El conflicto entre Rusia y Ucrania cobra intensidad a cada instante; y mientras los titulares hablan de avances y retrocesos, pocos son los que ponen su mirada sobre la irreparable pérdida de vidas humanas. La gente común corre peligro ante el impune accionar de los dueños del destino, responsables directos de "crímenes de guerra". ¿Qué herramientas tiene el mundo para impedirlo? ¿A qué puede enfrentarse Putin?
Vladimir Putin, crímenes de guerra en Ucrania. Foto: Diario26.
Mientras las divisiones armadas de Rusia avanzan implacables sobre Ucrania -pese a las negociaciones recientemente iniciadas- las potencias occidentales que encabezan la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacen poco y nada para frenar el avance de Vladimir Putin tras sus objetivos geopolíticos en la vapuleada Europa del este. Pese a que no es recomendable comparar hechos del pasado con la complicada coyuntura, es cierto que la escalada de pretensiones territoriales del presidente de la Federación Rusa tras su idea de anexar viejos territorios perdidos trae dolorosos recuerdos (tal como su discurso). En la antesala de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, el führer de la Alemania nazi, Adolf Hitler, hablaba casi del mismo modo. Pero no solo el accionar del agresor tiene reminiscencia de otros tiempos, sino también la postura de quienes -por acción u omisión- dejan avanzar al jefe máximo del Kremlin.
Basta recordar la inocencia de británicos y franceses ante los primeros embates expansionistas de Hitler cuándo creían -y querían hacer creer- que lo mejor para "ponerlo en vereda" era transitar los días del llamado "apaciguamiento", que tal como ha demostrado la historia, solo sirvió para allanarle más el camino al nazi. ¿Eran crédulos? ¿o en realidad pretendían secretamente dejarlo actuar para que ellos luego pudieran intervenir a su antojo? Lo mismo parece aplicarse al presente, claro que con otro escenario y otros protagonistas. La llamativa lentitud y falta de reacción de la Unión Europea, y la palmaria demostración de la completa inutilidad de la OTAN, sumado a la tibieza del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden; son los ingredientes perfectos de un cóctel qué -lejos de ser un trago para disfrutar- es un peligroso brebaje destinado a envenenar la paz mundial.
Y Putin avanza mientras el "mundo civilizado" pone el primer foco de interés en cortarle los víveres marginándolo del sistema financiero mundial (y está muy blien, por supuesto), impidiendo el movimiento de millonarias cuentas de sus decenas de empresas y condenándolo públicamente mediante simples e inconducentes actos declamatorios. Sin embargo, nada parece frenar al mandatario ruso, ese aguerrido ex agente de la temida KGB soviética (comparable a la GeStaPo de los nazis), que no sabe hacer otra cosa más que lo que se le pone en la mente. Desde que el fatídico 24 de febrero las tropas de Rusia hicieron pie en tierras ucranianas, el mundo entero se ha parado frente a un tablero geopolítico que -antes que nada- es altamente costoso en vidas humanas. En momentos tan dramáticos como los que vivimos, y cuando las huestes de Putin apuntan con sus armas modernas y novedosas a un enemigo al que está dispuesto a aniquilar, pocos son en cambio los que apuntan su mirada a la gente, hombres y mujeres de a pie, el ciudadano común, ese que muere engrosando frías e insensibles estadísticas.
Cada vez que estalla un conflicto bélico resuena -una y otra vez- la misma excusa: en la guerra siempre hay un "daño colateral" (incluido el caso de miles de refugiados y emigrados hacia países vecinos, entre ellos niñas y niños). Claro que ese "elegante" modo de expresión es el encubierto reconocimiento de lo que también podemos llamar "crímenes de guerra".
Es que, pese a que los señores de la guerra -en este caso de Rusia y Ucrania- insisten en asegurar que los objetivos a eliminar son pura y exclusivamente estratégico-militares, las imágenes difundidas (en videos, mayoritariamente captados por la población) muestran lo contrario. El viernes 25 de febrero, durante el segundo día de asedio a Ucrania, un tanque ruso aplastó a un auto en el que viajaba un hombre mayor. Sin armas, sin provocación alguna, el hombre solo pretendía vivir, escapar. Pero fue pasado literalmente por arriba, y solo un milagro evitó que dejara este mundo que lo trata tan mal.
