¿Quiénes son los talibanes y cómo lograron retomar el control del país en unas pocas semanas? Te lo explicamos en esta nota.
Talibanes controlan la ciudad de Kabul, en Afganistán. Foto: Reuters.
Un grupo de resistencia conformado por combatientes afganos que luchaban contra los invasores soviéticos en la década de los 80, dio inicio a los denominados Talibanes en 1994.
Dos años más tarde, este grupo capturó Kabul (la capital afgana) e impusieron reglas estrictas nacida de una radical interpretación de la Sharía, el "cuerpo del derecho islámico" en el que se incluyen códigos de conducta y normas morales, que no es dogmático y justamente puede ser interpretado de distintas formas.
¿Qué incluían esas normas? La prohibición de las festividades no islámicas, de la televisión y la música, por ejemplo. Pero las mujeres fueron quienes más sufrieron: no podían salir solas, tenían que taparse de pies a cabeza, no podían estudiar ni trabajar - al menos de forma legal, porque algunos grupos lograban hacerlo de forma enormemente riesgosa y clandestina.
El 11 de septiembre de 2001, 2.700 personas murieron en diversos ataques terroristas organizados por Al Qaeda sólo en Estados Unidos. Luego, hubo terribles ataques en varios países europeos. El líder de este grupo jihadista (que creen en una "guerra santa" musulmana, y la interpretan muchas veces como violenta y contra las formas de vida occidentales), Osama Bin Laden, orquestó estos monumentales ataques desde Afganistán.
Ese Afganistán de los talibanes era visto como un "paraíso del terrorismo", por lo que un mes después Estados Unidos lo invadió junto a sus fuerzas aliadas con el objetivo de impedir que estos grupos terroristas pudieran usar ese territorio como una segura base de operaciones.
El gobierno talibán fue depuesto y se instauró una democracia laica, con lo que se repelieron ciertas medidas. Cuando se habilitó un acceso amplio a la educación, los niños y niñas que volvieron a las aulas, además de las mujeres que se presentaron en la educación superior, eran más del doble de lo que el nuevo gobierno había inicialmente estimado.
Pero el nuevo régimen contó durante 20 años con una importante resistencia por parte de estos talibanes - ya habían resistido contra los soviéticos y supieron ahora hacerlo contra los norteamericanos.
Estados Unidos, que ya había capturado a Osama Bin Laden, que ya había gastado un billón de dólares en la democracia afgana y en entrenar y equipar a sus fuerzas, y que ya el tiempo había convertido a ésta en la guerra más larga de su historia, hace tiempo tenía decidido que debía dejar Afganistán. Donald Trump lo anunció, Joe Biden ya lo impulsaba cuando era vicepresidente, y dijo el lunes 16 que "no le iba a pasar esta responsabilidad a un quinto presidente". Y entonces, no hace mucho, vimos su base más grande en Afganistán por primera vez vacía, sin soldados ni carpas sobre sus esplanadas ni aviones sobre sus pistas. Nadie imaginaba entonces que en apenas unas semanas los talibanes recapturarían todo el país y llegarían a las puertas de Kabul.
Es que no lo imaginaba ni él mismo. El Presidente Biden dijo el 9 de julio en conferencia de prensa que era imposible que se repitiera una imagen de la salida estadounidense de Afganistán similar a la huida de Vietnam (estrepitosa derrota), con helicópteros evacuando a personal civil desde las terrazas de Saigón. Y ayer, lunes 16 de agosto, resulta que esas increíbles, históricas imágenes se volvieron a dar.
Pero con un agregado: la salida de Estados Unidos de Afganistán demostró ayer ser totalmente caótica. La recaptura talibán de Afganistán se dio mientras el Presidente y el Secretario de Estado estaban de vacaciones. Periodistas de grandes cadenas les mandaban mails ese fin de semana y recibían respuestas automáticas vacacionales. El presidente democrático afgano huye el domingo 15 y la población de Kabul (gente que formó parte del nuevo estado afgano, gente que trabajó para las potencias, sus traductores, su gente de logística, personal de seguridad, mujeres libres, que habían sido escolarizadas) se dirigieron con apenas lo puesto, sin equipaje, muchas veces sin pasajes ni toda la documentación necesaria, directamente al aeropuerto, con la ilusión de poder escapar.
Ni siquiera pudo organizarse de forma correcta la evacuación de las embajadas europeas, quedando todos en riesgo mientras los talibanes ya ocupaban el Palacio Presidencial. Angela Merkel dijo a los medios que podía haber sido que los asuntos domésticos estadounidenses hayan precipitado el proceso de salida de Afganistán.
