Elecciones en los Estados Unidos: no está todo dicho aún, aunque lo parezca

BIDEN. REUTERS

POR MANUEL CASTRO

Las felicitaciones le van llegando a Joe Biden por su victoria en las elecciones del último 3 de noviembre. Pero no es aún presidente electo de madera oficial; es decir, legal. Fue proclamado de esa manera por los medios de comunicación. Los mismos medios que cortaron el discurso del presidente Trump cuando denunciaba fraude y su decisión de demostrarlo.

Rudolph Giuliani, el mismo que limpió de delincuentes a Nueva York, es el jefe de los abogados de Donald Trump. A partir del lunes 9 comienza la estrategia del presidente.

El candidato demócrata está pendiente de las votaciones en algunos estados. Sobre todo Georgia donde se juega un poder muy importante: el Senado.

TRUMP. REUTERS 

Lo acaba de decir Ted Cruz (R) enfatizando la importancia que tendrán esos resultado para los republicanos para poder enfrentar algunas de las políticas del futuro gobierno demócrata. Entre ellas el tema del Green Deal que de realizarse dejará a millones sin trabajo y encarecerá los costos de la energía. Obviamente los demócratas opinan lo contrario.

Volviendo a la cuestión del fraude proclamado por Trump, Giuliani dijo que el presidente no está listo como para conceder la victoria a Biden sobre todo cuando hay 600.000 votos cuestionados. Las demandas serán presentadas en 12 estados.

Más allá del propio Trump, el partido republicano deberá encausar su interna, de ahí que muchos le pidan al presidente que acepte los resultados (¿aunque no sean reales?) y otros están a su lado. Esa es la diferencia entre un político “de carrera” que acomoda su trasero de acuerdo a las circunstancias y otro que no es de carrera y decide pelear hasta el final. Y no estoy hablando de Trump, solo generalizo.

El partido republicano tratará de sobrevivir como entidad política, y si para ello debiera desconocer a Donald Trump, el partido lo hará. Pero lo que no se sabe es cuáles serán los movimientos del propio presidente. Esto es minuto a minuto, segundo a segundo. Nunca se ha visto algo así. Todo ha sido nuevo en estos casi cuatro años. Hasta las elecciones y el modo de votar. Y la cantidad de personas que han votado. Aunque cabría preguntarse si el sistema no tiene algunos defectos. ¿Seguirá Trump en política? ¿Se presentará otra vez, de no ser reelecto, a la Casa Blanca?

La victoria de Bush sobre Al Gore dejó, hasta hoy, un sabor amargo. ¿Ganó Bush o hubo una componenda?. Fue todo muy raro. Y lo sigue siendo. Son cosas que al ciudadano medio se le escapan. Los sistemas siempre dejan esa sensación que nada la borrará. Esa sensación de engaño.

Ah, Bush le envió su felicitación a Biden. No hizo lo mismo con Al Gore.

Una parte de su familia le pide que deje todo y reconozca a Biden. Donald Trump Jr dijo que su padre pelearía hasta la muerte.

Varios dirigentes mundiales le han hecho llegar sus saludos a Biden. Pero no todos. Putin, no. Xi, tampoco. El Vaticano, tampoco. Eslovenia y Hungría, tampoco. Y hay más.

Me llamó la atención que MALO, en realidad se rebautizó a sí mismo AMLO, López Obrador de Méjico, no le envió nada. No es un dato menor, no importa el resultado final. Me llamó la atención este gran acto de prudencia, sobre todo teniendo en cuenta de nunca perdió oportunidad de meter la pata todas las veces que pudo. Es más dijo que nada haría hasta que el proceso terminara. Sigo diciendo, un verdadero acto de sentido común. Pase lo que pasare.

Habrá idas y venidas hasta bien entrado el mes de diciembre, en un país dividido como nunca desde la Guerra de Secesión, y esto no empezó hace cuatro años. Viene de lejos, y empeorando.

Pero que nadie se equivoque Biden y Harris son producto del sistema. Del odiado “estado profundo”. Ese sistema que es blanco de la ira de los pueblos en distintas partes del mundo.

La estrategia de Trump ha comenzado.

Algunos han señalado, como lo dijo el profesor en derecho Rick Hasen, que esa estrategia judicial no irá a ninguna parte. No hará ninguna diferencia en el resultado de las elecciones.

De todas formas Donald Trump ha decidido seguir hacia adelante como el general Custer y morir con las botas puestas.