Un auto civil aplastado por tanque de guerra ruso.
IMÁGENES SENSIBLES. Claro ejemplo de un crimen de guerra.
No hay modo de explicarlo, ni mucho menos de tolerarlo, como algo absolutamente normal y producto de un enfrentamiento bélico. No es moral pretender verlo de ese modo. Y por supuesto no ha sido el único caso por el estilo. Inocultables son las miles de fotografías que circulan mostrando al mundo entero gente desangrada en las calles, niños sufriendo, edificios civiles destruidos y tantas otras atrocidades más. El objetivo es eliminar, y es aquí donde ya no importan los recursos naturales, como el petróleo y el gas. La idea es matar. Lo del tanque de guerra enbistiendo un auto particular es la síntesis perfecta, el emblema de una guerra que -aunque se detenga en este mismo instante- ya ha causado un daño imposible de reparar. Y luego, al día siguiente, misiles que cayeron sobre edificios civiles una vez más. En tiempos pasados sucedió que los responsables de las matanza fueron llevados ante la Justicia internacional; aunque solo parcialmente; ya que los juzgados fueron únicamente los del bando perdedor. Lo habitual.
Impacto de misil ruso en viviendas civiles en Kiev.
Los históricos juicios de Nüremberg, llevados a cabo en 1946 contra algunos de los responsables de la barbarie nazi durante la Segunda Guerra Mundial, fueron un mojón y un faro, algo que -a la luz de los hechos- hoy se debería replicar. Y Putin estaría en el banquillo; pero también otros líderes del mundo occidental que lo dejaron actuar.
Termine como termine está historia de la sin razón y la locura total, y pese a que Rusia desista de seguir avanzando y desatar una guerra como nunca antes hubo otra igual, lo concreto es que el mundo -qué tantas terminologías y expresiones ha cambiado para llamar a las cosas por su nombre- no puede seguir hablando livianamente del indeseado "daño colateral". Debemos hablar de criminalidad institucionalizada. Lo de Putin es un crimen de guerra, obra de un personaje también posiblemente apretado por oscuras cuestiones internas de su nación y su Gobierno, que no encuentra el modo de frenar.
Bombas rusas caen sobre la población de Kiev.
¿En qué se puede basar Occidente para juzgar los crímenes de guerra de Putin?
Una buena herramienta es el "Estatuto de Roma", el instrumento constitutivo de la Corte Penal Internacional, que ha sido adoptado en la ciudad de Roma, Italia, el 17 de julio de 1998, durante la "Conferencia Diplomática de plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una Corte Penal Internacional".
En dicha Conferencia, Estados Unidos, Israel y China hicieron causa común en contra del Estatuto; aunque pese a esto -tanto Israel como los Estados Unidos- firmaron pero no ratificaron el Tratado. De hecho, la firma por la parte estadounidense la realizó el presidente Bill Clinton, un día antes de abandonar la presidencia de Estados Unidos a manos de George W. Bush. Fue una especia de "hacemos de cuenta que estamos de acuerdo", pero no. A pesar de la experiencia internacional en suscripción de tratados multilaterales, el mismo estatuto fijó un alto cuórum para su entrada en vigencia (60 países). Sin embargo, el proceso fue sumamente rápido, partiendo por Senegal hasta que diez países en conjunto depositaron ante la Secretaría General de las Naciones Unidas el instrumento de ratificación el 11 de abril de 2002. El Estatuto entró en vigor el 1 de julio del 2002. A julio de 2020, la convención cuenta 183 signatorios y 123 ratificaciones.
Estatuto de Roma, Crimenes de Guerra. by Diario 26 on Scribd
Documento completo del "Estatuto de Roma" de la Corte Penal Internacional.
¿Qué expresa el Estatuto de Roma?
El Estatuto incluye crímenes de violencia sexual tales como la violación, la esclavitud sexual, la prostitución forzada y el embarazo a la fuerza, como también crímenes contra la humanidad cuando se cometen como parte de un ataque amplio y sistemático contra una población civil. En esto, el caso de Putin-Rusia- Ucrania... encaja perfecto.
