La médica Stella Maris Cuevas, presidenta de la Asociación de de Otorrinolaringólogos de la Ciudad, da algunas claves para explicar el fenómeno.
Por Canal26
Viernes 20 de Septiembre de 2019 - 11:58
La primavera es la estación del año que se caracteriza por el aumento progresivo de la temperatura y de horas de sol durante el día. Esto repercute en nosotros y se manifiesta con un aumento de las sensaciones placenteras y de la producción de hormonas determinantes para la actividad sexual, como las Feromonas ( hormonas sexuales ) que están presentes en la saliva, en las glándulas axilares entre otras emiten olores que llegan al órgano vómeronasal (órgano accesorio del sentido del olfato), son captados por receptores y luego viajan hasta el sistema límbico despertando cambios conductuales como instintos, excitación. Por eso se dice que la primavera trae con ella más deseo y más enamoramiento.
En primavera el deseo sexual aumenta y la clave estaría en la luz del sol. En esta época del año, los días son más largos que las noches y estamos más expuestos a la luz solar. Esto hace que nuestro cuerpo produzca mayor cantidad de vitamina D, un compuesto que -además de ser imprescindible para absorber el calcio y fortalecer los tejidos óseos- se asocia con la presencia de testosterona en la sangre.
En una investigación realizada por científicos de la Universidad Médica de Graz, en Austria, se estudió a 2.299 hombres y se comprobó que los niveles más altos de vitamina D en la sangre coincidía también con los de testosterona, la más importante de las hormonas sexuales masculinas (pero que también está presente y desempeña un papel importante en las mujeres). Este es uno de los motivos por los que la líbido aumenta cuando el sol brilla más tiempo en el cielo, después de los meses de invierno.
El efecto positivo de la exposición a la luz solar no se reduce, claro está, a la producción de vitamina D: la exposición a la luz solar hace que el cuerpo libere endorfinas, un neurotransmisor que provoca la sensación de satisfacción y felicidad. El caso es que las endorfinas llevan a estar de mejor humor y, por lo tanto, a reducir los niveles de estrés y ansiedad. Y se sabe que el estrés es el principal inhibidor del deseo sexual.
La luz del sol, por cierto, también propicia la liberación de serotonina y otras sustancias relacionadas con el placer. Es indudable que los factores ambientales influyen en el erotismo. Con las temperaturas más cálidas y la liviandad en la ropa, la predisposición emocional y sensitiva de los humanos para amarse es mayor. Hay una mayor cantidad de estímulos, sobre todo visuales y la percepción por la mirada, generadora de imágenes fantasiosas, desencadena la actividad erótica y un mayor interés sexual.
Otro factor que contribuye con esta suerte de despertar sexual en primavera tiene que ver con el olfato. Según un estudio de la Universidad Técnica de Dresde, publicado en la revista Nature en el año 2016, con el calor aparece el sudor y se potencian los olores corporales, relacionados con la búsqueda de pareja sexual. Lo hacemos sin darnos cuenta, por supuesto, y por medio de los olores: es el olfato el que nos revela qué personas nos “convienen” para procrear y, en consecuencia, lo que nos lleva a sentirnos atraídos por ellas.
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