El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, no deja de generar controversias incluso antes de asumir su segundo mandato. Esta vez, su propuesta de retomar el control del Canal de Panamá encendió alarmas en toda América Latina.
Por Canal26
Jueves 26 de Diciembre de 2024 - 16:08
Alfredo Atanasof brindó su opinión en Perspectiva Internacional sobre el Canal de Panamá y los nuevos anuncios de Donald Trump sobre querer retomar su control.
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El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, no deja de generar controversias incluso antes de asumir su segundo mandato. Esta vez, su propuesta de retomar el control del Canal de Panamá encendió alarmas en toda América Latina, uniendo a gobiernos de la región en defensa de la soberanía panameña.
La reacción no se hizo esperar. Desde el presidente panameño, José Raúl Mulino, hasta líderes como Claudia Sheinbaum en México y Gustavo Petro en Colombia, la respuesta fue contundente: “La soberanía no se negocia”. Este episodio reaviva tensiones históricas entre Estados Unidos y América Latina, evidenciando las complejas relaciones de poder y la percepción de la región como un área de influencia estadounidense.
Trump, conocido por su retórica agresiva, señaló que las tarifas del canal son una “estafa” para Estados Unidos y sugirió que Panamá debe devolver su control o reducir los costos para los barcos estadounidenses. Sin embargo, esta postura no solo carece de base jurídica, sino que ignora la importancia simbólica y estratégica de los Tratados Carter-Torrijos, que en 1977 sellaron la devolución del canal a Panamá tras décadas de control estadounidense.
El presidente panameño Mulino, en un mensaje a la nación, dejó claro que las tarifas del canal se establecen de manera pública, considerando criterios de mercado y necesidades operativas. Además, subrayó que el canal no está bajo el control de ninguna potencia extranjera, desmontando las afirmaciones de Trump sobre una supuesta influencia china en su gestión.
Las declaraciones de Trump no solo han generado tensiones diplomáticas, sino también una ola de solidaridad regional. Líderes como Petro aprovecharon para destacar la importancia de la autonomía latinoamericana y la necesidad de construir un futuro independiente de las dinámicas de explotación históricas. Petro, por ejemplo, enfatizó que “la prosperidad de nuestras naciones es clave para reducir la pobreza y los flujos migratorios hacia el norte”.
Este episodio es un recordatorio de los desafíos que enfrentará América Latina durante el mandato de Trump. Su visión de “América Primero” parece más alineada con una política de imposiciones que con el diálogo, lo que abre interrogantes sobre el futuro de las relaciones hemisféricas.
Para Argentina, esta situación pone de relieve la necesidad de fortalecer la integración regional y actuar de forma unificada frente a amenazas externas. Más allá del respaldo a Panamá, este es un momento para que los países latinoamericanos reflexionen sobre su posición en un mundo cada vez más multipolar y sobre cómo defender su soberanía frente a las presiones de potencias extranjeras.
En definitiva, el caso del Canal de Panamá es más que un conflicto puntual: es un símbolo de la lucha por el respeto y la dignidad de las naciones latinoamericanas en el escenario internacional. El próximo 20 de enero, cuando Trump asuma nuevamente la presidencia, será clave observar cómo evolucionan estos desafíos y cuál será la respuesta conjunta de la región.
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