Florencio Randazzo, Agencia NA
La confirmación de la candidatura de Florencio Randazzo en la Provincia de Buenos Aires se ha convertido en el primer nombre asegurado que se inscribirá el 24 de julio para competir en las elecciones legislativas. En el resto de las fuerzas políticas aún hay especulaciones, pero ninguna certeza sobre quiénes encabezarán las listas. Durante el mes que comienza habrá dos paradas. La primera de ellas, para inscribir los frentes electorales, y la segunda, las candidaturas que competirán en las PASO. La aspiración del ex ministro del interior y transporte es convertirse en la tercera opción que tercie con el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Sin embargo, un repaso por los resultados de las últimas tres elecciones legislativas bonaerenses muestran un comportamiento de los votantes muy estable. ¿Habrá variantes esta vez? Cada comicio tiene sus particularidades. Y en este caso aún más porque la pandemia le agrega un componente adicional a la cada vez mayor distancia entre la sociedad politica y la sociedad civil.
Mientras quienes se expresan como los defensores de la República y se resisten a hacer una interna dentro de Juntos por el Cambio, se repiten consignas tales como: “Estamos ante los comicios más importantes de la historia”. Cabe preguntarse cuánto hay de veracidad en esas afirmaciones. Una respuesta sí es ineludible. Más allá de los resultados puntuales en turnos anteriores, el camino de decadencia de la Argentina no se ha detenido. Pensar que una elección de medio tiempo tuerza el rumbo suena a utopía, pero el resultado sí, podría profundizar o alivianar ciertas señales. En los mercados creen que la tranquilidad del dólar llegaría hasta las PASO. Nada nuevo bajo el sol. Ya se vio algo similar en 2019 entre agosto y octubre.
La experiencia muestra un votante muy consolidado.
En el año 2009, tras la pelea con el campo y un contexto económico complejo, el Frente para la Victoria decidió adelantar las elecciones para junio. Fue el tiempo de las candidaturas testimoniales. El triunfo lo obtuvo el Frente Unión Pro conformado por Francisco De Narváez, Mauricio Macri y Felipe Solá. En aquella ocasión, la tercera opción fue la Alianza Acuerdo Cívico y Social que obtuvo un 1,6 millones de votos. El ganador 2,6 millones y el oficialismo de entonces 2,4 millones, mientras que en blanco votaron casi 400 mil personas. Como se ve, un acuerdo con perfil peronista logró quedarse con el primer lugar donde la polarización no estaba tan clara como en estos tiempos. Hay un detalle que se mantiene hasta la actualidad. En todas las contiendas, al margen de los nombres propios y lugares en la lista, estaban, detrás de los primeros y segundos, Cristina Kirchner y Mauricio Macri.
Cuatro años más tarde, Sergio Massa construyó el Frente Renovador donde Macri formó parte del acuerdo, aunque no el PRO cuya personería jurídica estaba vencida en la Provincia de Buenos Aires. Pero la figura fue el ex intendente de Tigre y un grupo de jefes comunales del conurbano quienes dieron la pelea desde los territorios. El ganador obtuvo 3,9 millones de votos, el Frente para la Victoria cosechó 2,9 millones de sufragios y la tercera opción fue el Frente Progresista Cívico y Social que cosechó poco más de 1 millón de votos. En blanco pusieron su sobre 440 mil personas. Como se ve, la tercera fuerza oscila en cantidad de sufragios similares entre 2009 y 2013.
En el 2017 la realidad no fue tan diferente en los números, más allá que el oficialista pasó a ser Mauricio Macri y Cristina Kirchner la oposición quien se presentó con el sello de Unidad Ciudadana. Allí Cambiemos logró 3,9 millones de votos, Unidad Ciudadana 3,5 y la tercera opción fue el Frente Un País de Massa y Stolbizer que acumuló 1 millón de sufragios, mientras que el PJ, con la candidatura de Randazzo, logró 500 mil. Entre ambas fuerzas sumaron 1,5 millones, promedio similar a las elecciones anteriores de 2009 y 2013 de la tercera fuerza. Es decir, no hay cambios significativos en los resultados de quienes quedan por afuera de la polarización entre primero y segundo. Su promedio es de 1,5 millones de votos. Con esos guarismos, la representación legislativa significa entre 4 y 5 diputados nacionales.
Cabe pensar que, al no ser una elección ejecutiva, la discusión de quien se imponga como la tercera opción luchará por un electorado cercano a ese número de votantes. Vale la pena aclarar que entre 2009 y 2017 el padrón creció en 2,5 millones de electores. Teniendo en cuenta este detalle, el reparto de los nuevos votantes entre ganador y quien obtuvo el segundo puesto fue muy similar: crecieron un millón de votos para cada uno.
No en vano, la reaparición de Florencio Randazzo alienta especulaciones de todo tipo, potenciadas en las últimas horas sobre supuestas reuniones con Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Las preguntas son siempre las mismas: ¿Para quién juega? ¿A quién le saca votos? Si nos basamos en los ejemplos descriptos más arriba, probablemente no le quite significativamente votos a ningún sector, sino que se quede con el votante que se aleja de las puntas y cuyo comportamiento es constante. El problema no radica en ver quién se favorece, sino en la capacidad de construir una alternativa atractiva que logre romper con esa lógica que los números muestran en las últimas tres elecciones de medio tiempo en la provincia de Buenos Aires.
*Por Sebastián Dumont
Periodista de Canal 26
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