La reunión de los BRICS prevista para el próximo 22 de agosto en Sudáfrica discutirá la adhesión de nuevos miembros (entre ellos Argentina) y despierta una expectativa que no debe ser exagerada.
Por Mauro Labombarda y Matías Tullio
Lunes 21 de Agosto de 2023 - 23:34
Los Estados Unidos ya no se encuentran en una posición para insistir en la realización inmediata de todos sus deseos, expone Kissinger en su obra La Diplomacia. En efecto, este mundo ya no es el de la década de 1990. El liderazgo estadounidense ya no puede considerarse absoluto. Nuevos y viejos actores reclaman un lugar en la mesa donde juegan las grandes potencias. El tema es que la mesa tiene solo una silla y su dueño no pareciera estar dispuesto a agregar algunas nuevas.
En el lote de países que buscan hacerse un lugar se encuentran los miembros del BRICS, acrónimo que hace referencia a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Este bloque, creado en junio de 2009, que se reunirá en los próximos días se presenta para muchos como una alianza que competirá contra la hegemonía de Occidente.
El temor que despertaron las sanciones económicas impuestas por EEUU y la UE contra Rusia por la Guerra de Ucrania revitalizaron a los BRICS, que proponen alternativas contra la supremacía del dólar y la necesidad de crear un nuevo orden mundial, que consideran más justo.
Sin embargo, ya hay un primer ausente con aviso: México. A pesar de que había trascendido su interés en adherirse al bloque, el presidente Andrés Manuel López Obrador descartó que el país azteca se una a los BRICS, remarcando que continuará “fortaleciendo la alianza de América del Norte y de toda América”. ¿Hubo presiones del Norte o un análisis de conveniencia?
Entre los argumentos que sostienen la importancia del BRICS en el escenario geopolítico global hay algunos de gran relevancia: su peso demográfico, su capacidad productiva, la cantidad y variedad de recursos naturales y el mercado que conformarían.
Solo entre India y China nos acercamos a casi la mitad de la población mundial. Brasil y Rusia son grandes productores de energía y poseen también grandes reservas de minerales críticos para las nuevas tecnologías, al igual que Sudáfrica o incluso China, que domina la producción de tierras raras. Brasil a su vez es uno de los principales productores de alimentos a nivel mundial. India sigue profundizando su desarrollo tecnológico, y puede producir manufacturas a muy bajo costo. En la cima de este bloque, por su capacidad económica, tecnológica y productiva, aparece China, a quién muchos ven llamada a rivalizar con Estados Unidos por la hegemonía global en este siglo XXI.
Hasta ahí, en términos económicos, es posible tentarse con la idea del BRICS como un bloque contrahegemónico, rivalizando con el G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido). Pero, ¿qué hay de los intereses geopolíticos de los miembros en cuestión? ¿Son coincidentes? ¿Podrán hacer del BRICS algo más que una gran sociedad comercial?
Estas preguntas son de importancia capital para entender qué es y qué rol puede jugar en los próximos años este bloque de países tan diferentes entre sí.
Tomemos por caso la relación entre India y China. El aumento del comercio entre ambas potencias, con una balanza más favorable para China, no ha modificado sustancialmente la relación de desconfianza que existe entre ambas naciones. No solo han tenido guerras y enfrentamientos fronterizos recientes, India firmó el mes pasado acuerdos en materia de defensa con EEUU, que incluye transferencia de tecnología militar. Esto resulta inédito, reservado a muy pocos aliados.
Y mientras el BRICS propone la desdolarización de la economía, India se niega a la conformación de una moneda común ya que su objetivo es fortalecer la rupia. Pareciera que India no está dispuesta a dar ningún paso que lleve a una hegemonía China. Sus intereses geopolíticos son contrapuestos y Nueva Delhi ve en EEUU un socio ideal para mantener a raya las ambiciones del país presidido por Xi Jinping.
Debemos mencionar también la relación entre Rusia y China. No cabe duda de que tienen una gran alianza comercial y, como sus líderes suelen repetir, una amistad a toda prueba. ¿Pero sus intereses geopolíticos también coinciden? La historia y la geografía parecen decir que no.
La Guerra de Ucrania, generó una desestabilización del escenario global y una desaceleración económica que perjudica claramente las estrategias chinas. Su gran proyecto geopolítico, La Nueva Ruta de la Seda, hoy parado, necesita paz y estabilidad para concretarse. Además, China era uno de los principales compradores de los granos ucranianos y de sus minerales. Todos provenientes justo de los mismos territorios que Rusia invadió. Cabe entonces hacerse la pregunta ¿quiere Rusia un mundo con hegemonía China?
Es difícil creer que China vea con buenos ojos la creciente conflictividad en África, continente donde tiene miles y miles de millones de dólares invertidos. ¿La beneficia o perjudican las andanzas del grupo Wagner, apoyando cada nuevo golpe de Estado?
Distinto es el caso de Brasil, cuya reprimarización de la economía es coincidente con la profundidad que ha adquirido su relación con China. En ese sentido, también podemos mencionar a Sudáfrica. Sin embargo, el triángulo geopolítico China, India y Rusia pareciera tener límites concretos que deberá sortear si el objetivo es hacer del BRICS un bloque homogéneo, un nuevo polo de poder.
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