Desde la era soviética hasta la Rusia moderna, el poder nuclear ha sido central en la estrategia de seguridad y el progreso industrial de Moscú. Actualmente, posee las mayores reservas de armas de destrucción masiva en el mundo.
En noviembre de 2024, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden; autorizó unilateralmente a su par de Ucrania, Volodomir Zelenski; a utilizar misiles estadounidenses de largo alcance contra Rusia.
El climax de la guerra -que desde febrero de 2022 enfrenta a Kiev y Moscú- llegó a límites nunca antes alcanzados cuando el líder de la Federación Rusia, Vladimir Putin; pateó el tablero y modificó de urgencia la doctrina nuclear de su país, dejando al mundo entero al borde de la Tercera Guerra Mundial.
Desde la era soviética hasta la Rusia moderna, el poder nuclear ha sido central en la estrategia de seguridad y el progreso industrial de Moscú.
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En la década de 1930, científicos soviéticos, como Igor Kurchátov, comenzaron a investigar la física nuclear, pero la historia del verdadero poder nuclear de Rusia se remonta a la Segunda Guerra Mundial, un momento en que el líder soviético Joseph Stalin dio luz verde a un programa nuclear.
En 1949, la Unión Soviética detonó su primera bomba atómica, llamada "Joe 1", dando inicio a la carrera de armas nucleares entre las dos superpotencias dominantes.
En la década de los años '50, después de la Guerra de Corea, la Unión Soviética transfirió tecnología nuclear y armas a la República Popular de China, plantándole cara como duro adversario a los Estados Unidos y la OTAN.
En 1953, la Unión Soviética probó su primera bomba de hidrógeno, llamada "Joe 4", mientras que en 1955 hizo lo propio con una bomba del orden del megatón, conocida como "RDS-37".
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Entre 1949 y 1990, la Unión Soviética realizó más de 700 pruebas nucleares, incluyendo 216 en la atmósfera, 496 subterráneas y 3 submarinas. En la Guerra Fría, la Unión Soviética llegó a operar unas 45.000 armas nucleares.
En 1991, con la desintegración de la Unión Soviética, Rusia heredó un arsenal de aproximadamente 35.000 cabezas nucleares; mientras que en abril de 2009, un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos indicaba que Rusia contaba para entonces con 3909 bombas nucleares.
La Unión Soviética había ratificado el Protocolo de Ginebra el 22 de enero de 1975 con objeciones y varias reservas, que fueron retiradas el 18 de enero de 2001, con Putin en el poder.
En 2002, Estados Unidos y Rusia acordaron reducir sus existencias a no más de 2200 cabezas cada uno en el tratado SORT. En 2003, los estadounidenses rechazaron las propuestas rusaspara reducir aún más los arsenales nucleares de cada nación a 1500.
Rusia está en producción activa y en desarrollo de nuevas armas nucleares. Desde 1997 fabrica el Topol-M, un misil balístico intercontinental y a partir de entonces, se denuncia que Rusia contribuyó al programa nuclear de Corea del Norte, vendiendo el equipo para el almacenamiento y transporte seguro de materiales nucleares. En enero de 2020 la tensión iba en aumento, estimándose que Rusia tenía 532 lanzadores estratégicos capaces de transportar unas 2100 ojivas nucleares.
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Preludio de la Tercera Guerra Mundial
Las cifras, hoy en permanente aumento; son estremecedoras: las Fuerzas de Cohetes Estratégicos de Rusia cuentan con 320 sistemas de misiles operativos, incluidos proyectiles que pueden transportar hasta 1181 ojivas. Junto a ese impresionante arsenal, se incluyen 46 misiles R-36M2, 45 sistemas Topol móviles por carretera, 60 sistemas Topol-M basados en silos, 18 móviles también transportados por rutas, y 149 misiles RS-24.
Según la doctrina nuclear rusa, declarada en 2003 pero modificada y ampliada en noviembre de 2024; las armas nucleares tácticas de las Fuerzas de Disuasión Estratégicas están habilitadas para evitar presión política y militar en contra de Rusia y sus aliados (Armenia, Bielorrusia, Serbia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán), algo que deja expuesta la idea explícita: Moscú piensa en una guerra nuclear limitada.
La respuesta a cualquier ataque externo será inmediata y eso ha sucedido el 20 de noviembre de 2024, con el lanzamiento de un poderoso misil balístico hipersónico (aunque sin carga nuclear) sobre Ucrania.
Actualmente, Rusia posee las mayores reservas de armas de destrucción masiva en el mundo. Putin, que también impulsa un fuerte programa de desarrollo de armas químicas y biológicas, parece haber activado una cuenta regresiva que no tiene vuelta atrás.
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