Cristina, Axel y Alberto, los candidatos

Por Sebastián Dumont

Jueves 17 de Junio de 2021 - 15:28

Axel Kicillof, Cristina Kirchner y Alberto Fernández en un acto partidarioAxel Kicillof, Cristina Kirchner y Alberto Fernández en un acto partidario.

Por Sebastián Dumont

Es sabido que Axel Kicillof tiene como principal interlocutora a Cristina Kirchner quien lo imagina para cargos más relevantes que ser el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero también el mandatario provincial escucha con mucha atención el diagnóstico que le acercan dirigentes del peronismo muy experimentados, que no ocupan ni aspiran a ocupar cargos. Detalles no menores sobre todo por la construcción que se ha hecho, sea cierto o no, de la relación del gobernador con los intendentes, quienes recelan de su manera de vincularse y su círculo cercano. En esas charlas, apoyada por encuestas que no suelen fatigar los medios, Kicillof observó el diagnostico sobre la situación particular que se vive en el conurbano, donde en bastiones inexpugnables para quienes no sean peronistas, se levantan dudas sobre la performance del oficialismo en las próximas elecciones.

 

La foto actual del clima social ofició como principal disparador para las medidas que se han tomado en este tiempo de la pandemia. Sobre todo con el regreso de las clases presenciales en el Gran Buenos Aires. Allí se ha dado un fenómeno peligroso que será de difícil resolución. Los docentes que se han preocupado por la alta tasa de deserción escolar comprobaron una mayor profundización en los alumnos de los últimos años de la secundaria. Cuando los fueron a buscar la respuesta fue que no volvían porque tuvieron que salir a “hacer changas” o buscar trabajo. Conclusión: dejar el colegio por la apremiante situación de la economía hogareña.

 

El otro aspecto donde el oficialismo tiene un gran desafío. Y es ganar las elecciones de medio tiempo con alta inflación, caída del salario real y, sobre todo, pocas expectativas sobre un mejoramiento de las condiciones en el futuro cercano. Hasta ahora, un combo del que ningún gobierno pudo sortear con éxito en las urnas.

 

La incertidumbre sobre cómo podría comportarse el electorado del Conurbano, ante estas evidencias, lo trae la pandemia. Un situación excepcional donde los números clausuran el debate sobre si se gestionó bien o mal. Es sabido que no alcanzaría con el plan de vacunación para dar vuelta este clima de época. No en vano, Cristina Kirchner en su última aparición platense pidió no politizar la pandemia, pero sobre todo auguró el regreso a la “felicidad” de la mano de la vacunas.

 

A diferencia de lo que sucede con Alberto Fernández, a Cristina Kirchner sí hay que escucharla con detenimiento. Por eso se hace imprescindible repasar, una y otra vez, el discurso que hizo en La Plata a finales de 2020. Por estas horas se replica la supuesta idea de avanzar sobre la “estatización” del sistema de salud. Más allá de los dichos, hay ejemplos de absorción y cierres de clínicas privadas en el Gran Buenos Aires que pasaron a mano del PAMI e IOMA. De lo micro a lo macro.

 

“Axel debe ser el primer ministro de Economía de la Argentina que gana una elección tan importante como la provincia de Buenos Aires. Todos los que lo intentaron fracasaron. ¿Saben por qué? Porque hay una memoria de la sociedad”, dijo Cristina Kirchner aquella vez. Esta semana ratificó que su capital político lo pone, una vez más, a disposición de Axel Kicillof.

 

Y agregó: “Argentina es el lugar donde mueren todas las teorías económicas. Acá la actividad económica la mueve la demanda. Y a la demanda no hay otra manera de hacerla que a través de salarios, jubilaciones, y con precios de alimentos accesibles.  Creo que es necesario que pongamos mucho esfuerzo para que los precios de los alimentos vuelvan a alinearse en un círculo virtuoso que permita alimentar la demanda”.

 

Habrá que guardar y repasar cada vez con más frecuencia aquel discurso de la vicepresidente. Es, en definitiva, la guía de los pasos que toma, tarde o temprano, el gobierno nacional. De allí la preocupación. En las próximas elecciones el plebiscito será sobre Alberto Fernández y Axel Kicillof. Darle visibilidad a la tarea del gobernador puede tener sus costos. Es lo que está pasando hoy. Cuando la lógica era al revés, Daniel Scioli o María Eugenia Vidal poseían altos niveles de aprobación, porque los dardos de todo lo malo que sucedía en Buenos Aires se posaban sólo en la Casa Rosada.

 

La simbiosis política entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof hay que diferenciarla de La Cámpora. Tiene otro cariz. No se contradicen pero no son lo mismo. Los orígenes explican el presente. Mientras el círculo aúlico de Kicillof proviene en casi su totalidad de los claustros universitarios nacionales e incluso internacionales, en La Cámpora sus dirigentes fundacionales tienen otra procedencia. ¿Sabrán muchos que el primer local de la organización se abrió en 2007 en Moreno, de la mano de un dirigente joven vinculado al peronismo territorial y los sindicatos? recovecos de la historia que no debieran pasarse por alto cuando hay se busca etiquetar todas las ideas y acciones a La Cámpora. Sería una simplificación cómoda e innecesaria.

 

Este mapa en el oficialismo le agregará una tensión adicional a la hora de la conformación de las listas seccionales. Más allá que la elección será una evaluación del rumbo del gobierno, las listas evidenciarán hasta qué punto se mantiene o no el equilibrio de la coalición. En la conformación de la próxima legislatura los intendentes no querrán perder su presencia. Y ahora habrá, a diferencia del 2019, un nuevo actor para pedir lugares: Axel Kicillof.

 

Oposición en ebullición.

En el fondo, la lógica de cómo mirar la provincia de Buenos Aires es lo que puede hacer volar por los aires a Juntos por el Cambio. Por estas horas, la postura de quienes no quieren interferencia porteña en el armado bonaerense están que trinan. Mientras esta semana se reunía la mesa provincial que se constituyó a pedido de Larreta y Vidal hace dos años, en el mismo momento el Jefe de Gobierno y Patricia Bullrich acordaban sumarlo a José Luis Espert. Es decir, a la hora de las decisiones importantes, estas se toman en otro lado. Dios está en todos lados, pero atiende en la Capital Federal.

 

La puja entre Larreta y Macri tiene varias aristas. Una de ellas es la estrategia para ganar las elecciones. Y allí es importante el rol de la Tercera Vía que construyen Florencio Randazzo - a quién en el gobierno llaman irónicamente “dueño de un balneario porque sólo aparece en temporada” - junto con dirigentes de distintas extracciones. Aspiran a quedarse con los votos que estas alternativas cosecharon en 2017 cerca del 15 por ciento (lo que sacaron Massa y el propio Randazzo). Responder a qué sector le quitaría más voto esta opción es lo que desvela a Juntos por el Cambio para decidir que postura tomar y, por qué no, alimentar. El jefe de gobierno parece haberlo entendido. Macri se resiste.

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