Alberto Fernández, Larreta y Kicillof, NA.
La pandemia ha puesto sobre la escena diversas situaciones que ya existían, a las que se les prestaba poca atención. Una de ellas es el AMBA (Area Metropolitana de Buenos Aires), sitio geográfico donde conviven la ciudad de Buenos Aires y los distritos del conurbano bonaerense. Al mismo tiempo, tiene injerencia allí: La Nación, la Provincia, la Ciudad y cada Intendente. Sin embargo, las similitudes territoriales son muy distantes cuando se comparan los presupuestos. En las elecciones que se avecinan, al menos en la discusión por la conformación de los espacios y las listas, se pone sobre la mesa la necesidad de establecer con claridad la identidad de cada sector. Salvo que haya llegado la hora de pensar en un gobierno para el AMBA. La versatilidad de los candidatos para postularse de un lado u otro de la General Paz abonan esta posibilidad.
“En la historia argentina, nos llamaban porteños a todos los Bonaerense, habitaras en la metrópolis o en la campaña como se le decía al interior de la provincia. Buenos Aires no participa del proceso constitucional de 1853, que se llamó proceso de organización nacional, cuando solo fue organización del Estado. La grieta entre Buenos Aires y el interior seguía presente, Buenos Aires se incorpora en 1860. Toda la discusión de la convención estuvo fijada en limitar las ventajas de Buenos Aires con el resto de las provincias. La Ciudad de Buenos Aires fue cedida en 1880 por la Provincia de Buenos Aires para que fuera la Capital Federal del país. En virtud de la reforma constitucional de 1994 goza de un régimen de autonomía. De Huéspedes a soberanos sobre lo ajeno”, describe con su claridad habitual un dirigente peronista de la provincia de Buenos Aires quien suele oficiar de inspirador para el planteamiento de discusiones que van más allá de la simple pelea coyuntural en la que se enfrasca gran parte de la dirigencia política.
A dos semanas del cierre de las listas de candidatos en la provincia de Buenos Aires, las tensiones comunes de estos tiempos llevan a plantear la inconveniencia de mudar postulaciones de un lado al otro. En Juntos por el Cambio, la bandera de resistir la llegada de porteños a las listas bonaerenses, las levantan Jorge Macri, Joaquín De La Torre y Emilio Monzó. Los asiste la experiencia empírica de los resultados recientes de los últimos gobernadores. En el Frente de Todos el tema no forma parte de la discusión de ahora como en otros tiempos. Desde que la familia Kirchner decidido afincarse políticamente en Buenos Aires, el kirchnerismo se transformó en un fenómeno bonaerense. Sin embargo, los presidentes y gobernadores aún los sigue aportando la Ciudad de Buenos Aires. De los últimos 6 jefes de Estado, tres fueron o son porteños: Fernando De La Rúa, Mauricio Macri y Alberto Fernández, al margen de dónde hayan sus madres dado a luz. En la provincia de Buenos Aires, el último gobernador con recorrido anterior en la política provincial, fue Eduardo Duhalde. Es evidente que algo debe ser reformado.
La definición de la interna del principal espacio opositor nos arroja una mirada sobre este punto. En su camino para convertirse en líder de su fuerza, Horacio Rodriguez Larreta consagra a María Eugenia Vidal como candidata en la Ciudad después de haber sido gobernadora de Buenos Aires e impulsa a Diego Santilli para conquistar el conurbano. El intento, sobre todo en la provincia, genera resistencia. Pero sobre todo denota que la verdadera intención no es darle una mejor opción a los habitantes provinciales, sino consolidar una jefatura. Se avizora la puja entre la “opulencia porteña” vs “la humildad bonaerense”. Y aquí se plantea otra cuestión que trae una vez más aquellos dichos de Cristina Kirchner desde La Matanza en diciembre de 2019: “En Capital hasta los helechos tienen luz y agua, mientras en el conurbano chapotean en agua y barro”. Hace unas horas, desde las antípodas, Joaquín De La Torre, al anunciar que se quedará en Juntos por el Cambio arrojó frases como: ¨“Me visto como un dirigente del conurbano, no como un porteño”; “Si hay una interna, vamos a una elección donde se van a enfrentar el corazón contra el dinero”. Está claro que la referencia a la lista del dinero es para la que avala Larreta y la del corazón es la de Facundo Manes, aunque se especialidad sea el cerebro.
En cualquiera de los casos, la pica está planteada. Quizá haya llegado el momento de pensar en una salida por arriba de este laberinto. No será, claro, en estas elecciones. Porque no está en el espíritu profundo de quienes manejan las discusiones del poder. En definitiva, más allá de las expresiones públicas, a muchos de ellos los moviliza una cuestión más conservadora. Se trata de sostener el poder político y económico del sitio donde gobiernan. Para algunos será la Ciudad, para otros la Provincia y muchos otros los municipios. De allí que se convierta, para la mayoría de los alcaldes locales, en una aventura difícil la de saltar las propias fronteras que ellos mismos levantan en el manejo de sus intendencias. Los ejemplos abundan, donde comienzan con la idea de consagrar una discusión nacional y provincial para terminar preocupados por la lista de concejales a los fines de no tener problemas en sus concejos deliberantes. Como toda regla, hay excepciones.
Por el resto, no habrá que esperar demasiado hasta el 24 de julio, fecha en la que cierran las listas. A la definición de la interna de Juntos por el Cambio le faltan algunos detalles. Por ejemplo, hacia dónde se inclinará el juego del intendente de San Isidro Gustavo Posse. ¿Será candidato y quitará votos a Facundo Manes? o terminará apoyando a Diego Santilli. Por lo pronto, esas son las opciones más posibles. Aquella que se suponía más lógica, por ser radical, es la más lejana. Aun resta también la definición de Jorge Macri. Lejos de Santilli, su postura es acordar apoyo a Manes o presentar su lista con acuerdos seccionales y distritales.
En el oficialismo se espera saber el perfil del candidato para conocer por dónde irá la campaña. Cristina Kirchner será la jefa, y ya despliega el menú del amplio arco ideológico que conforma el Frente de Todos. El conurbano lo recorren Sergio Massa, Sergio Berni y Axel Kicillof. Una mirada para cada gusto electoral. La ex presidente tiene en claro que no alcanza sólo con su núcleo duro. ¿Hay que descartar una interna? Para nada. La moneda está en el aire.
La construcción de la tercera opción encuentra aún dificultades. Hasta el momento el anuncio de Florencio Randazzo y sus primeras declaraciones lo ubican lejos de generar una épica que lo transforme en opción tentadora para los desencantados de uno y otro lado. Pero esto recién empieza. Hay que darle tiempo. Su lista pretende armarla con más representantes de la sociedad civil que la política tradicional. La aparición de Facundo Manes puede quitarle parte de esa ambición. Es que hay quienes entienden al neurocirujano como la tercera vía, pero desde Juntos por el Cambio.
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