Alberto Fernández. Foto: AFP.
Durante varios días se debatió en la Argentina la reacción de Alfredo Casero, enojado, yéndose de un programa de televisión tras haber dado un fuerte golpe en la mesa. Reflejos de un país crispado, donde el accionar de la politica ocupa el centro de los enojos, pero no es el único sector. La actitud muestra el cansancio y la forma de cortar una situación. Con un método diferente, Alberto Fernández, desde España, pegó su propio puñetazo. Ahora será el tiempo en que se evalúen los efectos de la decisión de, por primera vez, haberle contestado con nombre y apellido a Cristina Fernández de Kirchner tras su larga alocución en la provincia del Chaco el viernes pasado. Allí ella, entre otras cosas, recordó que eligió a Fernández porque no representaba a ningún sector político. ¿Podrá el presidente ahora construirse como líder o es demasiado tarde?
Dos veces desde José C. Paz y ahora desde España, Alberto Fernández lanzó su reelección. Eligió la distancia de la Europa que tanto lo seduce. Es verdad que no tiene otra opción que decirlo ante tamaño adelantamiento de los tiempos en un país donde la histeria electoral se hace presente de forma permanente. De qué forma imagina el Jefe de Estado su propia continuidad es todo un misterio. La foto de la realidad actual no permite ilusionarlo, no sólo a él, sino a nadie dentro del Frente de Todos.
“Alberto Fernández estira su cuota de poder, tiene que gobernar”, explica un experimentado intendente del conurbano bonaerense que ha escuchado, igual que otros, el panorama de cierto optimismo que manifiesta el Presidente cuando se reúne mano a mano con ellos. Pero, al mismo tiempo, ese jefe comunal como tantos otros reconocen que están más cerca de Cristina Kirchner. Las razones son obvias. Ella mantiene caudal electoral propio. Alberto, aún con la herramientas que tiene la presidencia, lo debe generar.
Al mismo tiempo que sucede este vínculo entre intendentes - no todos, es cierto - y la vicepresidente, los jefes territoriales no rompen sus lazos con Alberto Fernández. Si los llaman, van. Al fin y al cabo, es el máximo mandatario institucional. Lo mismo sucede ante la convocatoria del gobernador Axel Kicillof, al que no han parado de cuestionar en lo privado, pero van detrás de cada obra que puedan obtener. En definitiva, de eso viven las intendencias. Su gestión es la garantía de continuidad para poder tener independencia de la realidad nacional y provincial. Pero, hasta cierto punto.
La preocupación crece dentro de las oficinas municipales porque tienen la sensación que las peleas expuestas en el gobierno tendrán sus consecuencias electorales. “La gente está muy enojada, si seguimos así nos matan”, adiciona otro alcalde que lleva más de un mandato en su municipio. Es de los que prefieren mantener distancia de las pujas a las que los dichos recientes de un lado y del otro lo define como “mas de lo mismo”. Y agrega: “Las elecciones están muy lejos, hay que gobernar”. La fórmula para que las esquirlas no lleguen a lastimar en las comunas entienden es mostrar gestión y apertura. Pero saben que el humor por la economía nacional juega un papel muy fuerte.
En el año 2019, Alberto Fernández fue presidente de la Nación gracias a los votos del conurbano. De los dos millones de sufragios que lo distanció de Mauricio Macri, uno y medio los cosechó en el Gran Buenos Aires. Un significativo porcentaje de ellos se fueron a otras fuerzas políticas en la elecciones intermedias del año pasado. “El desafío es recuperar el voto de la clase media y no tan media que nos acompañó en el 2019”. Pero surge una pregunta ineludible: ¿Es posible eso? Una salida probable es que la fragmentación sea de tal forma que cada espacio pueda quedarse con un pequeño caudal electoral, que luego se dirima en la segunda vuelta.
La semana pasada, desde este misma columna se alertó sobre los tiempos que se le agotaban al Presidente para tomar una medida más enérgica. “Los procrastinadores (en referencia a Fernández) crónicos son conscientes de las consecuencias que comporta su tendencia a posponer. Esta definición de la palabra en cuestión, explica en parte el momento por el que atraviesa la figura del jefe de Estado sometido a un desgaste poco usual desde la misma fuerza política que lo designó como candidato a presidente en 2019. Se asiste al fin de una era. Es lógico pensar que, a pesar de la propia conducta exhibida hasta aquí por Fernández, el devenir de los hechos no le permitan seguir procrastinado. Así como en economía se dice que los ajustes se hacen a tiempo o los hace con más dureza el mercado, aquí pasa lo mismo. O decide o deciden por él”.
Una semana después hay, al menos, una señal de buscar dar un golpe de timón. Alberto Fernández, atado al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional ya decidió a cumplir con las metas que acordó Martín Guzman, apoyado de manera explicita por el propio Embajador de los Estados Unidos en la Argentina, Marc Stanley.
La provincia de Buenos Aires suele dar una muestra cabal de cómo están las relaciones en el territorio. Axel Kicillof viene de anunciar un aumento de salarios para los estatales del 60%, mismo porcentaje que la paritaria de los bancarios, cuyo Secretario General es Sergio Palazzo, al que Cristina Kirchner felicitó especialmente. Fue ella la que pidió por su inclusión en la lista de diputados nacionales en las elecciones pasadas. Es la manera de observar la economía que tiene el kirchnerismo. Poner plata en el bolsillo aunque eso implique efectos colaterales aún peores producto de la emisión.
Hasta ahora, Fernández ha privilegiado a Kicillof en el envío de fondos para la administración bonaerense. Las derivaciones de esta tensión podrían moderar un camino distinto, aunque accionar de esa manera le podría generar un dolor de cabeza a con los intendentes quienes son receptores, via coparticipación de esos fondos.
Las obras son su principal insumo. No en vano, antes de la próxima sesión en el senado bonaerense, Kicillof habilitó fondos millonarios a las comunas a través del Fondo de Infraestructura Municipal. Están pendientes nombramientos en el directorio del Banco Provincia por parte de la oposición y el deseo de Axel Kicillof que Federico Thea sea el próximo Presidente del Tribunal de Cuentas. Las negociaciones siguen y ahora se atravesaron por la interna de Juntos por el Cambio. Las pujas son tales que, en algun momento, hasta estuvo en la mesa que avance el juicio político al procurador Julio Conte Grand. Desde algun despacho municipal del PRO amagaron con soltarle la mano a cambio de conseguir avances en cargos provinciales.
En este contexto, a la vuelta de Europa, el Presidente tendrá que develar si los dichos en España son algo más que eso. Si llegó el momento del desafío real o, como suele decir en privado Cristina Kirchner, “Alberto Fernández, nunca será remera”. O tatuaje.
*Por Sebastián Dumont
Periodista de Canal 26