La posibilidad de que Donald Trump vuelva a la presidencia de Estados Unidos genera preocupaciones en un panorama electoral incierto. Sus declaraciones explosivas y su historial judicial pendiente plantean interrogantes sobre el futuro del país y aumentan la desconfianza en la democracia estadounidense. El mundo observa preocupado mientras la inestabilidad crece.
¿Y si gana? Esta es la pregunta que plantea la revista TIME en su última portada sobre la posibilidad de que Donald Trump llegue a la presidencia de los Estados Unidos. Este interrogante encierra varios escenarios no solo en caso de que esto suceda, sino también durante el camino hacia las elecciones.
En un mundo volátil, peligroso e inundado por la incertidumbre, el panorama electoral de un país como Estados Unidos no hace más que generar aún más preocupaciones. Siempre ha sido una nación clave en el mundo y su rol, ya sea por acción u omisión, se incrementa en tiempos de crisis global.
El mundo enfrenta varias crisis simultáneas y todas tienden a profundizarse en el corto y mediano plazo. La inestabilidad en Estados Unidos solo contribuirá a un escenario más difícil. Pero como se plantea la revista TIME, los mayores interrogantes surgirán si Trump logra obtener la presidencia.
Sus declaraciones explosivas, como las que realiza durante la campaña, tendrán aún más poder de daño, ya que pasará a ser el presidente. Y no habrá, como sucede actualmente, un conglomerado opositor conteniendo al poder del gobierno.
La versión actual de Trump es recargada y con muchas cuentas pendientes por cobrar. En una ocasión, ante la pregunta de si tomaría revancha de sus oponentes, aseguró que solo necesitaría un día. En los momentos en que no está en los tribunales enfrentando los numerosos juicios en su contra -desde los ataques al Capitolio hasta los intentos de modificar los resultados electorales nacionales en varios estados, pasando por temas relacionados con estafas y sobornos a una estrella porno para que no hable durante la campaña electoral- Trump sigue en campaña y sus declaraciones muestran el mismo patrón que durante las elecciones pasadas.
Ante la pregunta de una periodista sobre la posibilidad de actos de violencia si no logra la victoria, dijo que eso está por verse, dejando abierta la posibilidad. Mucho más contundente fue cuando en un acto aseguró que si no lo elegían, correría sangre.
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Trump plantea nuevamente la posibilidad de fraude y afirmó que podría desconocer los resultados. Algunos analistas sostienen que esto podría desanimar a sus seguidores a la hora de votar. Pero más allá de quién gane las elecciones presidenciales, como ocurrió en la anterior votación, algo aún más peligroso para la democracia estadounidense vuelve a encenderse, como las brasas de un fuego que nunca se apagó del todo: la desconfianza hacia el sistema electoral, y más aún hacia la democracia. Si ese sentimiento crece, ¿para qué sostenerla?
El constante golpe contra las instituciones, sumado a la falta de respuestas reales o no del sistema democrático hacia el ciudadano común, y más aún al no haber surgido un verdadero poder de peso contra el intento de golpe en enero cuando se atacó el Capitolio, deja a la vista la fragilidad de la democracia en un país que siempre se autoproclamó como la mayor democracia del mundo. Entonces, ¿es impensable hablar en el futuro de un gobierno dictatorial en Estados Unidos?
Como sucedió en otras partes del mundo, muchas dictaduras surgieron de la entraña de gobiernos elegidos a través del voto. En una de sus campañas, Trump pidió que lo dejaran ser dictador por un día, como si ese fuera el camino para solucionar las cosas de su país.
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¿Poder popular para obtener poder personal y frenar situaciones judiciales personales? No es el único jefe de gobierno que vive situaciones similares. La sola posibilidad de que Donald Trump llegue a la presidencia de los Estados Unidos ya ha comenzado a mover las placas tectónicas de la política global. En Europa se preparan para esa posibilidad, o al menos aquellos que ven la guerra que se libra en Ucrania más cerca de sus fronteras.
Trump ha vuelto a advertir que, si Europa no aporta más dinero, Estados Unidos no ayudará más a Ucrania. En el pasado, dijo a Rusia que podía hacer lo que quisiera con Ucrania.
El contexto global de su futura presidencia es muy diferente al actual. Realmente, la posibilidad de un enfrentamiento a gran escala en Europa está a la vuelta de la esquina. La tensión en Medio Oriente ha alcanzado niveles nunca vistos debido al enfrentamiento directo entre Irán e Israel. En Asia, la volatilidad es cada vez mayor ante la posibilidad de una invasión china sobre Taiwán, pasando por el desarrollo cada vez más inestable del poderío militar norcoreano. Incluso en estas horas, Corea del Sur advirtió que su vecino del norte está planificando ataques a sus embajadas.
El mundo que estamos viviendo no necesita mayor inestabilidad, pero eso es lo que ya estamos padeciendo y lo que seguirá sucediendo. El poder de Estados Unidos no solo se ejerce a través de sus acciones, sino también de sus omisiones. Cuando un poder hegemónico comienza a ser absorbido por otras potencias, esto genera un periodo de inestabilidad, y eso es lo que está ocurriendo en los últimos años.
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No es cierto que durante la presidencia de Trump su política exterior no haya generado inestabilidad global. Bombardeó Siria, matando a uno de los militares más importantes de Irán, lo que desencadenó un ataque contra las tropas estadounidenses y llevó a un pico de tensión sin precedentes con Teherán.
Trump decidió romper el acuerdo internacional alcanzado entre varias naciones para frenar el desarrollo atómico iraní, generando en la actualidad una situación de mucha mayor inestabilidad.
Su acercamiento al dictador norcoreano no logró ningún avance y colocó a Kim Jong Un en otro nivel en la esfera internacional. Su simpatía hacia Putin debilita la alianza militar de la OTAN y pone en riesgo a sus socios europeos.
En un mundo en caos se necesita liderazgo. Trump asegura que el mundo no respeta a Estados Unidos, pero sí lo respetan a él. ¿Hacer grande a América o hacer grande a Donald Trump? Cuando el hombre se coloca por encima de las instituciones y de su propio país, no puede surgir nada positivo.
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