El primer número fue publicado un 20 de julio de 1839 en San Juan cuando el "padre del aula" regresaba al país tras un primer exilio en Chile. Si bien solo estuvo en circulación un poco más de un mes, sirvió de herramienta para que el sanjuanino e intelectuales de la época plasmaran sus ideas y proyecto de un país que con el tiempo lograrían llevar a cabo.
Sarmiento y su faceta como periodista.
Faustino Valentín Quiroga Sarmiento, Domingo Sarmiento para nosotros, fue mucho más que el padre del aula y uno de los expresidentes más destacados que tuvo la historia argentina. Entre las tantas profesiones por las que pasó se encuentra la del periodismo, la cual lo llevó a fundar el famoso periódico El Zonda en su San Juan natal y que vio la luz un 20 de julio de 1839. La historia de un diario que pasó a la posteridad a manos de una de las mentes que, sin saberlo, ya comenzaba a cambiar la historia.
Corría el año 1839, Sarmiento tenía 28 años y hacía tres años que estaba de regreso en el país tras un primer exilio en Chile a causa de su apoyo a la causa unitaria. Habiendo tomado contacto con la Generación del '37 y retomado su carrera política, era un habitué de las tertulias sanjuaninas donde se codeaba con hombres instruidos que simpatizaban con sus ideales, debatiendo sobre la actualidad sociopolítica de la provincia y el país. Con el tiempo decidieron que era momento de hacer algo y fundaron la Sociedad Literaria de San Juan que luego desembocaría en el nacimiento del periódico.
Sarmiento en sus primeros años.
Sarmiento junto a Manuel Quiroga Rosas, Indalecio Rodríguez, Pedro Echagüe y Antonino Aberastain pidieron autorización al entonces gobernador federal, Nazario Benavídez, para publicar un periódico que bautizarían El Zonda como el viento típico de los Andes que se caracteriza por ser fuerte, seco y cálido. Un nombre atinado teniendo en cuenta que se trataba de un periódico de ideología unitaria en una provincia gobernada por un federal, cuyo objetivo era dejar una marca sobre sus pensamientos y comenzar construir los cimientos para un país que soñaban y que aún estaba muy lejos.
La particularidad de El Zonda fue que solamente contó con 6 publicaciones: los días sábados 20 y 27 de julio y el 3, 10, 17 y 25 de agosto. Su formato era de medio pliego de papel imprenta con cuatro páginas los primeros cuatro números y de seis los últimos dos. En la primera edición expresaba que “nosotros nos ocuparemos con preferencia en el discurso de nuestras publicaciones, de nuestro gusto más bien que del de nuestros lectores...”. La primera crónica publicada fue la de la apertura del Colegio Santa Rosa en la Ciudad de San Juan, colegio que el mismo Sarmiento fundó y que también lo tuvo como primer director.
Portada de una de las publicaciones.
Uno de los artículos más renombrados del periódico fue "Las tapias tienen orejas", de comprobada autoría de Sarmiento. En el escrito entabla un diálogo entre dos personajes: uno analfabeto y otro ilustrado que le explica al primero la importancia de la educación no solo para el progreso individual, sino también para la buena elección de sus gobernantes. Este artículo se lo toma como un precedente para lo que luego conoceríamos como Facundo o civilización y barbarie.
Sarmiento se refería a El Zonda la siguiente manera: "¿Qué es pues un periódico? Una mezquina hoja de papel, llena de retazos, obra sin capítulos, sin prólogo, atestada de bagatelas del momento. Se vende una casa. Se compra un criado. Se ha perdido un perro, y otras mil frioleras, que al día siguiente a nadie interesan (...) un periódico es el hombre. El ciudadano, la medida de la civilización de un pueblo".
Publicación exhibida en la casa natal de Sarmiento.
Los textos eran extensos, con un relato de tipo cronológico con invención de personajes o situaciones que pudieran hacer la lectura más amena para llegar a un público que en su mayoría no tenía incorporado dicho hábito. Hay que recordar que el principal objetivo del diario era transmitir sus ideas y convencer a sus lectores, por ello los personajes se enfrentaban con distintos argumentos para establecer dos puntos contrapuestos.
Sarmiento escribió para el pueblo y no para un público determinado, esta era su mayor preocupación y desafío. No bastaba con publicar una nota para aquellos que pensaban igual a él, su objetivo era que todos pudieran leer y entender lo que quería decirles: “La población asciende a 30.000 habitantes por lo menos. De éstos los 25.000 ni saben leer: corriente, quedan 5.000. De éstos a 4.000 se les ha olvidado por falta de ejercicio, o lo que es lo mismo, porque no se había publicado nuestro periódico. De los mil que quedan, a 600 no les importa nada lo que nosotros escribamos”.
Imprenta exhibida en San Juan.
A poco más de un mes de su primera edición, el periódico dejó de editarse. La versión más fuerte es que Benavídez pidió que los gastos de impresión sean destinados a la gobernación, amparado en un decreto de 1825. La cifra era elevada y ante la falta de suscriptores, los muchachos lo declinaron y debieron optar por dejar de imprimir. Lo cierto es que esto es tomado como una excusa que el gobernador utilizó para que dejara de salir ya que las diferencias ideológicas entre lo que se publicaba y su gobierno eran cada vez más claras.
En la última edición del 25 de agosto se hizo mención a este impuesto que obligó al cierre: “AVISO A LOS SUSCRIPTORES Con este núm. se concluye la primera suscripción. En adelante constará cada núm. cinco reales; pues la impresión nos cuesta 24 pesos por núm. sin contar papel, etc. Como no hay sino cincuenta lectores, es preciso que ellos lo paguen, a prorrata. ¡Qué negocio para la imprenta! ¡24 ps. por semana o cerca de cien pesos al mes; 1.200 pesos al año y en los diez años que tenemos que escribir 12.000 pesos, por 500 números!!! Porra... ¡Qué mamada para la civilización y para los progresos del país! ¡12.000 pesos!!!”.
El "padre del aula" fue presidente entre 1868 a 1874.
Sarmiento fue un adelantado, sabía del poder de la palabra y de su impacto a quienes llegara su mensaje. Su yo periodista terminaría siendo uno de sus grandes maestros para lo que vendría después. La vida de El Zonda fue corta, pero bastó para marcar al periodismo argentino. Sirvió como herramienta para informar, intentar cultivar el hábito de lectura y ante todo política al desnudar en sus relatos y recursos literarios un pensamiento y una búsqueda para establecer una base ideológica que terminaría siendo el puntapié para la construcción de una identidad y país.
Por Yasmin Ali
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