Este domingo el mandatario fue reelegido para su séptimo mandato consecutivo, lo que le generó el mote de "el último dictador de Europa", algo que él mismo reivindica.
Aleksandr Lukashenko, presidente de Bielorrusia, fue reelegido una vez más para ocupar este cargo en su país este domingo y se mantiene como el mandatario europeo con más años en el poder, ya que suma 31 en total.
Este domingo Lukashenko fue reelegido para su séptimo mandato presidencial consecutivo. Él mismo comentó que en realidad "no quería" presentarse a la votación, pero que fue su entorno personal y el amor hacia su pueblo lo que hizo que tomara la decisión de postularse.
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Lukashenko tiene 70 años, por lo que cuando nació su país aún formaba parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), lo que se mantuvo así hasta 1991.
Y este país, entonces, difícilmente haya podido conocer a otro líder -y menos aún a otro presidente- desde que se volvió independiente: es que Lukashenko está en el poder desde el 20 de julio de 1994, ininterrumpidamente.
Se considera él mismo como un admirador del dictador Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, más conocido como Iósif Stalin, el ex presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética, quien murió solo poco más de un año antes de que Lukashenko naciera.
También supo reivindicar la figura del venezolano Hugo Chávez en más de una oportunidad, como símbolo de ideal político y pensamiento con los que Lukashenko coincide.
Él mismo se define como "un hombre de pueblo". Tiene una gran afición por cosas muy propias de Bielorrusia, como su afición a la agricultura, a los tractores y a las papas, que son a su vez dos de los principales productos nacionales del país.
Aquellas elecciones de 1994 son consideradas como las últimas que vivió el país que se pueden preciar de democráticas: desde entonces, Lukashenko ha modificado en varias oportunidades la Constitución nacional a fin de perpetrarse en el poder.
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Por supuesto, nada de la historia de Lukashenko en el poder bielorruso podría siquiera haber existido de no ser por el visto bueno de Rusia y principalmente de su amigo personal y colega, Vladímir Putin, quien está en el poder de Rusia desde 1999.
Además del apoyo de Putin, el bielorruso cuenta con la ayuda del KGB (la Agencia de Seguridad del Estado en Bielorrusia, sucesora directa de la KGB soviética), encargada de mantener el orden y de erradicar a cualquier tipo de opositor que se presente a su mandato.
Años y años de apoyo de esta agencia de seguridad han generado que todos los enemigos de Lukashenko fuesen condenados al exilio o encarcelados, algo que le generó el mote de ser el último dictador de Europa.
De todos modos, este nombre para el propio Lukashenko ha sido motivo de orgullo e incluso lo ha tomado como referencia durante su campaña electoral.
Lukashenko también se refirió en varias oportunidades a Putin como "su hermano mayor" (el ruso es dos años más grande que el bielorruso), pese a que él llegó antes al poder que el líder del Kremlin.
Putin supo proteger a Lukashenko en momentos claves de su mandato, como por ejemplo una crisis que casi acaba con su derrocamiento cuando se dieron multitudinarias protestas contra el fraude electoral del 2020. Además del apoyo de los rusos, un millonario préstamo de dinero ruso logró "sostener" a Lukashenko en el poder y recuperar su dominio.
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Tal es la devoción y lo que le debe Lukashenko a Putin quien lo ayudó en todos estos años de su mandato que, una vez estallada la guerra entre Rusia y Ucrania el 24 de febrero de 2022, Bielorrusia debió cederle territorios a Moscú para que su ejército pudiese invadir a Ucrania desde Minsk.
De más está decir que Lukashenko debió aceptar esto. Aunque cuando fue consultado acerca de su rol en la guerra, él no dudó en afirmar que jamás involucró a su país en el conflicto.
No hay que olvidarse de la dependencia económica que tiene su país de los hidrocarburos subvencionados de Rusia y si bien siempre afirmó no querer ser un mero protectorado del Kremlin, Bielorrusia no podría mantenerse a flote si no fuese por la protección de Rusia.
Por supuesto, los destinos de los dos países están entrelazados y difícilmente puedan separarse. Eso sí: los enemigos de Rusia son también, en consecuencia, enemigos de Bielorrusia.
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