Por primera vez, la "Estatua de paz" en honor a las mujeres esclavizadas en la Segunda Guerra se expone en la Feria del Libro

Es una réplica de la original, ubicada en Corea del Sur. Un homenaje a las "mujeres de consuelo" sometidas a todo tipo de violencias por la armada de Japón. Su reclamo de memoria perdura y genera fuertes roces diplomáticos.

Por María del Pilar Álvarez

Miércoles 23 de Abril de 2025 - 15:39

Por primera vez, la "Estatua de paz" en honor a las mujeres esclavizadas en la Segunda Guerra se expone en la Feria del Libro. Foto: María del Pilar Álvarez Por primera vez, la "Estatua de paz" en honor a las mujeres esclavizadas en la Segunda Guerra se expone en la Feria del Libro. Foto: María del Pilar Álvarez

Desde este jueves, la Feria del Libro de Buenos Aires es testigo de un hecho histórico: la presencia de una estatua en conmemoración de las “mujeres de consuelo”, término con el que se conoce a las mujeres esclavizadas sexualmente durante la Segunda Guerra Mundial. Puede verse en La Rural.

Por primera vez, la "Estatua de paz" en honor a las mujeres esclavizadas en la Segunda Guerra se expone en la Feria del Libro.María del Pilar Álvarez Por primera vez, la "Estatua de paz" en honor a las mujeres esclavizadas en la Segunda Guerra se expone en la Feria del Libro. Foto: María del Pilar Álvarez.

La obra artística, realizada por los artistas surcoreanos Kim Seo-Kyung y Kim Eun-Sung, llegó a la Argentina en 2022, pero tuvo que espera más de dos años para poder ser exhibida. Se trata de una réplica de la original “Estatua de la Paz(평화의 소녀상), de los mismos autores: representa a una niña vestida con ropa tradicional coreana, hanbok, con el cabello corto como se estilaba en la época en que fueron raptadas, sentada y mirando fijo a la Embajada. En un hombro, la niña tiene un pájaro que simboliza la paz, y a su lado hay una silla vacía para sentarse junto ella a reclamar justicia y acompañarla en esta larga lucha.

La Estatua de la Paz, o Estatua de las Mujeres de Consuelo, frente a la estación Wangsimni en el distrito de Seongdong, Seúl, Corea del Sur. Foto: Lee Jae-Won/AFLO La Estatua de la Paz, o Estatua de las Mujeres de Consuelo, frente a la estación Wangsimni en el distrito de Seongdong, Seúl, Corea del Sur. Foto: Lee Jae-Won/AFLO

La primera “Estatua de Paz” fue instalada el 10 de diciembre de 2011 en Seúl frente a la Embajada de Japón para celebrar la protesta número mil. Desde entonces, se han puesto estatuas conmemorativas en distintos países que fueron víctimas de la esclavitud sexual de la Armada Imperial de Japón, como China, y en países no-víctimas donde grupos de coreanos de la diáspora se han unido a esta política de memoria. Por ejemplo, en Italia, Alemania y los Estados Unidos hay estatuas de la paz y otras obras de arte en la vía pública que rememoran a las “mujeres de consuelo”. 

Se calcula que entre 200.000 y 400.000 mujeres de Corea, China continental, Taiwán, Japón, Filipinas, Indonesia, Tailandia, Malasia, Timor oriental, Vietnam y Países Bajos (hijas de los colonos de las Indias Orientales Neerlandesas), fueron esclavizadas sexualmente por este sistema de trata de personas; el más grande que haya existido en el marco de un conflicto armado contemporáneo.

Las mujeres eran muy jóvenes, en general vírgenes, provenían en su mayoría de sectores sociales muy marginales y habían recibido poca o ninguna educación formal. Dependiendo del origen, habían sido secuestradas en la calle, raptadas de sus casas, engañadas con falsas promesas laborales o vendidas por vecinos o parientes.

En las "estaciones de consuelo" las obligaban a recibir hasta 30 hombres por día. Los abusadores eran militares y no sólo las ultrajaban sexualmente, sino que también les pegaban, las humillaban y las torturaban

Instalación en memoria de la "Mujeres de consuelo" en el Barrio Coreano de Flores, en CABA. Foto: Gentileza Pilar Álvarez Instalación en memoria de la "Mujeres de consuelo" en el Barrio Coreano de Flores, en CABA. Foto: Gentileza Pilar Álvarez

Las víctimas de la esclavitud sexual coreanas se han convertido en un símbolo de la lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Así lo comprendió el papa Francisco que en su visita a Corea del Sur en 2014 recibió a Kim Bok-dong, una “mujer de consuelo” surcoreana, que tuve la oportunidad de conocer y conversar personalmente en 2016. Hoy, ni Kim Bok-dong ni el papa Francisco están con nosotros, pero sus mensajes de compromiso y solidaridad global con las víctimas del abuso sexual y la trata de personas motivas a las nuevas generaciones a continuar su labor.

En un mundo que condena fuertemente la violencia contra las mujeres producida en contextos de conflictos armadas o represión política, colocar réplicas de la estatua de la paz coreana en sitios públicos debería ser una muestra necesaria no sólo de solidaridad con las víctimas sino también de concientización sobre los derechos humanos de las mujeres

Sin embargo, los gobiernos de Japón y de Corea del Sur no tienen una política consensuada sobre este tema. Las demandas de las víctimas a veces generan controversias diplomáticas entre ambos países y la estatua de la paz suele molestar a los sectores conservadores de ambos países.

En el Acuerdo para resolver el tema de las “mujeres de consuelo” firmado en diciembre de 2015 entre el gobierno del ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, y la ex presidente destituida de Corea del Sur, Park Geun-Hye, se consensuó que la estatua fuera trasladada a un lugar más “apropiado”. Algo que nunca ocurrió.

En Corea del Sur, la grieta de los derechos humanos divide al electorado y los dos principales partidos políticos. En general, los coreanos no niegan lo ocurrido, pero el partido conservador cree que no es necesario estar hurgando en el pasado porque tensiona los vínculos económicos con su ex colonizador. Flameando la bandera de desarrollo económico, los conservadores también le temen a la memoria de las víctimas de la esclavitud sexual.

En este escenario tan complejo, ¿cuánto durará la estatua en la Feria del Libro? ¿Habrá presiones para que la relocalicen? No sé. No sabemos. Quizás haya presiones provoquen su retirada. Quizás triunfe el poder de la democracia argentina y quienes estén interesados puedan pasar a conocer y visibilizar la historia de las mujeres sin consuelo.

Hace 20 años, en 2005, siendo estudiante en Corea del Sur, visité por primera vez el Museo de la Esclavitud Sexual del Ejército Japonés y la manifestación que se realiza todos los miércoles frente a la Embajada de Japón en Seúl para pedir justicia. En esa época no existían estas obras conmemorativas, se hablaba muy poco del tema en la prensa internacional y rara vez alguien conocía el caso en Argentina. Hoy, parada frente a la estatua, siento que triunfo la memoria, la verdad y la justicia. Justicia por ellas, por nosotras y por todas las mujeres que siguen sufriendo las guerras en sus cuerpos.

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