¿Habrá temporada de verano? Las estrategias que diseña Provincia y los intendentes para habilitar el turismo en la costa

El gobierno de la provincia de Bs.As. e intendentes de ciudades balnearias trabajan en los protocolos para recibir millones de tursitas de todo el país en los meses de vacaciones veraniegas.

Por Canal26

Sábado 5 de Septiembre de 2020 - 16:46

Mar del Plata, NATemporada de verano y coronavirus. NA.

En estos duros tiempos de cuarentena por la pandemia de coronavirus, hay preguntas que nadie deja de hacerse: ¿Va a haber temporada de verano? ¿Cómo van a ser los protocolos? ¿Qué hará todo la estructura comercial, gastrónomica, hotelera y recreativa de la costa bonaerense si no hay vacaciones?

 

Los numerosos interrogantes llegan inexorables a todos los municipios de la costa atlántica donde suelen veranear millones de argentinos. Ahora se topan con el desafío de preparar una temporada de verano en el medio de una pandemia. Porque el coronavirus va a estar presente aún durante los primeros meses de verano y la vacuna aún seguirá siendo una esperanza. Según dijo Alberto Fernández, estaría para el primer trimestre de 2021, pero no hay una fecha precisa.

 

El gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires decidieron  armar, promover y apoyar la realización de la temporada de verano en todo el país, y sobre todo, en la costa. Los intendentes de ciudades balnearias no se imaginan el verano sin temporada. Hay una razón clave. Si no hay vacaciones, estarán seriamente comprometidos los ingresos de los municipios y la cadena de comercios y actividades que viven gracias al turismo. Las tres patas políticas coinciden en hay que trabajar en el armado de la temporada aunque hoy la realidad sea otra.

 

A Mar del Plata, en la temporada anterior, entraron 3,5 millones de personas. En el municipio de Pinamar, que abarca a Valeria del Mar, Cariló y Ostende, un número similar. Cerca de 3 millones. En Miramar, donde viven 35 mil personas, en tres meses pasaron 300 mil. Un mundo de gente que se desplaza de un lado a otro. Una acción que hoy es difícil de imaginar pero que está dibujada en los borradores de la política. La temporada se diseña en paralelo a la crisis sanitaria, pero los datos epidemiológicos serán los que finalmente determinen si se hace realidad o no.

 

¿Qué puede frenar la temporada de verano? Que lo que suceda en diciembre sea la mismo que lo que pasa ahora, esto significa que la provincia esté en un promedio diario de 5000 casos y que el sistema de salud esté permanentemente exigido. Si eso sucede, no hay temporada de verano. Sería imposible llevarla a cabo. En la actualidad la preocupación está centrada en que el sistema de salud no colapse. El verano es una anhelo. Pero, al mismo tiempo, es una realidad que los gobiernos municipales avanzan en el diseño de protocolo y llevan adelante negociaciones con las cámaras que nuclean hoteles y transportes para tener planteado un escenario posible para el verano.

 

Ni Axel Kicillof, ni Alberto Fernández, ni tampoco los intendentes municipales creen que la situación seguirá siendo tan compleja y, en cambio, estiman que todo irá mejorando. Kicillof dijo hace poco: “Puede ser que pasemos de las medidas de aislamiento a los protocolos”. Lo aseguró el día en que presentó un plan para la reactivación productiva para la provincia. Con cautela, como se viene moviendo hasta el momento, advirtió: “No es algo que hay que sufrir. Es un aprendizaje para poder trabajar, vivir y recobrar cosas que hemos perdido mientras el virus todavía no se fue”.

 

La primera interpretación de la realidad que hacen los gobiernos radica en que pese a la crisis económica, habrá gente que quiera viajar. Frente al hartazgo de la cuarentena, la necesidad de la playa, el aire libre y la recreación. La segunda es que, para ese entonces, aunque bajen los casos, habrá muchos que aún tendrán miedo de desplazarse a ciudades donde se crucen ciudadanos de distintos puntos del país. Es imposible determinarlo. El comportamiento social lo sabrán cuando diciembre esté llegando a su fin.

 

Hay ciudades balnearias, como Villa Gesell, que oficializaron un protocolo para las playas. Van a implementar un sistema que les permita a los turistas verificar que playas están llenas y cuáles tienen lugar. Personal municipal controlará las entradas y también pondrán banderas que señalen la capacidad de las playas. Bandera verde, hay lugar. Bandera roja, no hay lugar. Lo mismo sucederá con una App que implementaron y que los turistas la podrán descargar en su celular. Allí van ver el nivel de ocupación y tendrán la posibilidad de decidir si quieren elegir un lugar donde haya menos gente.

 

También pondrán carteles a 100 metros de la playa para que vean el nivel de saturación y retenes en la zona de acceso de las playas céntricas para que el personal también informe el nivel de gente que hay. Es decir, una serie de avisos escalonados para que los turistas no pisen la arena y se sientan es riesgo frente a la cantidad de personas que pueda haber.

 

En Pinamar aseguran que los turistas van a tener más conciencia social. También, esperan que el gobierno bonaerense colabore con todos los municipios de la Costa y aporte fondos para aumentar la infraestructura sanitaria o que mande terapias móviles para estar más cubiertos en el área sanitaria.

 

El intendente Martín Yeza dijo al respecto: “El objetivo es trabajar para tener la menor rotación posible de público. Que se queden la mayor cantidad de tiempo posible. La cuenta es mayor permanencia, menor rotación de público”.

