La Fundación Capital hizo una Síntesis Económica Semanal con la evolución de precios y las perspectivas inflacionarias.
Por Canal26
Lunes 25 de Julio de 2022 - 18:50
Aumento del costo de vida. Foto: NA.
La Fundación Capital lleva más de veinte años de trabajo con prestigiosos economistas del sector público y privado. Es un centro líder del análisis económico de la Argentina y de América Latina, a la vez que un órgano de consulta permanente. La Fundación Capital brinda la confianza que le dan las más de 120 empresas asociadas en sectores como el farmacéutico, automotríz, de la construcción, el agro, los alimentos, bienes y servicios. Con este marco, ha presentado una detallada Síntesis Económica Semanal con un análisis de la evolución de los precios en el país.
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Con un piso de inflación del 5% mensual en los próximos meses, el 2022 terminaría con una nominalidad en torno al 90%. En efecto, con la brecha cambiaria en un nivel superior, mayores restricciones a la importación, una política monetaria fuertemente expansiva y anuncios oficiales que no llegan a disipar la incertidumbre, el riesgo inflacionario se acrecienta. Aún más, las brechas de precios también hacen prever una nominalidad superior hacia delante, cuando los bienes y servicios que hoy muestran tasas de aumento menor al promedio presionen al alza. De esta forma, sin anclas nominales y frente a una política económica que fogonea la inflación futura, el incremento de precios del año próximo podría ser igual o incluso superior, de no encararse un programa integral de estabilización.
Con la brecha cambiaria bien por encima del 130% y fuertes restricciones a las importaciones agregando incertidumbre en torno al valor de reposición de los productos, en julio se dieron fuertes remarcaciones de precios que apuntan a una inflación piso del 6,8% mensual para el séptimo mes. Vale recordar además que la Comunicación A 7532 del Banco Central de fines de junio, restringió fuertemente la entrada de productos importados, provocando un aumento de costos para las empresas, ya sea porque deben añadir los relacionados con la financiación o porque acaban costeando al precio del contado con liquidación. En este sentido, el traspaso a precios de los consumidores se observó con fuerza en las primeras dos semanas de julio por lo que los precios de productos con alto componente importado como electrónicos, electrodomésticos y vehículos automotores, entre otros, habrían verificado una aceleración significativa.
IPC por rubros. Fuente: Fundación Capital / INDEC.
No obstante, incluso el dato de junio ya mostraba una nominalidad en un nivel superior. En efecto, por cuarto mes consecutivo, la inflación mensual se mantuvo por encima del 5% (5,3% mensual), interrumpiendo la ligera desaceleración que venía mostrando desde el máximo de marzo (6,7% en marzo, 6% en abril y 5,1% en mayo). Aún más, la núcleo exhibe una clara dificultad para quebrar el piso del 5% mensual, con el registro de junio manteniéndose en 5,1% sólo 0,1 puntos por debajo del mes anterior.
En la misma línea, al observar la evolución de los precios desagregada por producto, se advierte que la dinámica tiene claros riesgos al alza. En efecto, varios rubros vienen creciendo más aceleradamente que el nivel general (64% i.a. en junio), con subas interanuales de entre un 70% y 90%. A modo de ejemplo, las prendas de vestir y calzado aumentaron un 88% i.a. en junio y los vehículos automotores un 73% i.a.. Al mismo tiempo, la medicina prepaga viene recuperando terreno (88,4% i.a.) y aún quedan pendientes subas adicionales en agosto, octubre y diciembre, mientras que los servicios relacionados a la hotelería y restaurantes también muestran incrementos significativos en plena temporada invernal (84,9% i.a.).
Por su parte, entre aquellos que evolucionaron bien por debajo de la inflación, resaltan los servicios regulados y, en particular, aquellos públicos. De hecho, como se evidencia en el gráfico anterior, incluso con los aumentos de junio en las tarifas de electricidad y gas (última suba del año para el 90% de los hogares) el rubro mostró un alza de sólo un 37,5% i.a. a nivel nacional. Vale mencionar que, con la quita de subsidios a los hogares de mayores ingresos que finalmente se aplicaría desde agosto, este rubro subiría algo más en la segunda parte del año (65% i.a., promedio de los hogares). Además, otros precios regulados también se irán actualizando, como los servicios de telecomunicaciones que aumentaron 9,5% en julio y no puede descartarse nuevas subas hacia delante. Por otro lado, la decisión de reducir a la mitad la frecuencia de los colectivos urbanos en el AMBA terminó gatillando el incremento del boleto de 40%, tal como se venía mencionando hace varios meses (lo que le sumaría 0,6 puntos a la inflación nacional de agosto). Vale mencionar que, con más de tres años de congelamiento, el usuario pagó hasta julio sólo el 10% del costo en el AMBA, de acuerdo con la Cámara Empresaria de Autotransporte de Pasajeros (CEAP).