Mientras en todo el mundo accedíamos a los videos del aeropuerto de Kabul, con gente subiéndose al exterior de las pasarelas aeroportuarias, aferrándose al fuselaje de los aviones de la fuerza aérea estadounidense ya despegando, debiendo ser dispersados con la ayuda de helicópteros militares para despejar la pista y recuperar su operatividad; mientras accedíamos a las historias de chicos criados enteramente en democracia, con ya 20, 21, 22 años, que habían hecho kilómetros y kilómetros a pie, sin provisiones ni equipaje, persiguiendo su esperanza de huir, ¿qué pasaba entonces en los Estados Unidos? Se reunía el Consejo de Seguridad de la ONU y su Secretario General llamaba a garantizar la seguridad y los derechos humanos de las personas. Y Joe Biden, anunciaba por detrás a los medios que iba a hablar sobre Afganistán "esta semana". Una o dos horas más tarde, debió anunciar que hablaría esa misma tarde de lunes, por lo que emprendió su vuelta a Washington y pronto estaba explicando que "ningún momento era bueno para irse de Afganistán", entre otras cosas.
Las respuestas fueron múltiples, pero lo principal que se vio en redes sociales e incluso en cadenas televisivas afines al gobierno demócrata tenía que ver con que nadie ponía en duda la necesidad de salir de Afganistán, sino que lo que realmente estuvo en cuestión fue la estrepitosa forma en que su administración lo hizo, sin siquiera asegurar la huida de su propio personal y desatando una crisis de proporciones con ya varios muertos por "caerse del fuselaje de un vehículo en vuelo". Desastroso.
Mientras tanto, en las redes de los programas humorísticos de mayor audiencia de la potencia, se reían de si el culpable era Biden o Trump, y de lo opacado que quedó Bush habiendo él iniciado la guerra. Evidentemente Merkel tenía razón: la situación doméstica estadounidense, que en enero nos ofrecía imágenes impactantes similares a los desalojos de Saigón o de Kabul pero en su propio Capitolio de Washington, se estaba llevando puesta a toda una situación absolutamente compleja e inestable, parecida a un Jenga en el que el presidente estadounidense decidió sacar unas 20 fichas de su base en apenas días y estando de vacaciones.
¿Qué va a pasar ahora en Afganistán? Los talibanes prometieron amnistía y seguridad garantizada para los kabulíes. Dijeron que nadie debería tener miedo porque nada iba a pasar. Nadie que los conozca les cree ni un pelo. Pero, evidentemente, se trata ésta de una versión más edulcorada de los talibanes, que podrían jugar como actores geopolíticos más sensatos, quizás a la espera de recibir y administrar ayuda humanitaria y recursos del extranjero; al tiempo que las embajadas rusa y china, lejos de evacuar, ya agendaron reuniones con el nuevo régimen totalitario.
Dicen los talibanes que un nuevo gobierno "inclusivo" está en proceso de definición, que también tendría miembros no talibanes, que sería para todos los afganos, que los kabulíes no deberían temer ni huir, que deberían seguir con su vida normal, que las niñas seguirían teniendo educación. Se estima, sin embargo, que sólo accederían a educación religiosa radical; y ya se ha visto a muchas menos mujeres por las calles de Kabul, que volvieron además a anteriores vestimentas más conservadoras.
Lo que mucho interesa por estos días es la evacuación de los afganos que quieren huir de Kabul por vía aérea: Estados Unidos dice haber asegurado el aeropuerto y espera sumar hasta 6.000 militares en ese predio para poder garantizar la entrada y salida de aviones propios y aliados - aliados que ya anunciaron que buscarán rescatar no sólo a los "elegibles" según los formularios online que el Departamento de Estado norteamericano distribuyó entre los kabulíes, sino a quienes hayan colaborado con el gobierno democrático y sientan hoy que sus vidas peligran; por eso están en el aeropuerto.
En fin, hoy todos se sienten decepcionados por Estados Unidos. Los afganos que se ilusionaron con el estado laico y democrático, los que formaron parte de esa administración, los que sirvieron como traductores o asesores, los países aliados que acompañaron la intervención, los propios estadounidenses que allí estaban prestando servicio, los propios militares que alguna vez sirvieron en la guerra, las familias a través de los 50 estados que perdieron familiares en el frente de batalla, entre muchos otros.
Y mientras tanto, el propio martes 17 a la mañana, el Secretario de Prensa del Pentágono dijo que durante el próximo mes se va a asegurar la evacuación de todas las personas que estuvieran en el aeropuerto que hayan sido aprobadas por el Departamento de Estado y, consultado por aquellos cuyo formulario online no haya sido aprobado, respondió elípticamente que el gobierno estadounidense estaba trabajando y haciendo todo lo que podía. La periodista que le preguntaba esto desde las calles de Kabul, Clarissa Ward, admitía que sólo le quedaba decir a esos traductores y asesores buscando escapar que no había garantías, y que muy probablemente los Estados Unidos les había fallado. Horas después se trascendieron palabras de la primera alcaldesa mujer de Kabul: "estoy esperando a que me maten".
¿Cómo cerrar la columna? Difícil. Yo apostaría a las imágenes. Todas las de ayer, pero sobre todo la de los "píxeles oscuros" cayendo desde los aviones. Esperemos que para el mundo el valor de la vida de los afganos desesperados no sea sólo ese: apenas unos píxeles oscuros en un video que vimos alguna vez.
* Licenciado en Periodismo con honores por la Universidad Siglo 21.
Periodista en “Noticias de 4 a 6” y “Noticias de 6 a 8” en Canal 26.