Si bien no existe una "ciencia exacta" para evitar dicha enfermedad, los especialistas aconsejan una serie de comestibles naturales que ayudan a disminuir el riesgo de padecerla. Conócelos.
Por Canal26
Viernes 23 de Febrero de 2024 - 20:50
A lo largo de los años, los científicos descubrieron cuáles son los alimentos que hay que evitar para reducir el riesgo de cáncer. Sin embargo, los propios expertos reconocen que no existe una "ciencia exacta" para eludir dicha enfermedad, pero sí existe una "dieta sana" para disminuir la aparición de su presencia.
A continuación, la lista de alimentos que recomiendan los especialistas para llevar a cabo una "dieta anticancerígena".
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Un estudio de largo plazo de más de 3.000 personas que vivían en una región de China con altos índices de cáncer de estómago, los investigadores descubrieron que, por cada kilo de ajo que los participantes consumían por año, el riesgo de desarrollar la enfermedad se reducía un 17%.
El picante allium contiene altos niveles de alicina, un compuesto azufrado responsable del fuerte olor del ajo y de su capacidad para combatir el cáncer.
El cáncer de estómago, aunque está disminuyendo en Estados Unidos, es una de las principales causas de muerte por cáncer en todo el mundo. Otros estudios, en su mayoría no realizados en humanos, indicarían posibles vínculos entre el consumo de ajo y la reducción del riesgo de otros tipos de cáncer, especialmente el colorrectal.
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Las verduras crucíferas, como el brócoli, los repollitos de Bruselas, la coliflor y el repollo son ricas fuentes de isotiocianatos, compuestos vegetales que ayudan a las células a eliminar toxinas y repararse; son cruciales para prevenir el cáncer.
Las investigaciones indicaron que, consumir más de cuatro o cinco raciones de verduras crucíferas por semana, se asocia a un menor riesgo de cáncer y otras enfermedades crónicas.
Los brotes de brócoli son ricos en sulforafano, un isotiocianato que puede reforzar las líneas de defensa naturales de nuestro organismo del daño celular diario. Justamente, este compuesto se relacionó con la protección contra varios tipos de cáncer, como el de mama, próstata, vejiga y colorrectal.
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Las variedades comunes de porotos, como los negros y los colorados, y legumbres como los garbanzos, las arvejas secas y lentejas, no solo son ricas en proteínas. También, son grandes fuentes de fibra, que es crucial para la salud intestinal e inmunológica.
Nigel Brockton, vicepresidente de investigación del Instituto Estadounidense de Investigación Oncológica de Washington D.C., explicó que la fibra también está relacionada con la prevención del cáncer colorrectal.
Las bacterias del intestino descomponen la fibra en combustible para las células que recubren el colon, lo que las mantiene sanas y con menos probabilidades de convertirse en células cancerosas.
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Desde hace tiempo, los estudios relacionan los tomates con la reducción del riesgo de cáncer de próstata gracias a sus abundantes reservas de licopeno, un potente antioxidante que da a los tomates su color rojo.
Procesar los tomates, por ejemplo cortándolos o cocinándolos, nos ayuda a absorber el licopeno más fácilmente que cuando los comemos crudos.
Según Nancy Moran, profesora adjunta de nutrición de la Facultad de Medicina Baylor de Houston, el licopeno puede ser solo uno de los muchos compuestos del tomate que ayudan a defenderse del cáncer de próstata.
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Los frutos secos son ricos en grasas saludables, proteínas y fibra, y los estudios descubrieron que quienes los consumen tienden a tener menos riesgo de padecer varios tipos de cáncer, especialmente los del aparato digestivo.
Los estudios señalan que comer aproximadamente un puñado de frutos secos por día está relacionado con beneficios para la salud.
Las nueces, en particular, contienen niveles excepcionalmente altos de unos compuestos vegetales llamados elagitaninos, que nuestras bacterias intestinales convierten en metabolitos que pueden reducir la capacidad del cáncer para crecer y multiplicarse.
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Frutas carnosas como las frutillas, los arándanos, las granadas y las frambuesas negras están repletas de antioxidantes, como la vitamina C y los flavonoides, que ayudan a proteger las células del estrés y los daños en el ADN que pueden aumentar el riesgo de cáncer.
Compuestos vegetales llamados antocianinas confieren a los frutos rojos su color y su poder antiinflamatorio, y reducir la inflamación es importante porque "es uno de los principales factores del cáncer", concluyó Brockton.
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