De esta manera, la verdadera velocidad de incremento de los precios ya está en un escalón superior, como evidencian los rubros que no requieren de autorización para aumentos. Como venimos señalando en anteriores oportunidades, las brechas de precios eventualmente tienden a desaparecer, con los bienes y servicios que hoy muestran tasas de crecimiento menor presionando al alza hacia delante. De esta manera, se prevé una inflación futura en un nuevo escalón más elevado, en línea con una política económica que también fogonea el aumento de precios, cuestión que analizamos en el próximo apartado.
Suba de precios en Argentina. Foto: NA.
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Con una inflación acumulada en torno al 45% en los primeros siete meses del año, y un piso del 5% mensual para lo que resta del año, el registro del 2022 resultaría como mínimo del 86% i.a.. No obstante, ante la ausencia de anclas nominales, con una política económica que fogonea el incremento de precios y frente a un elevado riesgo cambiario, que se podría acentuar hacia septiembre/octubre o incluso adelantar, la inflación podría superar el 90% i.a. en diciembre. En definitiva, existe un claro riesgo inflacionario hacia delante.
En efecto, el gasto público viene creciendo aceleradamente (75,3% i.a. en el primer semestre) y, más allá del anuncio de la ministra Batakis sobre su intención de cumplir con la meta de déficit fiscal, no hay claros detalles de cómo se alcanzaría y la capacidad de lograrlo luce difícil. En este sentido, la incertidumbre impide que el anuncio funcione como ancla. En paralelo, la fuerte emisión monetaria para asistir al Tesoro tanto por la vía de adelantos transitorios ($ 630.000 millones) como por la recompra de títulos para resguardar las paridades de los bonos ($ 1.039.000 millones) ya supera los $1,6 billones en el acumulado del año, resultando en una significativa magnitud de pesos volcados en la economía (más de $ 750.000 millones se expandió la base monetaria desde comienzos de mayo). Aún más, en un contexto de elevada incertidumbre, habrá que monitorear la capacidad de renovación genuina de los vencimientos de deuda del Tesoro en pesos, que suman $ 3,5 billones en el segundo semestre. Un resultado adverso podría derivar en una aún mayor asistencia del BCRA al Tesoro, sumando presión a la situación cambiaria e inflacionaria.
Aún más, con una brecha cambiaria bien por encima del 130% y claras dificultades para acumular reservas (en lo que va de julio el BCRA acumula ventas al sector privado por unos u$s 1.000 millones), las tensiones cambiarias se sostienen elevadas. Esta dinámica se da incluso en el período de mayor ingreso de divisas del agro. En este sentido, en nuestro monitor de alertas cambiarias, siete de las ocho variables analizadas se encuentran en alerta (las reservas netas, las compras netas de divisas del BCRA, la brecha cambiaria, la devaluación en términos reales, el roll over de la deuda en pesos, la asistencia del Banco Central al Tesoro y la tasa de interés real), siendo la demanda de dinero la única variable en verde. No obstante, esto sucede por tratarse de una economía "encepada". Por ende, esta variable debe monitorearse a futuro, ya que aún con "cepos", si la inflación y la tensión cambiaria se aceleran, la demanda de dinero podría potenciar el proceso inflacionario, con una nominalidad creciente y cada vez más peligrosa.
Crisis económica. Foto: NA.
Así, frente a la deteriorada evolución reciente de los pesos y los dólares de la economía, no puede descartarse la posibilidad de un salto en el tipo de cambio al finalizar la cosecha gruesa (septiembre/octubre) o incluso que el mismo se adelante. La materialización de este evento llevaría a una inflación superior al 90% i.a. en diciembre (91,7% i.a. en nuestro escenario base). No obstante, si el mismo no fuera acompañado por cierta disciplina fiscal y monetaria podría redundar en el primero de varios incrementos (escenario complementario), derivando en un proceso iterativo de devaluación inflación, profundizando la estanflación que venimos presenciando.
Por otra parte, con la inflación superando ampliamente el nivel esperado al cierre de los acuerdos paritarios, en el período de revisión de las mismas (muchos gremios acordaron revisiones en el mes de octubre) se podrían convalidar aumentos más importantes. Incluso, los reclamos podrían adelantarse, como ya ha ocurrido con gremios como médicos, estatales y judiciales de la provincia de Buenos Aires, docentes nacionales y aceiteros. Por su parte, otros han empezado a oficializar los reclamos de reapertura como la UOM y Comercio, que había conseguido un 59% anual con revisión en octubre y reclama entre un 10% y un 20% adicional. De esta manera, la dinámica de negociaciones sería un combustible adicional sobre la dinámica inflacionaria en la segunda mitad de año.
En definitiva, la política económica fogonea la inflación futura. Por un lado, la brecha de precios implica más nominalidad hacia delante. Por el otro, la política fiscal y monetaria resultan ampliamente expansivas, mientras que la tensión cambiaria se sostiene como uno de los riesgos más claros sobre la dinámica inflacionaria de los próximos meses. Así, la inflación habría encontrado un nuevo piso del 5% mensual que llevaría a una inflación anual piso del 86% a fin de año y que podría incluso superar el 90% i.a. de producirse un salto en el tipo de cambio oficial. De esta forma, sin encarar un programa integral de estabilización, la nominalidad de la economía se setea en un escalón superior, incluso pudiendo resultar mayor el próximo año.
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