El 5 de junio de 1947, a dos años del final de la Segunda Guerra Mundial, un inquietante documento llegó a manos de John Edgar Hoover, director del Federal Bureau of Investigation (FBI). El paper contenía la declaración testimonial de un informante -ex integrante de la Resistencia Francesa- que relataba con lujo de detalles la visita que el Führer nazi Adolf Hitler hizo a un hotel en Brasil junto a su esposa Eva Braun y cómo fue el operativo para protegerlo.
Documento del FBI sobre la presencia de Hitler en Brasil.
Apenas comenzada la Guerra Fría, cualquier intento de los Estados Unidos era válido y bienvenido por su afán de prevalecer ante la Unión Soviética en lucha sin cuartel por la supremacía total. Fue con ese marco que los Aliados victoriosos en el final de la Segunda Guerra Mundial habían alcanzado acuerdos secretos con la mismísima cúpula de la Alemania nazi, lo cual incluía el plan de rescate y huída del Führer Adolf Hitler con el objetivo de permitirle salir de la devastada Europa de aquellos días. El propósito era uno y solo uno: mantener al Líder nazi sano y salvo, ubicado, monitoreado y -sobre todo- protegido, mientras cobraba forma la idea de un posible futuro nuevo enfrentamiento con los "Rojos". Qué mejor entonces que cuidarle la espalda a Hitler, simulando su muerte, pero ocultándolo tras bambalinas para cuando la nueva función debiera comenzar.
En ese agitado contexto, plagado de intrigas, inesperadas operaciones conjuntas y traiciones, dignos de una película de misterio; el Federal Bureau of Investigation (FBI) estaba en pleno conocimiento de la supervivencia de Hitler y sabía de cada uno de sus pasos en las sombras.
Esto se desprende de un documento del Bureau investigativo estadounidense, redactado el 5 de junio de 1947, mediante el cual se le informó a John Edgar Hoover (director del FBI) que Adolf Hitler se había trasladado a Brasil. La historia llegó a manos de la inteligencia norteamericana tras la declaración testimonial de un ex integrante de la Resistencia francesa durante la ocupación nazi a su país, que entre febrero y marzo de 1947 viajó a la localidad de Cassino (en el estado brasileño de Río Grande del Sur), en busca de un sitio pintoresco para promocionar en un artículo que luego sería publicado en un modesto periódico local.(1)
Tal como se expresaba en el paper (desclasificado en 1998), el poblado estaba rodeado por un extensísimo cerco perimetral, contaba con una poderosa antena transmisora oculta tras frondosa vegetación y era custodiado por guardias armados, a quienes había que mostrarles el correspondiente permiso para entrar. Fue algo que el improvisado periodista pudo hacer, ya que había llegado junto con un grupo de importantes empresarios alemanes y los integrantes de una orquesta contratada para actuar en el Hotel Atlántico,(2) un lujoso edificio que daba la sensación de ser algo desproporcionado, en comparación con las pocas y pequeñas casitas del lugar.
El Hotel "Atlántico" en la actualidad: aún conserva su aspecto de entonces.
Según con lo trascripto en el paper recibido por Hoover, el informante no solo advirtió que había quienes hacían el saludo nazi en el hall del hotel (entre ellos, una bella joven con quien luego llegó a conversar), sino que durante dos de las tres veladas programadas para la presentación de la orquesta se había colocado frente al escenario una mesa ocupada por once comensales, entre ellos un ex oficial de las SS (posiblemente de apellido Weissman) y una pareja, a la que se identificó como a los mismísimos Adolf Hitler y Eva Braun.
Pese a que el Führer llevaba su cabello más claro, cortado al ras “al estilo alemán” y no lucía su bigote, el hombre logró identificarlo mientras le preguntaba a un mesero quiénes eran esas personas. Su respuesta fue que se trataba de “millonarios sudamericanos” que de manera extraña solo hablaban idioma alemán. En tanto que la noche siguiente (posiblemente advertido por la presencia de un curioso que pretendía averiguar por demás), Hitler llevaba una peluca canosa y su rostro maquillado como si se tratara de una “máscara mortuoria”. Luego el informante se acercó a conversar con la joven que había hecho el saludo nazi a la entrada del hotel, quien dijo llamarse Abava, una sobrina de la mujer a quien él había reconocido sin lugar a dudas como Eva Braun.
Recreación del aspecto de Hitler, según lo descripto en el documento del FBI. Con peluca canosa y muy maquillado su rostro.
Aún sorprendido, a la mañana siguiente también pudo hablar con el conserje y contarle muy entusiasmado sobre el artículo periodístico que acababa de terminar, en el que narraba las inolvidables y extrañas experiencias vividas en Cassino. Estos comentarios llevaron a que el empleado le recomendara olvidarse del tema y evitar por todos los medios su publicación, mientras un cómplice botones lo obligaba con cara de pocos amigos a abandonar el lugar.
Cuando aguardaba el auto que debía pasarlo a buscar, pudo acercarse de nuevo a la bella Abava, a quien -antes de despedirse- le entregó una tarjeta en la que antes había escrito un mensaje muy especial: “De un integrante de la Resistencia francesa que luchó cinco años contra Hitler a la sobrina de una famosa dama”. La joven, que claramente supo leer entre líneas, tan solo atinó a sonreír, mientras ambos veían cómo Eva Braun y un par de sus acompañantes se dirigían despreocupados hacia las privadas playas de Cassino para darse un baño de mar.
Tras su salida obligada, el informante pasó por Río Grande y Río de Janeiro, desde donde -tras salvarse de dos atentados contra su vida- pudo escapar hacia Martinica, tomando un vuelo que finalmente lo llevó a la ciudad de Los Ángeles, donde contactó a su amigo y periodista Drew Pearson. Este, lejos de publicar su relato como otra increíble historia de la prensa amarilla en su famosa columna “Washington Merry Go Round”, decidió que lo mejor sería contactarlo con agentes del FBI.(3)
Aquí el documento completo, redactado el 5 de junio de 1947. Las tachaduras son producto de la censura del FBI en el momento de la desclasificación:
No obstante, y pese a la precisa información, Hoover creyó innecesario el envío de sus propios efectivos a Brasil, algo que hizo saber al sorprendido agregado legal de la embajada norteamericana en Río de Janeiro.
En tanto que en una actitud típicamente “macarthista”, el investigado fue el informante, cuyo pecado capital era ser miembro del Partido Comunista, fuertemente sospechado de operar para la inteligencia soviética.
Instagram: @marcelo.garcia.escritor
Twitter: @mdGarciaOficial
Nota: El artículo solo expresa investigación histórica.
Fuentes:
- "La agente nazi Eva Perón y el tesoro de Hitler" (Marcelo García, Sudamericana, Argentina, 2017)
(1)- Documento del FBI que informa sobre la presencia de Adolf Hitler en Brasil. Redactado en Los Angeles, Estados Unidos, 5 de junio de 1947.
(2)- Mal mencionado en el documento del FBI como “Hotel Grande”, un nombre posiblemente confundido con el de la calle en la que se ubicaba, que era la avenida Río Grande.
(3)- Documento del FBI que informa sobre la presencia de Adolf Hitler en Brasil, op. cit.
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