¿Qué delitos enumera Estatuto de Roma?
La Corte tendrá competencia, de conformidad con el presente Estatuto, respecto de los siguientes crímenes: a) El crimen de genocidio; b) Los crímenes de lesa humanidad; c) Los crímenes de guerra; d) El crimen de agresión. El artículo 7 del documento habla de (entre otros artículos): Desaparición forzada de personas; el crimen de apartheid; otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física.
Más clarito, échele agua.
La coyuntura y el escenario que viene.
La guerra en Ucrania copó la sesión de inauguración del Consejo de Derechos Humanos de la ONU el lunes 28 de febrero, que apenas iniciarse aprobó un debate urgente sobre esta cuestión, para discutir sobre la creación de una comisión que investigue y documente los crímenes perpetrados en el curso del conflicto armado con Rusia. El apoyo a ese debate no fue abrumador, ni mucho menos. De hecho,de 47 países miembros del Consejo, trece se abstuvieron y cinco votaron en contra. Estos últimos fueron los habituales aliados del Kremlin y Putin en los foros internacionales: China, Eritrea, Cuba y Venezuela, además de la propia Rusia. Luego de haberse aprobado la reunión de urgencia para el jueves 3 de marzo, la delegación de Ucrania hizo circular un borrador de resolución en el que reclama el establecimiento de una comisión investigadora que reúna evidencias sobre las violaciones de los derechos humanos en el contexto de la actual guerra. Es un mecanismo similar al creado hace más de diez años para verificar y resguardar las pruebas de las violaciones de los derechos humanos en la guerra civil en Siria, en la que Rusia tuvo un rol fundamental al permitir con el envío de efectivos y suministros militares la victoria en el terreno del gobierno de Bachar al Asad.
El drama de la gente en medio del ataque ordenado por Vladimir Putin.
La comisión propuesta por Ucrania -de aprobarse su creación- también debe indagar sobre las violaciones del derecho internacional que pueda haber cometido Rusia desde 2014 en la península de Crimea, territorio ucraniano anexado por Moscú, así como en las regiones orientales de Lugansk y Donetsk, controladas por grupos secesionistas con apoyo militar ruso. El objetivo es que toda la evidencia quede protegida -incluidos testimonios de víctimas, testigos, material forense, entre otros- para su eventual utilización en futuros procesos en tribunales nacionales o internacionales de justicia. Otro objetivo es que se identifique, en la medida de lo posible, a los responsables de los eventuales crímenes para que puedan ser procesados. Y alguien tenía que decirlo finalmente: la embajadora de Ucrania ante la ONU en Ginebra, Eugenia Filipenko, dijo que los ataques rusos contra instalaciones civiles, como hospitales y escuelas, podrían constituir "crímenes de guerra".
Filipenko fue incluso más allá y sostuvo que la agresión de Rusia no es sólo contra Ucrania, sino que "es un ataque a los principios mismos de las Naciones Unidas" y es responsabilidad del Consejo "acabar con las manipulaciones por parte del Estado agresor y dar respuesta a sus graves violaciones del derecho internacional". El embajador ruso, Gennady Gatilov, aseguró que el debate en el Consejo "responde al habitual intento de Kiev por distraer la atención de ocho años de ataques a las poblaciones en Lugansk y Donetsk", ante lo cual Moscú "no tuvo otra opción" que lanzar una "ofensiva de carácter limitado" contra Ucrania. Más de 40 dignatarios y ministros de Estado intervinieron -de forma presencial y telemática- en la sesión inaugural del Consejo de Derechos Humanos. La mayor parte de ellos denunciaron la invasión de Rusia y le reclamaron el cese de las hostilidades, así como el retiro de sus fuerzas del territorio ucraniano.
Dada su inocultable capacidad para accionar y evitar males mayores, vale la pregunta: ¿Serán capaces las potencias occidentales -que se dicen defensoras de la libertad- de poner límites a los delirios expansionistas de Putin y llevarlo esposado frente a un tribunal de Justicia internacional?
Motivos para hacerlo, hay. Herramientas legales para detenerlo, también.
Solo el tiempo dirá si se cierran las puertas del infierno.
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