Teruko Yahata tenía 8 años el 6 de agosto de 1945, cuando el bombardeo destruyó su ciudad. Sus recuerdos del horror y cómo es vivir con el miedo constante, mientras en el mundo avanza la escalada nuclear. Hoy inaugura una muestra en el CCK.
“Ese día el cielo estaba despejado y hacía una hermosa mañana. Después del desayuno había salido al jardín trasero para ir a la casa de al lado. De repente, la ventana brilló con una luz pálida. Inmediatamente traté de tumbarme al suelo y perdí el conocimiento”. Con esas palabras Teruko Yahata recuerda el día en que sobrevivió al bombardeo atómico sobre la ciudad de Hiroshima.
Teruko tenía solo ocho años entonces, el 6 de agosto de 1945. Su familia vivía a poco más de dos kilómetros del centro de la explosión, y en los siguientes días, y años, y décadas, la mujer fue protagonista y testigo de la tragedia. Esta semana llegó a Buenos Aires para brindar su testimonio y alertar sobre los peligros de que un ataque así vuelva a ocurrir en la actualidad.
“El miedo no desaparece, siento en los cinco sentidos lo que ocurrió: ese olor, la gente con los cuerpos quemados. El olor de la gente quemándose nunca lo olvidaré”, relató el martes en el Palacio Libertad, ex CCK, donde se exhibe la muestra con fotos y objetos de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, que el año que viene cumplen 80 años.
“Me despertó la voz de mi madre que gritaba "¡Reúnanse todos aquí!". Estaba rodeada de un polvo tan espeso que no podía ver nada a mi alrededor. Dentro de la casa, todo se había derrumbado, y había innumerables pedazos de vidrio de las ventanas rotas del pasillo clavados como flechas en el panel Fusuma caído”, narra la mujer.
La explosión la había lanzado varios metros por el aire, y cuando recuperó el conocimiento estaba en otra parte del patio. En ese momento en la casa estaban su bisabuela paterna, su abuela, sus padres, su hermana mayor, ella y sus dos hermanos menores. "’¡Muramos todos juntos! ¡Todos juntos!’, gritaba desesperada mi madre mientras cubría a los familiares que se habían reunido con un gran acolchado”, relata.
“Recuerdo la calidez de la familia en ese momento, mientras nos sentábamos hombro con hombro bajo el acolchado: el lazo familiar que sentí en ese momento cuando era niña es algo que recuerdo incluso hoy”.
Entonces comenzó la “lluvia negra”, precipitaciones sumamente tóxicas. “Regresamos a la orilla del río en Koi. En el camino, me quedé helada al ver a la gente huyendo de la ciudad. Tenían el pelo erizado, sufrían graves quemaduras en todo el cuerpo, estaban cubiertos de tierra y la piel de sus brazos se había despegado y colgaba de las yemas de sus dedos flácidos como trapos”.
Y esos fueron solos los primeros momentos del horror, que se extendió y convirtió a la escuela de la pequeña Teruko en un crematorio a cielo abierto, en la que las familias hacían cola para recibir paquetitos con restos humanos no identificados para tener a qué rendirle homenaje, algo de lo que poder despedirse.
“Las aulas y los pasillos estaban llenos de personas gravemente heridas que yacían allí. Los rostros estaban llenos de ampollas y todos tenían los ojos cerrados. Los fallecidos eran llevados en camillas al campo de deportes, donde eran arrojados a numerosos hoyos excavados allí y cremados”, narra.
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Ochenta años después de los primeros bombardeos atómicos, lejos de haber aprendido la lección, la amenaza de un ataque nuclear está vigente, especialmente en el conflicto entre Rusia versus Ucrania y la OTAN. "La bomba atómica fue desarrollada en EE.UU. en ese momento, y sabiendo que ellos cuentan con ese armamento, otros países vienen compitiendo para tener mejores armas para tener mejores desarrollos en armamento nuclear y eso viene siendo una escalada", dijo al respecto Yahata.
"Tengo miedo de que vuelva a ocurrir eso que pasó en Hiroshima. Las armas llaman a las armas, el odio llama al odio y todo eso va escalando. Las armas hoy son mucho más potentes que en ese momento, y si llega a haber un ataque con ese tipo de armas, tengo miedo de que desaparezca este planeta".
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La exposición, disponible desde el 2 de octubre en el Palacio Libertad, ex Centro Cultural Kirchner (CCK), se enmarca en los 80 años de los bombardeos que marcaron un antes y un después en la historia de la humanidad. Se trata de la primera muestra de este tipo que llega a Argentina, después de una edición en Brasil en 2008.
La muestra estará compuesta por 30 paneles fotográficos que documentan los horrores de los bombardeos, 20 objetos personales de víctimas y sobrevivientes, material audiovisual, y la visita destacada Teruko Yahata, que brindará su testimonio.
La muestra se mantendrá entre el 2 de octubre y el 3 de noviembre y ofrecerá también actividades paralelas como talleres de Origami y la proyección de películas que retratan el impacto del horror.
Conferencia testimonial de Teruko Yahata: miércoles 2 de octubre, 18:30 - Sala Federal, 6to piso, Palacio Libertad. Entrada libre y gratuita.
Esta muestra es organizada por la Secretaría de Cultura de la Nación, el Centro Cultural Sarmiento 151, la Ciudad de Hiroshima y la Ciudad de Nagasaki. Desde 1995, la exposición se ha llevado a cabo un total de 68 veces en 58 ciudades de 20 países, habiéndose realizado la última en Sudamérica en Sao Paulo, Brasil, en 2008.
Durante un mes, los asistentes podrán explorar una profunda reflexión sobre la devastación causada por las bombas atómicas y su impacto en las generaciones futuras, así como la importancia de avanzar hacia un "mundo libre de armas nucleares".
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