 

En Miramar pretenden habilitar lo más rápido posible. Piensan dejar ingresar a las personas que tienen una casa en la ciudad pero viven en otro lugar. Están estudiándolo y es posible que, de no mediar inconvenientes, lo hagan antes de que termine septiembre. “Estamos adaptando los protocolos generales de Nación y provincia de acuerdo a la realidad que tenemos. Gracias a las temporadas de verano podemos administrar el funcionamiento del distrito durante el resto del año”, le indicó a Infobae el intendente local Sebastián Lanuantoni.

 

Mar del Plata, NAMar del Plata, sin gente. NA.

 

En Mar del Plata todavía se encuentran trabajando y diseñando el protocolo en los balnearios. Hay algunas definiciones que ya tienen. Habrá un límite de gente por sombrilla y por carpa. Podrían ser 4 personas. Pero aún no está cerrado. Las sombrillas estarán a 4 metros de distancia unas de otras, los vestuarios estarán restringidos y los paradores tendrán que permitir menos gente en sus mesas.

 

Uno de los problemas lo ven en el control de ingresos. Creen que será muy difícil poder controlar la gente que ingrese a las playas públicas. No tienen forma de hacerlo. Solo dependen de que miles de personas se organicen y acepten entrar por ingresos pautados de antemano por el municipio, donde puedan llevar un control de la cantidad de personas que hay. “Dependemos de la responsabilidad individual. La gente va a tener que ayudar”, asumen en el gobierno marplatense. Respetar la distancia, usar barbijo, mantener la higiene personal. Los protocolos serán los mismos que hoy se deben cumplir en todo el país. 

 

El otro problema de Mar del Plata es el formato de ingreso a la ciudad. Analizan la posibilidad de pedir test serológicos o declaraciones juradas sanitarias. Son opciones, no definiciones. De antemano piensan que sería imposible pedir un test a cada uno de los que entra. La cola de autos sería interminable. Un método inviable frente a una ola masiva de personas que ingresan a las ciudades de la costa.

 

En el gobierno bonaerense, como en los municipios, piensan igual y creen que los test tienen una efectividad relativamente limitada debido a  que en el momento que se hacen pueden dar negativos y después las personas pueden infectarse en el tiempo que estén dentro de la ciudad.

 

Pese a las dificultades que acarrea la pandemia, en el Gobierno como los empresarios, la idea central es la habilitar la temporada, abrir los locales, teatros, hoteles y comercios, y tener que cerrarlos a mitad de camino por un aumento de contagios. Eso le generaría un gasto muy grande a las personas que viven del turismo y los dejaría parados en un escenario peor al que están ahora.

 

Si bien el foco de la gestión está puesto en la administración de la pandemia, en el gobierno de Kicillof avanzan en las negociaciones con las cámaras hoteleras, los balnearios, los locales gastronómicos y los dueños de las empresas de transporte. El encargado de concretar las varias negociaciones es el ministro de Producción bonaerense, Augusto Costa, que tiene línea directa con el ministro de Turismo, Matías Lammens. Ambos trabajan en la misma sintonía. En el horizonte están las vacaciones de millones de argentinos.

 

Costa manifestó que en el gobierno bonaerense “hay voluntad de que se haga la temporada” y que la actividad turística “se reactive ni bien se pueda”. Fue concreto al expresar que “desde ningún punto de vista pensamos que no vaya a haber temporada”. 

 

“Hay mucho diálogo con los intendentes, los sectores que trabajan con el turismo y el gobierno nacional. Estamos alineados en este trabajo con lo que piensa Nación”, dijo el funcionario. 

 

“La temporada depende de lo que hagamos ahora. Tenemos que ser prudentes en este momento y evitar que los contagios se expandan. Eso es lo que le pedimos a los intendentes”, aseguró también el ministro bonaerense. En La Plata creen que el gobierno marplatense abrió demasiado rápido las actividades y que esa flexibilización fue la antesala del pico de contagios que hoy atraviesa la ciudad y que los obligó a volver a fase 3.

 

Lo que solicitó Costa a los intendentes de cada municipio sobre el tema es poner mucho énfasis en los cuidados y las medidas de precaución de cara a la temporada. Si en las localidades donde se veranea empiezan a subir los contagios en los próximos meses, entonces el nivel de incertidumbre se multiplicará y la posibilidades de coordinar las actividades para el verano disminuirán abruptamente.

 

En el gobierno de Buenos Aires, dan casi por descartado impulsar un turismo que sea solo regional. Algo parecido al que hizo Jujuy y que no tuvo buenos resultados. Si el virus ingresa y corre con velocidad, no importa el lugar de donde provenga la gente. Por eso el comportamiento social será determinante para un buen resultado.

 

Dentro de las certezas que tiene la temporada a esta altura está la decisión de no habilitar eventos masivos ni abrir boliches. Es imposible. Entre las dudas están los protocolos para el transporte público, ya que mucha gente viaja en colectivo, y la estructura sanitaria que tendrán que montar para prevenir contagios y reaccionar con velocidad frente a los casos que surjan.

 

En un mes aproximadamente habrá más definiciones y certezas respecto de las vacaciones de verano. Pero ni los gobiernos ni los sectores que viven del turismo pueden comenzar a trabajar en el armado de la temporada cuando los datos epidemiológicos den la luz verde. Lo deben hacer antes y estar preparados para el momento en que puedan habilitar el turismo. Hoy es una utopía porque la actualidad sanitaria arrastra las ilusiones y las dispersa por la arena. Posiblemente, muy pronto se deje de soñar y planificar y todo se lleve directo a la realidad según las circunsatncias.

Notas relacionadas