Hasta ahora se asumía la relación entre la presencia de ciertos anticuerpos y la posibilidad del organismo de enfrentar el coronavirus. Pero no había un biomarcador realmente confirmado.
Por Canal26
Domingo 4 de Julio de 2021 - 14:00
Coronavirus, NA.
Si arrancamos esta nota informando que investigadores ligados a la vacuna de Oxford-AstraZeneca confirmaron que, a mejor respuesta inmunológica por anticuerpos en el cuerpo, más chances para el organismo de evadir el coronavirus sintomático, varios lectores indignados dirán “¿pero no era obvio?” La verdad que no.
Aunque la eficacia de un fármaco se prueba en una serie de ensayos clínicos (la fase preclínica; luego las fases 1, 2 y 3, hasta llegar a la farmacovigilancia o fase 4), recién a medida que el saber sobre cierto patógeno avanza, se vuelve más claro para los científicos qué marcadores (o biomarcadores) indican que el organismo está en condiciones de combatir ese agente.
Cuesta creerlo, pero este dato no existió en todos estos meses de pandemia: que los títulos altos de anticuerpos neutralizantes y unos llamados "de unión", juegan, en efecto, un rol concreto para evitar que el Covid se vuelva sintomático.
Hasta ahora todos sabían (porque se decía, y se decía porque se presumía) que los anticuerpos debían cumplir un papel importante para enfrentar el SARS-CoV-2. Además, que las vacunas levantan esos valores, al igual que la etapa de convalecencia post-infección. Y se sabía que existe una doble dimensión de la inmunidad: la celular (o memoria inmunológica) y la humoral, vehiculizada, precisamente, por distintos tipos de anticuerpos.
Ahora, lo que no se tenía claro (y ahora empieza a dilucidarse) es cuántos anticuerpos y de qué tipo se precisan para, en efecto, no caer en el hospital si uno contrae Covid. Este dato no se tenía con el nivel de precisión que ya se tiene para enfermedades "conocidas", como influenza o hepatitis B.
Hasta ahora vino siendo común escuchar de distintos infectólogos y bioquímicos lo que dos expertos dijeron a esta cronista el jueves. La charla era sobre unos datos de la vacuna Sputnik V publicados en el último informe del Proyecto País.
El informe concluía que “los sueros provenientes de individuos convalecientes o vacunados con Sputnik V mostraron una disminución en los títulos de anticuerpos neutralizantes de al menos tres veces, al confrontarse con la variante Gamma” (ex Manaos), la que copa el 41% de los casos de Covid en Argentina.
Tanto Ricardo Rüttimann, infectólogo de la Funcei y miembro de la CoNaIn, como Gabriela Turk, doctora en Biología (UBA) dedicada a la virología, investigadora del INBIRS-Conicet y una de las firmantes de ese trabajo del Proyecto País, se refirieron a la dificultad de traducir esos datos a la vida real.
O sea que una cosa es que los anticuerpos neutralicen tres veces menos a Gamma (respecto de las variantes más “clásicas”) y otra distinta pronosticar que, por lo tanto, a los pacientes les podría pasar tal o cual cosa.
Turk, de todos modos, opinó que esa disminución no tiene por qué ser un dato negativo: “Esos anticuerpos pueden neutralizar el virus. No es que no te dé protección frente a Gamma, no es que se hayan anulado o hayan dado cero”. La investigadora apuntó que, para comprender cómo se manifestaría todo esto en la población, “deben hacerse estudios de efectividad desde las áreas de epidemiología”. En otras palabras, tanto Rüttimann como Turk aseguraron que “falta un correlato”. Acá cobra relevancia el trabajo mencionado antes, un preprint (que esperan publicar en la revista Nature) en el que expertos de Oxford-AstraZenca aseguran que los anticuerpos neutralizantes y unos llamados “de unión” constituyen el biomarcador tan buscado.
ASTRAZENECA
Mientras más inoculados hay en el mundo, menos personas quedan en condiciones de participar de los ensayos clínicos de doble ciego, un problema para los laboratorios que apuestan a renovar sus fórmulas para adaptarse a las mutaciones del virus.
Por eso, el trabajo (“Correlates of protection against symptomatic and asymptomatic SARS-CoV-2 infection”) afirma que “los datos obtenidos son útiles para extrapolar estimaciones de eficacia para nuevas vacunas cuando no se puedan realizar grandes ensayos de eficacia”.
La principal conclusión a la que arribaron luego de estudiar 2.000 participantes del Reino Unido, es tan simple como que, a más títulos de anticuerpos neutralizantes en el organismo, menos chances de manifestar Covid sintomático. Contrastaron dos grupos: unos recibieron vacuna Covid; el resto, una vacuna contra la meningitis. A su vez, algunos se infectaron y otros no.
Pero, en lugar de solo contarlos para deducir datos de eficacia, miraron cualitativamente lo que les pasaba: cómo era el despliegue de títulos de anticuerpos y su relación con el Covid sintomático, entendido como aquel que involucra las vías respiratorias bajas. Cuando es común saber de gente que se infecta de Covid a pesar de haber sido vacunada, es importante remarcar que de ninguna vacuna se puede decir que “sí o sí” vaya a generar tal nivel de anticuerpos, ofrezca el 60% o el 90% de eficacia.
En este sentido, el paper aclara que “la protección contra el Covid-19 sintomático no es absoluta con ninguna vacuna, y los resultados presentados muestran que no existe un valor umbral único para ninguno de los ensayos investigados que sea indicativo de inmunidad esterilizante”.
Además, aunque “la probabilidad de infección disminuye en promedio con respuestas inmunitarias más altas, existe una variación sustancial entre los individuos”. Pero no todo es relativo: el meollo del trabajo es precisamente la afirmación de que, una vez que el cuerpo desarrolla títulos altos de anticuerpos (el paper solo da una orientación cuantitativa), el cuerpo tendrá, con certeza, más chances de eludir cuadros complicados de Covid.
Pfizer y Moderna
Otro paper importante publicado esta semana (en el prestigioso The New England Journal of Medicine) complementa lo anterior. Enfocado en las vacunas de Pfizer y Moderna, el trabajo se titula “Prevention and Attenuation of Covid-19 with the BNT162b2 and mRNA-1273 Vaccines”.
Siguieron a 4.000 trabajadores de la salud y vieron si se contagiaban de Covid. Y en caso de que se contagiaran, evaluaron, otra vez cualitativamente, qué les pasaba. Los resultados fueron prometedores: el virus se detectó en 204 participantes (5%): 5 estaban completamente vacunados, 11 tenían una dosis, y 156, ninguna.
¿El hallazgo? Entre los infectados, la carga media de ARN viral fue un 40% menor en los que habían recibido una o dos dosis.
“Además, el riesgo de síntomas febriles fue 58% menor y la duración de la enfermedad fue más corta, con 2,3 días menos de enfermedad en la cama”, aclara el paper, cuya intención es entender (ahora fuera del laboratorio) la interacción del Covid y las vacunas en el mundo real.
Fuente: Irene Hartmann, para Clarín
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