Se encuentra ubicada en el sector oriente de Santiago y podría provocar grandes remociones en masa como las que se originaron por el terremoto de Valdivia en 1960.
Por Canal26
Martes 1 de Octubre de 2024 - 18:35
La Falla de San Ramón es una falla tectónica activa que se encuentra ubicada en el sector oriente de Santiago de Chile. El mismo puede generar una “sismicidad cortical” de 7.5 grados de magnitud, según advierte Alejandra Serey, investigadora del Instituto de las Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de O’Higgins (UOH).
La geocientífica alerta que un movimiento sísmico de este tipo, podría provocar grandes remociones en masa en la región Metropolitana, tal como las que se originaron por el terremoto de Valdivia en 1960.
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La falla recorre más de 20 kilómetros de zonas habitadas entre el Mapocho y el Maipo, atravesando Vitacura, Las Condes, La Reina, Peñalolén, Puente Alto, Lo Barnechea y Pirque, por lo que serían afectadas 2 millones de personas, aproximadamente, según estudios ya planteados por el Programa de Reducción de Riesgos y Desastres de la Universidad de Chile (CITRID).
“Estamos en presencia de una falla geológica de tipo inversa y activa que viene acumulando energía desde hace unos 8 mil años, con un hipocentro muy cercano a la superficie de entre 10 a 12 kilómetros. Un terremoto provocado por esta falla sería de gran intensidad y dejaría significativas consecuencias a corto, mediano y largo plazo en su zona epicentral, dada la cantidad de población distribuida en esta zona sísmica”, detalla la experta.
“Es decir, se podrían desencadenar peligros geológicos en cascada, como una remoción en masa, o el embalsamiento de algún valle, un río, como el ‘Reñihuazo’ provocado por el terremoto de Valdivia 1960″, añade.
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Serey expresa que hay que considerar los efectos secundarios después de un terremoto, como la movilización de sedimentos, las lluvias dadas en distintas épocas, entre otras repercusiones, como evacuaciones, atenciones sanitarias, reconstrucciones, entre otros.
“Como chilenas y chilenos estamos acostumbrados a reaccionar después de los acontecimientos, es decir, estamos en una cultura reactiva, cuando lo que se requiere es de una cultura preventiva con mejor efectividad de interacción”, señala.
“Mientras más preparadas y preparados estemos, mejor será la gestión del riesgo de desastre, y mayor será nuestra responsabilidad frente a situaciones de este tipo, entendiendo que los desastres no son estrictamente naturales, sino el producto de nuestra interacción con la naturaleza, y demás espacios, lo que nos hace ser vulnerables ante los peligros geológicos en nuestros territorios”, concluye.
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