Fallecido el 11 de septiembre de 1888, la figura del expresidente sigue siendo vinculada a la educación y recibiendo el mote de Padre del aula. Por qué el 21 de ese mismo mes también se lo recuerda.
La figura de Domingo Faustino Sarmiento, tan debatida y celebrada, se la asocia irremediablemente con la de una aula. El impulso que le dio durante su presidencia a la educación fue uno de los aspectos por los cuales aún se lo recuerda.
Podría decirse que los establecimientos educativos le deben dos fechas al Padre del aula. La primera es el 11 de septiembre, Día del maestro, y la segunda, poco conocida, es el 21 del mismo mes al celebrarse el Día del estudiante. Sabemos qué pasó en la primera fecha, pero casi nula información de lo que aconteció 10 días después y el vínculo con sanjuanino.
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Para poner en contexto lo hecho en vida, Sarmiento tuvo devoción a los libros y, por diferentes acontecimientos durante sus primeros años, debió iniciar una etapa de autodidacta en la que aprendió latín, matemáticas, francés y teología. Esto dejaría una profunda marca en él ya que entendió que la educación era el camino.
Cuando fue elegido presidente se realizó el primer censo y al conocer los resultados, expresó: "Señores ministros, ante los primeros datos del censo, voy a proclamar mi primera política de estado para un siglo: escuelas, escuelas, escuelas”. Fue así que se fundaron centenares de escuelas e hizo traer maestras norteamericanas, con las que modernizó la enseñanza.
Cuando estaba gravemente enfermo, a principios de 1888, le recomendaron el clima de Paraguay para tratarse y allí viajó. Lo cierto es que su salud empeoró y murió el 11 de septiembre de ese mismo año. Por ello es que, desde 1943, se celebra en esa fecha el Día del Maestro. ¿Y el 21?
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A diferencia de lo que sucedió con muchos próceres que murieron fuera de Argentina, los restos de Sarmiento llegaron antes de fin de mes al país.
El 15 el féretro fue embarcado en el vapor a ruedas San Martín, cubierto con las banderas de Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay cómo pidió. Primero fue trasladado hacia Formosa donde se lo embarcó en el ARA San Martín, un buque de la Armada argentina especialmente enviado para traerlo.
Luego se detuvo en Corrientes para que en la Catedral de esa ciudad se celebre una misa con la presencia de las autoridades provinciales y otros que querían despedirse del prócer. Lo mismo sucedió en su paso por Rosario y San Nicolás. Tras siete días de viaje, sus restos llegaron a Buenos Aires el 21 de septiembre donde hoy descansan en el cementerio de La Recoleta.
Años después, en 1908, el alumno de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Salvador Lorenzo Debenedetti propuso celebrar el día del estudiante el día en que sus restos llegaron a su eterna morada.
Por Yasmin Ali
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