El artista del género urbano de la ciudad de Garín, sueña con transformar su vida a partir de sus canciones y con esfuerzo y humildad, apuesta al sueño de poder vivir de la música.
El sueño de vivir de la música para la mayoría es un camino difícil y con demasiados obstáculos que atravesar al principio. Embarcarse en esta empresa es más que una simple decisión y requiere de perseverancia y determinación para no ser abandonado y quedar tirado a un costado del camino. En esta nota, hablamos con Nikillo YB, artista de la ciudad de Garin (Buenos Aires), que hace unos años tomó la decisión de perseguir un sueño a través de sus canciones.
Por eso, bajo los tiempos que la vida misma establece y sin miras de abandonar el proyecto, se mantiene enfocado en el trabajo confiado en que, a base de esfuerzo y humildad, las cosas llega en el momento correcto.
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Mi primer acercamiento a la música fue cuando tenía cuatro años más o menos. Cuando era chico no cantaba, pero mi abuela me inculcó la música. A los cuatro me compraron una batería y hasta los trece fui baterista. A esa edad tuve una banda de rock con los compañeros del colegio. Se llamaba Locura Enchufada. Hacíamos covers de rock nacional. Después se disolvió la banda, siempre era un problema que faltaba uno u otro y no podíamos hacer las presentaciones.
Luego comencé con la cultura del freestyle y desde ahí empecé a componer. Me empecé a dedicar al género urbano, un poco de boom bap, trap y reggaetón.
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El freestyle fue también parte de la escuela. En los recreos se juntaba un grupo de amigos a hacer competencias. Entonces me metí de curioso. Después, con mi primo Mariano, que también hacía música, empezamos a irnos los dos a Capital para las competencias de freestyle. Ahí conocimos mucha gente y estudios de grabación.
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Cuando acá en Argentina se empezó a establecer un poco más lo que sería la escena de trap y salieron exponentes como Duki o YSY A, entre otros, empezamos. Antes no se podía, no había escena o público que consuma género urbano de artistas argentinos. Entonces, cuando se empezó a crear todo esto, dijimos “si ellos pueden, nosotros podemos”. Esa fue la motivación.
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Yo componía mis canciones solo, antes de conocer un estudio. Conseguía una instrumental en internet en YouTube y me ponía a componer. Armaba temas así hasta que conocí un productor que es el papá de un amigo mío. Él era productor de unos grupos de reggaetón de países, como La Factoria y Chapa C, que son exponentes del reggaetón.
En 2007 o 2008 ellos sonaban mucho. Este productor se llama Selecta y gracias a él me metí más en la música, aprendí cosas nuevas como tips de grabación o vocalización. Después comencé a ir a Zona Oeste donde se podían hacer presentaciones con los temas que teníamos. Ahí comenzó todo, los viajes y los eventos.
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Cuando empezamos a ver que la gente de mi barrio y de mi ciudad tenía una respuesta positiva de su lado hacia lo que yo hacía, dijimos “vamos a tomarlo más en serio”. Era más hobby y después cuando la gente comenzó a tomarlo bien cambió todo. Me puse en la búsqueda de un manager que me pueda conseguir contactos, moverme y todo eso. Y mediante a mi primer manager, conocí a Alonzo, que es mi actual que tengo. Trabajamos un proyecto con un artista que él tenía en su sello discográfico G’star Records e hicimos una colaboración con un artista hondureño.
A todo esto yo seguía trabajando por mi cuenta haciendo videoclips, ya hacía presentaciones en boliches, como que se iba poniendo más en serio, hasta que Edgar me tiró una propuesta de hacer un contrato musical. Hace dos años estamos trabando con él y gracias a Dios se van dando muchas cosas.
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Cuando viajamos a Chile, fue salir del país gracias a la música. Conocer otros artistas, otros estudios y productores. Otro logro fue tener mi propio estudio para grabarme y maquetear. Para mí, es todo parte del proceso y cada vez te sorprende más. Ahora puedo estar acá, pero mañana quizás esté en otro lado.
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Mirá, te digo la verdad, para el año que viene me gustaría tocar en un micro estadio en la ciudad donde yo vivo en Garin. No sé para cuantas personas será, pero es bastante grande. Una meta sería hacer un show ahí y si se puede libre y gratuito, mucho mejor. Para que me conozca más gente de donde vivo. Igual la mayoría me banca.
También tengo metas de volver a viajar. Hacer conexiones con artistas de otros países, tratar de que ellos vengan para acá o que yo vaya para allá para seguir trabajando.
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Yo que quiero vivir de esto, me parece genial. Porque cuando recién empezamos eran pocos los que lo hacían y era como que parecía lejos llegar a vivir de esto. Y hoy en día, quizás es como más cercano. Hoy en día, mucha más gente de distintas edades, escuchan la música de artistas argentinos. Eso es un gran paso, antes quizás no había tanto y era más difícil. Estoy conforme con la escena y sigo trabajando para que esto se dé, porque con humildad y con esfuerzo se va a dar.
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Uno sería el Ñengo Flow, un artista puertorriqueño. Pensando en grande grande sería Bad Bunny. Pero bueno, paso a paso que el tiempo de Dios es perfecto y se va a dar cuando se tenga que dar, y de acá uno sería el Salas, está cabrón. Y otra sería la Cazzu.
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Tengo un grupo de amigos que se llama “La 1621”. Somos todo un grupo de artistas que estamos en la misma. Algunos se pegaron actualmente. Recomendaría a “La 1621” como artistas emergentes que vienen fuerte y que en un futuro van a sonar todos, hacen varios estilos del género urbano. También recomiendo otros amigos que son Thommy Cabrera y Gune GVNG. Con ellos trabajamos para que se pegue el reggaetón argentino.
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Viajar, comprarle una linda casa a mi mamá y poder vivir de esto. Que mi público sea cada vez más amplio y que la gente me reciba bien.
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Que escuchen mi música y que los artistas emergentes que se quieran dedicar y tienen miedo de pasar esa valla y lanzarse, que le manden para adelante, que los sueños se cumplen y uno siempre tiene que mantener esa esencia personal, de no cambiar por nadie, ser humilde que con esfuerzo todo se puede. No hay nada imposible.
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