en uno heterosexual: allí se ganaron a las mujeres con sus bailes sensuales y las canciones pegadizas de Gary Barlow, la estrella del quinteto. Ese fue el despegue que los llevó a cantar por toda Gran Bretaña. Pero el que tenía la casa y autos lujosos era Barlow, mientras Robbie seguía viviendo con la madre y la abuela en Stoke-On-Trent, Inglaterra.
Better Man, la película de Robbie Williams. Foto: Diamond Films
Eran los '90 y en esta etapa fue cuando probó todo tipo de estimulantes: “Éxtasis, cocaína, alcohol. Me bebía una botella de vodka la noche antes de los ensayos”, reconoció el cantante en el documental. Era demasiado para un adolescente. Comenzó a aislarse y a fallar en los shows, a los que llegaba borracho haciendo mal las coreografías obligatorias para toda boy band. Y eso se muestra en Better Man sin pudor.
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El comportamiento errático de Williams, sumado a los roces que tenía con Gary Barlow, hicieron que en 1995 lo echaran del grupo. Pero Robbie ya tenía su propio público. Así que, con la ayuda de George Michael y Elton John, inició su carrera como solista. Pero las adicciones lo siguieron acompañando y así le llegó la primera internación en un centro de rehabilitación. Para 1997 tuvo su primer hit, Angels, tema que lo consagró a nivel mundial y que escribió para su abuela.
“El éxito, subconscientemente, implicaba felicidad”, pensaba, aunque su terapeuta ya le había diagnosticado depresión, una situación que pocos podían entender debido al suceso creciente de sus canciones y a los recitales en estadios repletos de fans. Mientras, trataba de llenar ese vacío con estimulantes y relaciones pasajeras. Estuvo a punto de casarse con Nicole Appleton, la cantante de la girl band All Saints, pero él mismo boicoteó la relación. Y en el 2000 salió con la Spice Girl Geri Halliwell, después de su paso por Alcohólicos Anónimos, relación que duró poco por el acoso de los paparazzis.
Decidido a curarse, en 2002 dejó su país para mudarse a los Estados Unidos, aprovechando que nunca logró ser popular allí. En 2005 volvió a las giras de conciertos con Close Encounters Tour, que lo trajo a Buenos Aires en 2006 para hacer dos River Plate agotados. Se alojó en La Mansión del Four Seasons y la radio Los 40 Principales organizó una escucha de Angels en la esquina, canción que se pasaba en loop para delicia de las fans que esperaban que él saliera en algún momento a saludar. Pero eso no ocurría y la guardia periodística se impacientaba. Hasta que quien firma esta nota se comunicó con el agente de prensa para pedirle que el astro mostrara la cara. Así fue que se vio colocar dos tablones de madera en los laterales del balcón de La Mansión y finalmente Robbie salió a saludar, se dio vuelta y se bajó los pantalones. Todos tuvimos nuestra tapa con esa imagen a la par que los dos conciertos en River fueron inolvidables, demostrando sus dotes de showman pese a las tribulaciones internas que en ese momento no eran conocidas.
Robbie Williams. Foto: Instagram @robbiewilliams
Robbie Williams. Foto: Instagram @robbiewilliams
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Pero sus problemas emocionales no cesaron hasta que Williams conoció a su esposa, la actriz y empresaria estadounidense Ayda Field. Fueron presentados por amigos en común al terminar la gira que lo trajo a nuestro país. Al principio vivieron una relación muy pasional hasta que en 2007 Williams hizo un parate en su carrera para ingresar a un centro de rehabilitación.
“Era adicto a la anfetamina recetada, oxicidona, adderal, hidrocodona, morfina. El mejor repertorio. No era consciente de lo que me hacía a mí mismo, ni me importaba. Tenía la sensación de que sería mejor si muriera. Ahí es adonde te llevan las adicciones”.
Se abocó a su recuperación creando incluso un impasse en la relación con Field. Finalmente se casaron en 2010 y hoy tienen cuatro hijos: Theodora, Charlton y los gemelos Coco y Beau. Fue ella (y la paternidad) la que lo ayudó a salir del pozo. “Cuando miro hacia atrás, pienso que ella fue quien me dio una vida”, reconoció en una entrevista.
Robbie Williams y su esposa Ayda Field. Foto: Instagram @robbiewilliams
Es más, en abril de 2023 la familia Williams a pleno estuvo alojada en el Club de Polo Ellerstina, en General Rodríguez, invitados por Nacho Figueras. Allí vivieron una Pascua diferente, entre caballos, verde y complicidad.
Él reconoció que en la actualidad sufre de andropausia precoz debido a los descalabros de su juventud. Por lo cual perdió el deseo sexual, aunque considera que en esta etapa se siente mucho más feliz junto a su esposa que cuando era un “insaciable” en la cama pero no podía encontrar la paz.
Robbie Williams. Foto: Instagram @robbiewilliams
Robbie Williams. Foto: Instagram @robbiewilliams
Más allá de la música, el británico se dedica al arte gráfico como otra forma de expresión, hobby al que se volcó durante el duro período de su primera internación en los '90. Incluso tuvo una exhibición de su arte en el Moco Museum de Ámsterdam, con la salud mental como hilo conductor y el título Orgullo y prejuicios personales. Otro diario visual, como la película, de sus tribulaciones: el desahogo de plasmar sus pensamientos, la aceptación de sus problemas mentales y el toque humorístico que le ha servido para sobrellevarlos toda su vida.
Y la culminación de esa catarsis es esta hermosa película musical que se estrena esta semana en los cines. Plena de cuadros que relatan en primera persona su vida atribulada, termina con un mensaje claro hacia las personas que, como él, padecen depresión y son influenciables por las drogas: pedir ayuda, aceptarla, dejarse cuidar.
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